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En la escuela se forjan amistades entre estudiantes de Ruanda y de Burundi

Historias

En la escuela se forjan amistades entre estudiantes de Ruanda y de Burundi

La escuela Paysannat L reúne en sus aulas a niñas y niños refugiados y de la comunidad local.
6 Marzo 2018 Disponible también en:
Anethe Cyuzuzo (con chaqueta azul), de 15 años, de Ruanda y Bellaca Irikungoma (con chaqueta negra), de 16 años, de Burundi. Las niñas son mejores amigas en la escuela Paysannat L, situada en el límite del campamento de refugiados de Mahama.

Al finalizar la reunión de la mañana en la escuela Paysannat L, situada en el límite del campamento de refugiados de Mahama, en Ruanda oriental, los estudiantes se dispersan apresuradamente hacia sus respectivas clases. Entre ellos están Bellaca y Anethe, tomadas de la mano y riendo, son claramente las mejoras amigas.


Para Bellaca Irikungoma, una refugiada de 16 años procedente de Burundi, asistir a una escuela secundaria fue una oportunidad de volver a la normalidad después de que, hace más de un año, abandonara su país huyendo de los combates. No esperaba encontrar en el campamento mucho más que los servicios básicos, y menos aún una escuela en pleno funcionamiento para más de 21.000 estudiantes.

"Cuando estoy en la escuela, me encanta asistir a las clases y estar con mi mejor amiga," dice Bellaca mirando a Anethe, que está sentada justo detrás de ella.

https://youtu.be/YIMbSynvwykRuanda: mejores amigas prueban que la educación es clave para las mujeres

Disfrutar del derecho a ir a una escuela tan cercana también ha sido una bendición para Anethe Cyuzuzo, de 15 años, una niña de Ruanda que vive fuera del campamento de refugiados. "Si no existiera esta escuela, tendría que recorrer un largo camino para ir a la escuela secundaria," explica.

El primer día que Bellaca asistió a la escuela, las dos niñas se sentaron juntas. Comprendieron que los temores de que sus distintas nacionalidades y de origen les impidieran hacerse amigas eran infundados. "Es una buena amiga," dice Bellaca hablando de Anethe. "Antes de que fuéramos tan unidas solía decirme que fuera a estudiar con ella a su casa y allí me explicaba las lecciones."

La escuela Paysannat L se creó en 1997 como una pequeña escuela primaria, pero en 2015 se amplió para dar cabida a los miles de niños y niñas de Burundi que formaban parte del éxodo de refugiados que huían tras reanudarse la violencia en este país. Ahora, la escuela cuenta con 230 aulas y 300 profesores. La escuela no solo atiende a la población de refugiados, que constituye la mayor parte del cuerpo estudiantil, sino también a estudiantes de las comunidades locales de Ruanda. La educación primaria y secundaria es gratuita para todos.

El ACNUR ha colaborado con el Gobierno de Ruanda para integrar a las personas refugiadas en el sistema educativo nacional incorporando en la misma escuela a estudiantes refugiados y de las comunidades locales e impartiendo las clases en inglés, el idioma oficial utilizado en el sistema educativo de Ruanda, a diferencia de Burundi, país en el que las clases se imparten principalmente en francés.

"En la escuela . . . cuando distribuyen el material escolar a las personas refugiadas, también nos lo dan a nosotros; no discriminan," dice Anethe. "Este es uno de los motivos por el que [los alumnos refugiados] sentimos que somos compañeros de verdad."

"Estoy muy contenta porque ahora tengo una buena amiga burundesa."

Monica Tse Candido, Oficial de Protección del ACNUR en el distrito de Kirehe, está de acuerdo. "Cuando los estudiantes refugiados y de las comunidades locales estudian juntos se refuerza el sentido comunitario y la cohesión entre las dos comunidades," dice. "No importa si son de Ruanda o de Burundi porque todos reciben el mismo trato."

Esta integración ha propiciado la amistad entre Bellaca y Anethe. Cuando salen del colegio, las niñas van a la casa de una o de la otra y hacen juntas las tareas escolares y se ayudan mutuamente con las tareas del hogar.

La escuela también ha contribuido por otros medios a que las niñas puedan estudiar. Hay una sala de orientación para las niñas, que es especialmente útil para las adolescentes, ya que allí tienen acceso gratuito a toallas sanitarias, pueden ducharse y cambiarse de ropa, si lo necesitan. "La sala nos resulta muy útil, especialmente cuando tenemos el período," dice Bellaca. "Antes, en estos casos, solíamos regresar al campamento y faltábamos a las clases."

Cuando llegaron las primeras personas refugiadas de Burundi, Anethe sentía curiosidad por conocer a alguna. "Desde que conocí a Bellaca," añade: "estoy muy contenta porque ahora tengo una buena amiga burundesa."

Esta historia se incluyó en el nuevo informe del ACNUR titulado "Ahora les toca a ellas" en el que se revela que las niñas refugiadas en edad de recibir educación secundaria tienen solo la mitad de las posibilidades de inscribirse a la escuela que sus compañeros de sexo masculino, aunque las niñas constituyan la mitad de la población refugiada en edad escolar. Por Catherine Wachiaya desde Mahama, Ruanda.

Por Catherine Wachiaya en Mahama, Ruanda

Gracias a la Voluntaria en Línea Luisa Merchán por el apoyo ofrecido con la traducción del inglés de este texto.