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Palabras de apertura en las Reuniones del Funcionariado de Alto Nivel

Declaraciones y discursos

Palabras de apertura en las Reuniones del Funcionariado de Alto Nivel

14 Diciembre 2021
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Presidente electo, Ministros, Embajadores, participantes, queridos amigos,

El cambio de un evento presencial a uno virtual, como el que lamentablemente tuvimos que adoptar para esta reunión en particular, refleja la incertidumbre del mundo actual, la fragilidad de los planes futuros y una vulnerabilidad con la que todos podemos ser confrontados.

Pueden tratarse simplemente de un inconveniente para la reunión que nos ocupa, pero la incertidumbre, la fragilidad y la vulnerabilidad amenazan cotidianamente la vita de más de 84 millones de personas que han sido desplazadas de sus hogares por la fuerza en todo el mundo.

A medida que se aproxima el conflicto, mientras los atacantes asechan, a medida que crece la emergencia climática, se enfrentan a interrogantes de vida o muerte.

¿Me da tiempo de despedirme?

¿Qué debo llevar conmigo?

¿Mis hijos estarán más seguros si nos quedamos o si nos vamos?

Queridos amigos,

Me han escuchado decir muchas veces cuanto necesitamos que el sistema multilateral funcione para encontrar soluciones a los desafíos globales actuales, para suministrar los recursos científicos y financieros necesarios que pongan fin a la pandemia, para encontrar la voluntad política de hacer frente al cambio climático, y para invocar la suficiente coherencia y unidad para prevenir y resolver conflictos. La cooperación, las soluciones políticas y la paz sostenible son necesarias, hoy más que nunca; sin embargo, parecen más lejanas de lo que han estado durante décadas.

Si bien alentamos, halagamos y rogamos a los actores relevantes que encuentren soluciones, no nos quedamos de brazos cruzados. No estamos tan solo a la espera.

Porque ustedes, como yo, ven que ser refugiado es una circunstancia, no un destino. Y ustedes, como yo, reconocen que, si trabajamos juntos, podemos cambiar las circunstancias, podemos mejorar las condiciones de vida, podemos promover la inclusión y podemos brindar oportunidades.

Al concluir el Foro Mundial sobre los Refugiados hace dos años, dije que contábamos con “los ingredientes para el éxito”. Creo que esto es así. En los tres años transcurridos desde la afirmación, por parte de la Asamblea General del Pacto Mundial sobre Refugiados, hemos logrado un avance conjunto considerable, como lo han comentado los oradores anteriores. No hemos prestado un apoyo fingido a la respuesta de la sociedad en su conjunto, sino que nos hemos comprometido con ella y, lo que es más importante, hemos comenzado a actuar al respecto. Las plataformas de apoyo, como hemos escuchado esta mañana, son ejemplos tangibles del Pacto en acción.

El Informe de Indicadores del Pacto Mundial sobre los Refugiados, publicado el mes pasado, presenta los resultados (y las lagunas) de todos nuestros esfuerzos, con datos y evidencia claros.

Observen el papel fundamental que han desempeñado las instituciones financieras internacionales y las organizaciones de desarrollo. No solo han aportado experiencia en el alivio de la pobreza, así como datos y análisis, sino que han respaldado sus aportes con miles de millones de dólares en apoyo a los países de acogida de personas refugiadas, mediante una combinación de subvenciones y préstamos en condiciones favorables.

A través de los AIF 18 y 19 del Banco Mundial, así como del Mecanismo Global de Financiamiento Concesional, las personas refugiadas y las comunidades de acogida en 18 países recibieron apoyo por casi USD 4.500 millones. Instituciones financieras regionales, como el Banco Interamericano de Desarrollo, el Banco Asiático de Desarrollo, el Banco Islámico de Desarrollo y el Banco Africano de Desarrollo, entre otros, también han hecho contribuciones considerables, que complementan importantes inversiones adicionales de donantes bilaterales para el desarrollo. Estas son cifras muy apreciables, complementadas por los recursos humanitarios proporcionados por numerosos donantes a través de ACNUR y sus socios.

