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En la voz de las protagonistas: Las emociones y los riesgos de ser una mujer trabajadora humanitaria

Historias

En la voz de las protagonistas: Las emociones y los riesgos de ser una mujer trabajadora humanitaria

Dos trabajadoras de ACNUR, Aurvasi Patel y Eujin Byun, comparten sus opiniones sobre carrera, familia, e incluso sobre cuándo es aceptable llorar en el trabajo.
8 Marzo 2019
La trabajadora de ACNUR Eujin Byun cargando en sus brazos a un bebé refugiados en un campamento en Sudán del Sur.

39 por ciento del personal de ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, son mujeres. Esas cifras disminuyen a 22 por ciento cuando se trata de estaciones de trabajo de alto riesgo, como Afganistán y Sudán del Sur, donde Aurvasi Patel y Eujin Byun están localizadas.


Aurvasi Patel ha estado con ACNUR por casi 30 años y actualmente funge como Representante Adjunta en Afganistán. Ella ha trabajado en todo el mundo brindando protección a personas refugiadas y desplazadas, desde Bosnia y Herzegovina hasta Sri Lanka y Tayikistán.

Eujin Byun se unió a ACNUR en 2012. Durante la crisis siria, ella estuvo dos años produciendo historias en Líbano, Jordania, Turquía, Egipto e Irak. Desde 2016, se encuentra basada en Sudán del Sur como oficial de información pública.

Aurvasi y Eujin conversaron con la editora digital del ACNUR, Marta Martínez, con quien hablaron abiertamente de sus realidades como mujeres humanitarias en el terreno.

¿Recuerdan momentos específicos de sus carrera como trabajadoras humanitarias en los cuales el género jugara un papel importante, ya sea positivo o negativo?

Aurvasi Patel: Cuando estaba en una habitación llena de hombres y yo era la minoría, los hombres amablemente me daban el espacio para hablar y obtenía cosas. Era una mujer joven que hablaba sobre los derechos de las personas desplazadas internas y la protección de los civiles, tratando de ayudarlos a comprender de qué se trataba ACNUR, qué hacíamos y por qué lo hacíamos. En ese contexto, mi género me ayudó mucho.

Después del genocidio de Srebrenica, tuvimos que evacuar a los bosníacos (bosnios musulmanes). Había que pasar los puntos de control y, tan pronto vieron a una mujer, dijeron: “No, no, no. Es demasiado peligroso”. Tienes que regresar o negociar tu ingreso. Tu género no significa que no puedas seguir adelante para continuar con tu trabajo.

Eujin Byun: Tuve una experiencia muy similar en julio de 2016, cuando estalló la crisis en Sudán del Sur. Me tuvieron que evacuar rápidamente de Mabán, una de las partes más remotas del país. Después de que volví, tuvieron que evacuarme nuevamente porque un grupo de mujeres humanitarias había sido violado en Yuba. Yo les pregunté, “¿puedo quedarme? Yo creo que estaré segura en Mabán. Puedo trabajar mejor dentro de Sudán del Sur”. Me tuvieron que evacuar porque no podían permitirse correr ningún riesgo de seguridad. A pesar de que yo comprendía completamente porqué tenían que hacerlo, continuaba preguntándoles, “¿Puedo quedarme?”

“Tu género no significa que no puedas seguir adelante para continuar con tu trabajo”.

Por el lado positivo, yo siento que cuando hablo con las mujeres refugiadas o desplazadas internas sobre violencia sexual y de género (VSG) o protección infantil, ellas se abren más conmigo de lo que lo harían con un colega hombre. Ellas rara vez ven a una mujer extranjera y para ellas es fácil acercarse a mí y recibirme en su comunidad. Al mismo tiempo, al ser una mujer joven, es difícil ser aceptada por los líderes comunitarios, que son mayoritariamente hombres. Cuando voy a las discusiones de grupos focales y pregunto algo, ellos dirían algo como, “¿Qué puedes saber tú?”

Aurvasi: Aquí en Afganistán, donde tienen roles y separaciones de género muy estrictas, mi género me beneficia. Cuando llegó el Alto Comisionado, su asesora principal y yo nos pudimos ir a hablar con las mujeres y así obtuvimos mucha información. Cuando se trata de los hombres, también he podido preguntar: “¿Puedo unirme?” E invariablemente, se me permite ir a las discusiones con los hombres porque soy extranjera. Es bastante interesante que aquí puede funcionar favorablemente en ambos lados.

Una niña espera en fila con su mamá en un punto de distribución de ACNUR en Kabul, Afganistán.

¿Hay algún estereotipo que te moleste o situaciones que te pasen constantemente solo porque eres mujer?

