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Venezolanos desafían la pandemia para buscar un futuro mejor en Colombia

Historias

Venezolanos desafían la pandemia para buscar un futuro mejor en Colombia

En visita a Maicao, el Alto Comisionado Filippo Grandi pidió más apoyo para los países que acogen a millones desplazados venezolanos en medio de la crisis de COVID-19.
8 February 2021
En su visita a Colombia, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, Filippo Grandi, reiteró la importancia de la regularización de las personas refugiadas y migrantes procedentes de Venezuela para garantizar su inclusión en la sociedad y reconoció la importancia de las medidas que ya se están tomando para la protección de las personas que se vieron obligadas a desplazarse en el medio de la pandemia de COVID-19. La pequeña Franymar, quien necesita una cirugía para poder andar sin muletas, es una de las personas que se beneficiarán del proceso de regularización que el Gobierno de Colombia está poniendo en marcha.

Cuando la hija de Verónica Petit, Franyimar, tenía apenas un año, empezó a sufrir problemas de movilidad debido al crecimiento irregular de los huesos y tendones de su pie derecho. Los médicos le dijeron a Verónica que, de no ser operada, la pequeña Franyimar tendría que usar muletas el resto de su vida.


Pero esta venezolana de 26 años, madre soltera de cuatro hijos pequeños, no tenía los medios para obtener una cirugía especializada para la pequeña Franyimar, que ahora tiene cinco años, en su país. Ella sabía que su única posibilidad era buscar ayuda en el extranjero.

“Ellos (mis hijos) son el motor que me empuja hacia adelante”, dijo Verónica.

Su familia es una de las muchas que han buscado seguridad en Colombia. Se estima que 5,4 millones de refugiados y migrantes venezolanos están desplazados en el extranjero, tras huir de la escasez generalizada de alimentos y medicinas y de la inseguridad en su país. La situación en Venezuela representa una de las mayores crisis de desplazamiento de la historia reciente.

“Muchos venezolanos carecen de estatus legal. Esto significa que están marginados y son vulnerables a la explotación”.

Y aunque las restricciones impuestas por la COVID-19 frenaron brevemente el ritmo con el que los venezolanos estuvieron saliendo de su país el año pasado, muchos han vuelto a emprender el difícil viaje por la región, buscando satisfacer sus necesidades básicas. Las personas que llegan hoy a Colombia tienden a estar en circunstancias aún más graves que quienes huyeron hace dos años. Muchos venezolanos llegan exhaustos, debilitados y sin dinero, y a menudo no tienen otra opción que dormir en las calles o en las terminales de autobuses, donde corren un riesgo aún mayor de exponerse a la COVID-19.

En la ciudad de Maracaibo, al norte de Venezuela, Verónica realizaba trabajos esporádicos y apenas podía llevar comida a la mesa. Hambrientos y desesperados, la familia cruzó la frontera hacia Maicao, donde dormían en una estación de autobuses por las noches. Verónica empezó a trabajar para una mujer de la zona a cambio de una comida diaria, que dividía en cinco partes entre ella y sus hijos.

Con la ayuda de trabajadores de ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, Verónica y su familia consiguieron un alojamiento en el Centro de Asistencia Integral (CAI) de la ciudad. Creado por el Gobierno colombiano con el apoyo de la comunidad internacional, el centro de tránsito proporciona alojamiento temporal y asistencia de emergencia a las personas venezolanas sin hogar que, como Verónica, se encuentran en situación de vulnerabilidad.

Durante su visita al CAI de Maicao el pasado sábado, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, Filippo Grandi, tuvo la oportunidad de conocer a Verónica, junto con otras familias venezolanas que luchan por rehacer sus vidas. De los 1,7 millones de venezolanos que se encuentran actualmente en Colombia, más de la mitad se encuentra en situación irregular.

“Muchos venezolanos aún no han podido regularizar su estancia en Colombia y carecen de cualquier estatus legal en el país. Esto significa que no sólo están marginados, sino que también son vulnerables a la explotación”, dijo Grandi, subrayando que la regularización garantizaría un acceso más predecible al empleo y a servicios como la asistencia sanitaria y la educación.

“Espero que me regularicen aquí en Colombia para que mi hija pueda ser operada”.

La visita del Alto Comisionado se produce en un momento en el que los países de la región están luchando para hacer frente al impacto de la COVID-19, que ha cobrado cientos de miles de vidas en toda América Latina y ha dejado un saldo devastador en la economía de la región.

“Quiero enviar un mensaje de sincero agradecimiento al Gobierno y al pueblo de Colombia por su generosidad hacia los refugiados y migrantes venezolanos”, destacó Grandi. Sin embargo, señaló que esta generosidad no debe darse por sentada e hizo un firme llamamiento para que se preste más apoyo internacional a Colombia.

Verónica y sus hijos forman parte de los cientos de miles de refugiados y migrantes venezolanos sin estatus regular en Colombia. Esto le ha impedido conseguir un trabajo y matricular a sus hijos en la escuela. También ha impedido que la pequeña Franyimar reciba la atención médica que tanto necesita.

“Espero que me regularicen aquí en Colombia para que mi hija pueda ser operada, para que mis hijos vayan a la escuela y para poder trabajar y darles una vida mejor”, dijo Verónica, quien sueña con abrir su propia panadería algún día y servir el pastel de chocolate y otras delicias que están entre las comidas favoritas de sus hijos.