El sector privado también ha intensificado sus aportaciones en conocimiento empresarial, respaldo financiero e inclusión de personas refugiadas en su propia fuerza laboral. Porque muchas empresas ven que no solo es lo correcto, sino también lo inteligente.

Hemos visto una movilización increíble y extraordinaria de apoyo y acción, a través de los 1400 compromisos adquiridos en el Foro Mundial sobre los Refugiados hace dos años, y de los más de 200 que se han hecho desde entonces. Si bien hay margen para hacer más en esta área, me ha impresionado particularmente la cooperación a través de la equiparación de compromisos entre anfitriones y donantes. Esto ha permitido una mayor inclusión de las personas refugiadas en los sistemas nacionales, no solo en las respuestas de salud y a la COVID, sino también para brindar protección y mayores oportunidades de subsistencia.

Asimismo, ha habido una inclusión más amplia de personas refugiadas en nuestras respuestas, incluso por parte de organizaciones dirigidas por personas refugiadas (especialmente aquellas dirigidas por mujeres). Por su propia naturaleza, se quedan y se les ha permitido cada vez más cumplir, lo cual es un acontecimiento muy bienvenido. Ayer conocí a algunas de las personas refugiadas que participan en estas reuniones, y acabamos de escuchar a dos de ellas, representantes de las organizaciones que lideran o de comunidades desplazadas que desempeñan un papel cada vez mayor en forjar su propio futuro. Espero que la participación de las personas refugiadas sea cada vez más significativa como una de las características clave de este proceso.

También hemos sido testigos de avances en la erradicación de la apatridia, que en sí misma podría ser una causa o una consecuencia del desplazamiento.

Por otra parte, estoy especialmente satisfecho con los avances logrados en el campo de la educación. Gracias a los 263 compromisos realizados en este sector a partir del Foro Mundial sobre los Refugiados y debido al enfoque persistente durante años de muchos socios de las Naciones Unidas, ONG, gobiernos, y sector privado, hemos visto un aumento en la inscripción de personas refugiadas, inclusive en niveles secundario y terciario, y en oportunidades de aprendizaje conectado. Sabemos, por estudios realizados junto con el Banco Mundial, que la inclusión de las personas refugiadas en los sistemas educativos es necesaria y factible. Los avances en educación son, por supuesto, frágiles (especialmente para las niñas), y no podemos ni debemos ceder. Pero es importante reconocer este avance de vital importancia.

Escucharemos más sobre todos estos esfuerzos en los próximos días.

Pero, por supuesto, queda mucho... ¡mucho!... por hacer. Si bien se han logrado avances significativos para aliviar las presiones sobre los países de acogida y aumentar la autosuficiencia y las soluciones, todavía es necesario compartir la carga y la responsabilidad de manera más equitativa, predecible y veraz. Esto es absolutamente crucial.

En primer lugar, se requerirá protección internacional mientras los impulsores del desplazamiento sigan obligando a las personas a abandonar sus hogares. Con este fin, debo reiterar mis graves preocupaciones con respecto a ciertas tendencias, en algunos de los países industrializados del mundo, que incluyen el cierre de fronteras, expulsiones ocasionales muy violentas, la construcción de muros y barreras, la externalización de obligaciones legales (y morales) internacionales relativas al derecho a pedir asilo. Preservar este derecho es el primer sello distintivo de la responsabilidad compartida. No podemos ni debemos, especialmente ahora, dar la espalda a las personas que necesitan seguridad y protección.

Sin duda, la responsabilidad compartida también tiene que ver con recursos. Son muchos los desafíos, por ejemplo, provocados por la pandemia, incluidos problemas económicos significativos, especialmente para los más vulnerables en grupos sociales como las personas refugiadas, las personas desplazadas y sus comunidades de acogida. Estoy consciente de la carga política (y financiera) que representa incluir a personas no nacionales en los rescates socioeconómicos, y lo costoso que puede ser incluir a las personas desplazadas en tales esfuerzos. Pero es hacer lo correcto, tanto moral como económicamente, al garantizar que un gran número de personas no queden al margen de la sociedad, vulnerables y expuestas, y aplaudo a los países de acogida (y son muchos) que se han embarcado en iniciativas más audaces de inclusión de personas refugiadas.

