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Solicitante de asilo lucha contra de la discriminación en una clínica de salud en Belice

Historias

Solicitante de asilo lucha contra de la discriminación en una clínica de salud en Belice

La valentía de una solicitante de asilo al hablar en contra de la xenofobia cambió la percepción del personal de salud y el trato recibido por las personas refugiadas en la Policlínica de Bella Vista.
28 September 2022
Rosa camina por una calle en el pueblo de Independence con sus hijos, Susy y Gus, mientras se dirigen al Policlínico Bella Vista.

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Rosa* ya no duda antes de cruzar las puertas del Policlínico Bella Vista. Ella sonríe con confianza mientras lleva a su hijo Gus*, de un año, y a su hija Susy*, de 10 años, a sus chequeos.

No siempre fue así. Al llegar por primera vez a Belice con sus dos hijos, luego de verse obligada a huir de su El Salvador natal en 2021, Rosa recuerda que no se sintió bienvenida en el centro de salud.

“Necesitaba llevar a mi hijo a su consulta y vacunas, y cuando fui me hablaron muy duro”, explicó Rosa, recordando las miradas desagradables que recibió del personal y el tono de impaciencia que usaron después de darse cuenta de que Rosa no podía hablar inglés.

Se sintió incómoda durante su visita, pero Rosa sabía que tenía que seguir adelante por su hijo. “Nunca quise volver, pero debido a la necesidad de mantener sano a mi hijo, que tenía solo unos meses en ese momento, sabía que tenía que decir algo”.

Rosa recurrió a HUMANA People to People, uno de los socios de ACNUR en Belice, para pedir ayuda.

“No tuvimos otra opción por las amenazas de las pandillas”.

“Decidimos dar una charla con los trabajadores de la clínica sobre por qué nos vinimos de El Salvador; explicándoles que no queríamos irnos de nuestro país, pero no tuvimos otra opción por las amenazas de las pandillas”, dijo Rosa.

Rosa les describió cómo su esposo fue asesinado por pandilleros solo 22 días después del nacimiento de su hijo.

“Mi esposo venía de una tienda cerca de la casa”, recordó Rosa. Yo estaba fuera de nuestra casa, sentada con mi niño y la mamá de mi esposo, cuando oímos el gran tiroteo. 16 tiros le dieron”.

Después de compartir su historia con el personal de la policlínica, Rosa notó una gran diferencia en la manera en que la trataban.

“Ahora cuando llegamos, nos sentimos muy bienvenidos. Hasta el guardia de seguridad ha cambiado y hoy nos saluda con amor”.

La Policlínica de Bella Vista, ubicada en el pueblo de Independence, fue donde Rosa y el socio de ACNUR HUMANA People to People se reunieron con el personal de la clínica para compartir por qué Rosa y otros solicitantes de asilo se vieron obligados a huir de sus hogares.

Amy Méndez* es una asistente de atención al paciente que ha estado trabajando en la Policlínica Bella Vista durante los últimos tres años. Ella fue una de las integrantes del personal presente durante la presentación ofrecida por HUMANA y Rosa.

"La capacitación fue una llamada de atención para recordarles a todos que nuestro trabajo como trabajadores de la salud es servir a las personas independientemente de su origen étnico, raza, género, condición y nacionalidad. Me alegra que se haya enfatizado que las personas refugiadas tienen los mismos derechos que las beliceñas, porque esa lección hizo que el personal cambiara para mejor. Desde ese día el personal ha sido más humano con los solicitantes de asilo”, recordó Amy.

Según Rosa, también otras personas solicitantes de asilo notaron un cambio de actitud en la Policlínica Bella Vista.

Sin embargo, algunas heridas son difíciles de curar. Incluso después de que pudo marcar la diferencia en el Policlínico Bella Vista, Rosa y su familia aún luchaban contra el trauma de perder a su amado esposo y padre.

“Susy se despertaba llorando y gritando. O se reía incómodamente cuando hablaba de su padre. Yo soy la que encontró su cuerpo. Ha sido muy difícil para nosotras superar ese día”, explicó Rosa.

“Ahora cuando llegamos, nos sentimos muy bienvenidos”.

A través del socio HUMANA People to People, ACNUR pudo apoyar a Rosa y sus hijos brindándoles apoyo psicosocial. Rosa ha visto una mejora notable en Susy desde que comenzó a asistir al programa. Rosa admite que estas sesiones también la han ayudado a ella, pero aún llora a su esposo.

Luego del asesinato de su esposo, los pandilleros comenzaron a pedirle a Rosa un cobro de $100 dólares mensuales para que la “protegieran”. Ella no tenía ese dinero. Huyó de su casa a otro lugar en El Salvador, pero las pandillas pronto la encontraron y se dio cuenta de que ella y sus hijos ya no estaban seguros en su país.

Fue entonces cuando decidió huir a Belice con sus hijos. Eligió Belice por la seguridad que había oído que ofrece Belice, y quería encontrar un lugar pacífico para que crecieran sus hijos.

“Mi esperanza es que mis hijos puedan ir a la escuela aquí en Belice y que mi pequeño negocio de vender ropa pueda crecer”, dijo Rosa.

Belice alberga actualmente a más de 4.000 personas refugiadas y solicitantes de asilo, que en su mayoría huyeron de la violencia y la persecución de las pandillas en Centroamérica. Muchos son acogidos por comunidades como el pueblo de Bella Vista, ubicado en el sur del distrito de Toledo.

Ahora, cuando Rosa entra a la policlínica, sonríe mientras empuja las puertas de entrada. Ella sabe que es bienvenida.

*Los nombres se han cambiado por motivos de protección.