Aurvasi: Primero te dice: “Eres una persona joven”, después te dicen: “Eres una mujer joven”, y después: “¿Qué puedes saber tú? Eres mujer”. Y después, “¿Por qué no estás casada y no estás en tu hogar?”

Eujin: Eso me lo dicen mucho [risas]

Aurvasi: “¿Por qué no tienes hijos?” En sociedades como la afgana, pero también como los Balcanes, Sri Lanka y Tayikistán, invariablemente, existe la expectativa de que a cierta edad las mujeres deben estar en casa teniendo hijos. Así que eso saldrá en la conversación, ya sea que estés planeando o no. Siempre bromeo diciendo que no es ACNUR ni el trabajo que hago, sino mi mal gusto por los hombres lo que provoca que esté soltera. [Risas]

“Invariablemente, existe la expectativa de que a cierta edad las mujeres deberían estar en casa teniendo hijos”.

Eujin: Sí, a mí también me pasa. Especialmente ahora, a mi edad, la gente pregunta: “¿Estás casada? Dónde está tu esposo ¿Cuántos hijos tienes?”. Y luego, al final, cuando digo: “No, no estoy casada y no tengo hijos”. Inmediatamente me dicen “Entonces, ¿cuál es tu problema?”

Para las mujeres del personal nacional es mucho más difícil. Reciben comentarios muy negativos de la comunidad e incluso del propio personal a veces. Eso es por la tradición y la percepción cultural. La mayoría de nuestro personal nacional ha dejado a sus familias e hijos en los países vecinos, por lo que los están apoyando mientras trabajan en Sudán del Sur.

Aurvasi: En los países que experimentan conflictos, las mujeres terminan asumiendo roles y responsabilidades que nunca imaginaron, incluso como trabajadoras humanitarias. A menudo terminan convirtiéndose en el principal sostén de sus familias. Se acepta trabajar fuera de su hogar, ya que sus ingresos son necesarios para la supervivencia de la familia.

“Para las mujeres del personal nacional es mucho más difícil. Reciben comentarios muy negativos de la comunidad e incluso del propio personal”.

Mmone Moletsane, de Sudáfrica, es una oficial de protección de ACNUR en Etiopía.

¿Qué pasa con las mujeres refugiadas en los países donde trabajan? ¿Cómo se conecta su género con lo que están pasando?

Aurvasi: Es bastante difícil para las mujeres en particular, porque son estereotipadas y no han tenido las oportunidades que merecen. Ellas son las sobrevivientes. Eso es lo que siempre me sorprende: la fortaleza de las mujeres para mantener unida a la familia, probablemente debido a nuestro ADN, porque son las que dieron a luz al niño. Incluso cuando no son la jefa de familia, harán cualquier cosa para proteger a sus hijos.

“No puedes hacer este trabajo a largo plazo si te sientes frustrado al comienzo de tus batallas”.

Eujin: Para mí es lo mismo: resiliencia, resiliencia, resiliencia de las mujeres. Eso me sorprende cada día. Hace dos años, en Mabán, entrevisté a 25 madres y cada una de ellas dijo: “Estoy haciendo esto para que mi hijo sobreviva, para darle un mejor futuro a mi hijo”. Cuando vi a las mujeres que sufrían en el campamento, tengo problemas. Cuando me entero de incidentes de VSG, me siento frustrada. Una madre refugiada sudanesa me dijo algo que siempre mantendré en mi corazón: “Esta es una batalla larga, donde no hay ganador ni perdedor. No estoy luchando por mí sino por la próxima generación”. No puedes hacer este trabajo a largo plazo si te sientes frustrado al comienzo de tus batallas.

Siempre pienso en lo injusto y aleatorio que es que, como mujer, dependiendo de dónde hayas nacido, tu experiencia de vida será completamente diferente.

Aurvasi: Siempre he dicho eso, especialmente cuando los Reales tienen bebés. He aquí un niño nacido en esta familia privilegiada y, al mismo tiempo, en una aldea de Afganistán nace un niño o una niña. El destino de estos dos niños es tan dispar. Ambas familias se alegran por el nacimiento, pero uno va a estar en una situación extremadamente difícil por estar en Afganistán. Entonces, si le sumas el hecho de ser una niña, te tratarán como a un ser inferior. En el oeste de Afganistán tenemos una terrible sequía y estamos viendo muchos matrimonios infantiles. Hay niñas de cuatro, seis y ocho años que se están vendiendo. Estoy segura de que esto le rompe el corazón a sus padres, pero en una entrevista un hombre dijo: “Era eso o morirnos todos de hambre”.

“Vemos tanta injusticia y discriminación, pero al mismo tiempo vemos la esperanza y la resiliencia”.

Constantemente le digo al personal que recuerde lo afortunados que somos. Sea cual sea el problema que tengamos, en términos relativos, es menor y hay mucha gente a la que le encantaría tener nuestros problemas. Eso ayuda a mantener la positividad y la energía.