Sin embargo, para que los países de acogida puedan hacer esto e implementar políticas inclusivas, como la libertad de movimiento, el derecho al trabajo, los derechos de propiedad de las personas refugiadas, deben recibir ayuda, y reitero mi llamado a los donantes para garantizar que se pongan a disposición, tanto de las personas refugiadas como de los países y las comunidades de acogida, recursos mucho más sustantivos, predecibles y estratégicos, especialmente a través de subvenciones. Si bien el financiamiento, como se mencionó anteriormente, sin duda ha mejorado desde la Declaración de Nueva York de 2016, se requiere aún una mayor cooperación bilateral para el desarrollo si queremos lograr los objetivos del Pacto Mundial sobre los Refugiados.

Con el mismo espíritu de responsabilidad compartida, a medida que se reanudan los viajes, también debemos encontrar e implementar más soluciones de terceros países. El reasentamiento es, por supuesto, una vía clave, y agradezco a todos los Estados que han seguido manteniendo o aumentando sus cuotas de reasentamiento en los últimos años, así como a los EE.UU. por revitalizar su programa de reasentamiento. Los recientes compromisos de varios gobiernos, vinculadas en parte a los refugiados afganos, parecen indicar que hemos dado un giro en el reasentamiento de personas refugiadas y que es posible que volvamos a estar en el camino correcto. Pero también hay muchas oportunidades, a través de vías complementarias que incluyen reunificación familiar, becas, trabajo y otras visas, que deben ser aprovechadas. Estas no son solamente oportunidades que cambian la vida de quienes pueden tener acceso a ellas, sino que también aportan talento que enriquece a las sociedades que acogen a personas refugiadas. Estas vías pueden ayudar a atender la escasez de mano de obra y aportar habilidades que son muy necesarias. Piensen en los numerosos trabajadores de la salud refugiados durante la pandemia, en los académicos y escritores refugiados, en los deportistas y en el personal proveedor de cuidados.

En última instancia, se debe invertir mucho más en los países de origen para, ante todo, atender las causas profundas de la huida, especialmente los conflictos, pero también para garantizar la buena gobernanza y el respeto de los derechos humanos. Esto es primordialmente responsabilidad de los gobiernos de esos países. Sin embargo, la comunidad internacional también tiene un papel que desempeñar para apoyarlos, especialmente cuando se trata de aumentar las actividades humanitarias y de recuperación temprana, así como de apoyar los esfuerzos de consolidación de la paz en una etapa temprana, incluidas las soluciones al desplazamiento interno. Estas inversiones, casi siempre en contextos frágiles, a menudo requieren decisiones audaces, asumiendo algunos riesgos en las primeras etapas de la consolidación de la paz. Dejar a un lado la política y centrarse en las personas puede ayudar a prevenir crisis mucho mayores de sufrimiento humano y desplazamiento más adelante.

Queridos amigos,

Los próximos dos días nos ayudarán a hacer un balance de lo lejos que hemos llegado, juntos, desde la afirmación del Pacto Mundial sobre Refugiados, a pesar de los numerosos desafíos que enfrentamos. Al entrar en nuestras discusiones de hoy, debemos estar seguros y orgullosos del avance que hemos logrado en los últimos tres años. Sin embargo, no debemos ser complacientes, ya que los muchos logros obtenidos aún son frágiles y las necesidades de las personas desarraigadas, y de quienes las acogen, son enormes.

De hecho, es un honor darles la bienvenida aquí hoy, junto con nuestros anfitriones suizos (a quienes deseo agradecer nuevamente), y con representantes de los países convocantes del primer Foro Mundial sobre los Refugiados (a quienes agradezco su valioso trabajo).

Hago un llamado, a todos los participantes en estas reuniones, a que nos ayuden a trazar el camino a seguir, de manera constructiva. Que todos seamos cooperativos en nuestro enfoque. Que mostremos al mundo lo que podemos lograr trabajando juntos, entre las distintas regiones y grupos de actores, para realmente cambiar las circunstancias y mejorar la vida de las personas.

Muchísimas gracias.