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'Un poco de luz' para transformar las realidades de los jóvenes a través del teatro

Historias

'Un poco de luz' para transformar las realidades de los jóvenes a través del teatro

Una iniciativa teatral que une a 17 chicos y chicas de distintos orígenes para trabajar aspectos como la confianza, la pertenencia, la creatividad, el respeto y el trabajo en equipo, fomentando su integración en la sociedad.
30 enero 2020
El grupo de jóvenes actores durante el ensayo general de la obra antes del estreno.

 

Son las 16.30 en punto de un martes de diciembre en el centro de formación UFIL Puerta Bonita, en el barrio madrileño de Carabanchel. Desde hace ya siete meses, un heterogéneo grupo de jóvenes de diversos países, culturas y situaciones administrativas se da cita aquí dos veces por semana para poner en marcha desde cero su propia compañía y obra de teatro.


Bajo la dirección de la asociación Iniciativas Sociales Kirikú y con financiación de ACNUR a través del Fondo Europeo de Iniciativas de la Juventud (EYIF), este grupo ha trabajado a lo largo de 2019 en un proyecto artístico en el que el objetivo fundamental ha sido empoderar a personas jóvenes utilizando herramientas innovadoras como el proyecto educativo LÓVA, en las que se ha trabajado su desarrollo personal y social.

Pasan los minutos y los chicos y chicas, entre los que hay solicitantes de asilo, inmigrantes, menores no acompañados y españoles, van llegando a cuentagotas al centro de formación desde distintos puntos de la capital. Abrazos, sonrisas y conversaciones. Llevan desde mayo trabajando juntos y la conexión entre estos jóvenes es palpable. Durante los encuentros se han realizado dinámicas de grupo para conocerse mejor, interpretación y formación teatral.

Lo que importa es tu nobleza, tu pasión y ganas de salir adelante, algo que todos tenemos en común.

Al principio, el grupo se enfrentó a muchos retos. Para Valentina, una joven española de padres colombianos fue un choque cultural fuerte. “Conforme pasaban los ensayos sentí más curiosidad por entender mejor las diferentes culturas de los compañeros del grupo”. Tras pasar tanto tiempo juntos, su conclusión es clara. "Me da igual tu color, tu raza, tu género o lo que sea, lo que importa es tu nobleza, tu pasión y ganas de salir adelante, algo que todos tenemos en común", añade Valentina.

El grupo de jóvenes y las profesoras de la Asociación Kirikú bailan ante un público entregado en los momentos finales del estreno de la obra 'Un poco de luz'. (Video de Jon Cuesta, Deer Watson Films).

"Desde ACNUR confiamos plenamente en las capacidades de los jóvenes refugiados y hemos querido darles la oportunidad de desarrollar sus propios proyectos", comenta María Fernanda Espuga, oficial de protección adjunta de ACNUR. "Este proyecto constituye una iniciativa modelo que ha demostrado de qué manera se puede brindar a estos chicos y chicas la oportunidad de asumir responsabilidades, tomar decisiones y trabajar en equipo, junto con la sociedad de acogida”.

La obra de teatro, titulada ‘Un poco de luz’, fue concebida desde el origen de forma conjunta por los chicos y chicas del grupo. A pesar de la falta de experiencia y las barreras idiomáticas, con el apoyo del equipo de Iniciativas Sociales Kirikú, los jóvenes se repartieron las distintas funciones (escenografía, música, coreografía, dirección…) hasta llegar a constituir su propia compañía teatral. Paralelamente, había que crear una idea y aterrizarla a un texto teatral.

¿Qué nos hace realmente humanos? ¿Sólo las cosas buenas?

Enseguida surgió una pregunta: ¿Qué nos hace realmente humanos? ¿Sólo las cosas buenas? ¿O también las atrocidades, las violaciones de los derechos humanos, las guerras? Las experiencias de muchos de los chicos y chicas ayudaron a crear una historia basada en las vivencias de cada uno de ellos.

Julio, salvadoreño de 23 años, fue uno de los encargados del guion de la obra. Huyendo de un pasado marcado por la violencia desde su más tierna infancia en su país de origen, encuentra hoy en la escritura una afición que le ayuda a ordenar las ideas, a reflexionar. "Escribiendo, yo me he permitido expresar cosas que no era capaz de contarle a ninguna persona", reconoce Julio. Para él, la principal enseñanza del proyecto ha sido aprender el respeto por el otro.

El sentimiento de pertenencia al grupo ha ayudado en su día a día a Naima, una joven de Marruecos que llegó a España en un arriesgado viaje en patera cruzando el Estrecho. "Hay veces que llego triste y salgo feliz de los ensayos", comenta. "Cuando alguien tiene algún problema, lo hablamos y tratamos de ayudarnos, sabiendo que eso va a quedar ahí, en la intimidad del grupo". Para Omar, venezolano de 18 años, el proyecto ha significado salir de su zona de confort y “aprender a confiar”.

El 19 de diciembre llegó la culminación de tanto esfuerzo. “Un poco de luz” se estrenó en el teatro del Centro Juvenil El Sitio de mi Recreo, en el distrito madrileño de Villa de Vallecas, frente a una audiencia entregada. Los nervios por la representación de la obra y por la reacción del público se disiparon al entrar en escena. "Me llevé una sorpresa cuando al acabar la obra, muchas personas se nos acercaban para felicitarnos por la fuerza con la que habíamos actuado", decía Valentina. "Ahí me di cuenta de que todo el esfuerzo había valido la pena".

Un resultado fantástico, aunque lo más importante haya sido el viaje, la energía, la atmósfera y la familia que los chicos han construido durante estos siete meses. "El resultado final, que para nosotras es lo menos importante, ha sido casi profesional y muy emotivo, demostrando la capacidad de superación de los chicos, su cercanía, su talento y su facultad para transmitir profundos sentimientos y crecer como personas”, destacan desde Iniciativas Sociales Kirikú.

Ahora la compañía sueña con seguir su viaje y poder hacer más representaciones. La amistad y los fuertes lazos creados entre los chicos ya son para siempre.