Eujin: En realidad, ayer fui al campamento de refugiados y una de las chicas, que tiene 17 años, nos estaba esperando en la escuela. Estaba en su último año de primaria y era la mejor alumna. Pero su padre no le permite ir a la escuela secundaria. Ella quería que la ayudáramos a convencer a su padre y actualmente estamos viendo el asunto con él. Por la noche, estaba hablando con mis amigos sobre sus hijos en Europa y el equipo de fútbol en que va a jugar y de repente empecé a llorar pensando en esa chica. Estaba tan desesperada por continuar su educación mientras su padre quería que se casara y tuviera hijos. Creo que es uno de los desafíos en el trabajo que hacemos, vemos tanta injusticia y discriminación, pero al mismo tiempo vemos la esperanza y la resistencia, como si se compensaran entre sí.

Una joven refugiada estudiando en el campamento de refugiados de Maban, en Sudán del Sur.

¿Cómo te han ayudado otras mujeres en tu carrera o cómo has ayudado a otras mujeres?

Eujin: Estaba en el Líbano durante la crisis de los refugiados sirios. Veía a niños y mujeres viviendo en tiendas de campaña cuando cuando afuera había una tormenta de nieve y luego cuando volvía en mi casa, con calefacción, techo, buena comida, lloraba todos los días. Entonces recibí un buen consejo de alguien con más experiencia. Si no puedes aceptar esas diferencias, no puedes continuar como trabajadora humanitaria. “De alguna manera tienes que aceptarlas y luego tienes que seguir adelante, porque estás ahí para ayudar a esas personas y si estás sufriendo por su situación no puedes apoyarlas”. Fue un consejo increíble. Siempre recibo ese tipo de consejos, especialmente de colegas experimentadas como Aurvasi. Vemos que el número de mujeres en los puestos directivos está aumentando, y eso tiene un impacto enorme, porque podemos aprender de ellas. Es realmente inspirador escuchar tu historia, después de 30 años con ACNUR - no sé cómo lo pudiste hacer [risas].

“Yo también lloraría, incluso después de 30 años. Pero sólo intento y espero que no sea en un entorno de campo”.

Aurvasi: Todavía me encanta mi trabajo y me levanto con entusiasmo para ir a trabajar. Por supuesto que tienes uno o dos días malos cada década [risas]. En realidad me gusta el trabajo gerencial. Me gusta sacar adelante todo lo que puedo con un equipo. Esa es una de las cosas más importantes que tienes que saber hacer: apoyarse mutuamente y sacar lo mejor de cada uno. Como dijiste, sollozo como un bebé en una película. Y también lloraría ahora, después de 30 años. Pero lo intento y espero que no pase en cuando estoy en el terreno. Nuestro trabajo es ayudar a las personas y aunque ser emocional en algunos casos puede estar bien, porque sienten que somos empáticos, que las entendemos, en otras situaciones puede tener el efecto contrario: “¿Cómo nos va a ayudar esta mujer si está llorando? Ya lloramos mucho nosotros y necesitamos a alguien fuerte y decidido”. Por supuesto que somos humanos, así que si sientes que tienes que tener esa emoción, a veces no te queda que lidiar con ella y aceptar que probablemente no es la mejor emoción para ese momento.

Lo bonito de nuestra profesión, además del increíble trabajo que tenemos el privilegio de hacer, son las amistades que se forjan. Se convierten en tu segunda familia y en son quienes te dan ánimos. Te apoyan y entienden por lo que has pasado.

Ambas han pasado por situaciones realmente peligrosas trabajando en el terreno. Aurvasi, estuviste atrapada en un coche durante un ataque terrorista de los talibanes en 2008, y tú, Eujin, estuviste en el Sudán del Sur en 2016, cuando algunas trabajadoras humanitarias fueron violadas. ¿Alguna vez temieron por sus vidas? ¿Cómo les ayudaron sus colegas en esas situaciones?

Eujin: El miedo está ahí, claro. Aún más después de las violaciones, porque es algo que me afecta muy de cerca. Desde entonces, creo que todas las mujeres sentimos miedo. Pero es por eso que las colegas aquí en este ambiente son tan importantes: escuchar que no soy la única que tiene miedo, que está bien tener miedo. Y luego nos damos ánimos y nos decimos que nos protegeremos la una a la otra. Nos sentamos juntas, tomamos té y hablamos de ese tipo de miedos y eso realmente nos ayuda mucho.

“Cuando estás en el trabajo, eres familia”.

Aurvasi: Parece que soy una de esas personas que pueden pensar en situaciones de peligro, así que fui capaz de manejarlo y, por supuesto, una vez que sales de ahí, piensas: “Oh, Dios mío, podría haber sucedido de todo”. Tienes que ser consciente de que podría volver a pasar. Hoy en día, en Afganistán, la situación de seguridad es muy compleja y muchos trabajadores humanitarios fueron asesinados el año pasado. Mi representante en ese momento y el adjunto hicieron un trabajo increíble para mantener unido al equipo. Después del ataque, recuerdo que todos comimos pizza porque nadie quería ir a su casa. La forma en que se manejó nos recordó de una forma maravillosa que cuando estás con tu equipo de trabajo, estás con tu familia.

Aurvasi Patel hablando sobre Afganistán en la Asociación de la ONU de Austria.

Más allá de los estereotipos, siempre hay un momento en el que una mujer se pregunta si quiere tener una familia y cómo eso afectará su carrera. ¿Cómo lidiar con la temida pregunta?

Aurvasi: La familia es muy importante. Realmente, realmente necesitas encontrar un balance entre las dos cosas, porque puedes terminar en una situación en la que has puesto tu corazón y tu alma en la organización y eso es fantástico, pero si estás resentida y arrepentida por el hecho de que descuidaste esa otra parte de tu vida, o piensas que podrías haber hecho más, entonces ya es demasiado tarde. Tampoco es algo saludable para ti, y si afecta a tu salud te afectará a ti y a tu trabajo, y al final tendrá consecuencias sobre los resultados, y sobre aquellas personas al final de la cadena que son nuestras beneficiarias.

Eujin: Para las jóvenes profesionales es importante ver el ejemplo de otras colegas, porque nos indican los caminos posibles. Es muy inspirador para nosotras ver a muchas mujeres en puestos directivos, diciéndonos que es posible tener una familia y un trabajo, y que también está bien ser single. Entre las colegas de mi edad hablamos mucho sobre si deberíamos quedarnos un año más en un lugar de trabajo peligroso como Sudán del Sur, mientras no tengamos esposo o hijos, o si deberíamos seguir adelante con nuestras vidas y dejar la organización para tener una familia. Pero cuando vemos el ejemplo inspirador de muchas funcionarias de alto nivel decimos: “Sí. Ella lo logró. Yo también puedo”.

“Si eres una persona feliz por dentro, lo expresarás en cualquier cosa que hagas y que escojas”.

Aurvasi: Cuando comenzamos nuestras carreras, como mujeres - y también como hombres, porque siempre hay esa percepción del ‘proveedor’, en cualquier sociedad en que estemos - siempre piensas en cómo lograr el éxito y lo que debes hacer para que sea posible. Cuando llegas a cierta edad empiezas a pensar, ¿qué es lo que realmente importa en la vida? ¿Es realmente alcanzar ese nivel, donde te ven en puesto directivo, o es lograr un buen equilibrio en tu vida y conocerte a ti misma?

Es importante que te conozcas a ti misma y que no dejes que las presiones de tus colegas, o de tu familia, te empujen a querer una carrera muy exitosa porque te hacen pensar que eso es muy importante, en detrimento de lo que dentro de ti sabes que te hace feliz. Porque al final, si eres una persona feliz por dentro, lo expresarás en cualquier cosa que hagas y en todas tus elecciones.

¿Qué le dirías a una joven que está pensando en comenzar una carrera como trabajadora humanitaria?

Aurvasi: Empecé en este trabajo cuando la situación era muy diferente. Los trabajadores humanitarios se respetaban. Había mucha más seguridad. El entorno se ha vuelto muy peligroso. Sin embargo, es probablemente una de las carreras más gratificantes. Realmente te hace apreciar lo que tienes. Creo que dar a los demás y ayudar a los demás siempre va a ser un instinto maternal. Como mujeres lo tenemos en nuestro ADN, en el 99,9% de los casos, y es lo que hace que queramos este trabajo. Creo que es un trabajo excepcional para las mujeres. Mi consejo es que te conozcas a ti misma, que sepas lo que quieres hacer, que sepas lo que quieres aportar y que luego vayas a por ello.

“Dado que las mujeres denuncian cada vez más incidentes de violencia sexual y de género, se necesitan más trabajadoras humanitarias para apoyarlas en el sistema”.

Eujin: No creo que haya habido un solo día en el que me arrepentí de haber elegido este trabajo. Por supuesto que hay días en que me preocupo por cualquier incidente de seguridad, y días en que me siento frustrada, pero al final, cuando ves a esas mujeres empujando a sus hijos para que vayan a la escuela o esforzándose para protegerse entre sí, todo tiene sentido. Hay mucho trabajo por hacer como trabajadora humanitaria y hay una ciertas ventajas. Dado que las mujeres denuncian cada vez más incidentes de violencia sexual y de género, se necesitan más trabajadoras humanitarias para apoyarlas en el sistema. ¡Realmente animo a más mujeres a que se unan a nosotros!