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Las familias refugiadas enriquecen y revitalizan pueblos de la España rural

Historias

Las familias refugiadas enriquecen y revitalizan pueblos de la España rural

La Asociación Pueblos con Futuro identifica familias refugiadas y migrantes interesadas en vivir en el medio rural y hace la conexión con pueblos de España que buscan incrementar su población y ofrecen a cambio oportunidades laborales.
9 May 2023
La familia Márquez en Pareja, Guadalajara.

La familia Márquez vive en Pareja, Guadalajara, adonde llegaron gracias a la Asociación Pueblos con Futuro, que identifica a familias refugiadas y migrantes en España interesadas en vivir en el medio rural.

Ángel coge su abrigo antes de salir de casa. Son casi las dos de la tarde y fuera hace apenas 8 grados. En los escasos 300 metros que separan su casa del colegio en el que estudian sus dos hijos, no se cruza con nadie.

Estamos en Pareja, un pueblo situado en la Ribera de la Alcarria, en Guadalajara, donde, según el último padrón de 2022, hay 463 habitantes. Cuatro de ellos son la familia Márquez: Ángel, Zaida, Sebas y Santi, que llegaron desde Venezuela en junio de 2020. 

Al doblar la esquina de la tienda del pueblo, Ángel ve desde lejos a su hijo Sebas, de seis años, que sale del colegio y se lanza corriendo a los brazos de su padre. En la puerta, unos cinco adultos esperan también a sus hijos. “Ángel, ¿podrías ayudarme con una cosa?”, le dice uno de sus vecinos, y charlan mientras espera a que salga Santi el benjamín de la familia, de cuatro años.

La familia Márquez aterrizó en España en 2019, justo antes de que estallara la pandemia y se impusiera el confinamiento. Al llegar a Madrid, la ciudad se les vino encima. Necesitaban encontrar una casa y un trabajo, pero también salir de la gran urbe. “Habíamos escuchado que buscaban a gente para repoblar pueblos, pero no sabíamos cómo hacerlo, no teníamos los contactos”, recuerda Zaida desde el salón de su casa, ahora en Pareja.

Necesitamos encontrar lugares dispuestos a acoger con vivienda más económica [que en las grandes ciudades] y posibilidad de trabajo estable

Buscaron por internet, preguntaron entre la gente que empezaban a conocer en la ciudad, “y un día Doris nos llamó y para nosotros fue una gran emoción, como un milagro”, recuerda Ángel.

Se refiere a Doris Castillo, socia-fundadora de Pueblos con Futuro, una asociación que ayuda a conectar a familias vulnerables que buscan casa y trabajo estable en el medio rural, con pueblos de la España vaciada que necesitan mitigar su despoblación.

“La idea surge de la necesidad de búsqueda de empleo de muchas personas migrantes y refugiadas en riesgo de exclusión”, cuenta Doris. “Necesitamos encontrar lugares dispuestos a acoger con vivienda más económica [que en las grandes ciudades] y posibilidad de trabajo estable”.

Desde que comenzaron la actividad, hace unos tres años, más de 20 familias se han instalado en más de una docena de pueblos de Guadalajara, Cuenca, Zamora y Madrid. Más allá de la riqueza personal y cultural que aportan, la llegada de estas familias supone una revitalización para los municipios, pues gracias, ellas y sus hijos, se han podido mantener abiertas las escuelas y se han cubierto plazas de empleo, principalmente en la construcción, el cuidado de mayores, agricultura y ganadería. Muchas familias refugiadas y migrantes, además, se han encargado de la gestión del bar del pueblo, que para Doris “es fundamental porque da mucha vida al pueblo”.

Pero este programa no es para todos. El proceso de derivación comienza por concretar bien por un lado los compromisos y ofrecimientos de los ayuntamientos y, por otro, los aspectos culturales, idioma, así como el bagaje sociolaboral de las familias. Desde Pueblos con Futuro hacen hincapié en la importancia de la preparación previa, de ajustar las expectativas en ambos sentidos y asegurar que los refugiados tengan claridad sobre lo que significa vivir en el medio rural. “El proceso de selección tarda. No es una cosa sencilla, porque necesitamos ver de verdad que el proyecto de vida de las familias vaya en consonancia con la vida del pueblo y posteriormente hacemos un seguimiento personalizado del proceso de integración”, explica Doris. 

Ángel y Zaida vivían en una zona rural en su Venezuela natal, en el Estado de Barinas. Tenían una finca de casi 40 hectáreas, con su casa, su huerto y sus animales.  Aunque ambos tenían estudios como profesores y se dedicaban a la docencia, pero la tierra y el ganado eran el principal sustento de la familia.

Pero la difícil situación sociopolítica en Venezuela les empujó a salir del país. “Estuvimos más de un año pensándolo y, al final, nos decidimos, sobre todo por los niños, porque una como madre, pues quiere darle seguridad y un futuro” explica Zaida. Ya en España, pidieron asilo y el gobierno les ha concedido la autorización de residencia y trabajo por razones humanitarias en atención a la situación actual en Venezuela.

La familia Márquez fue de las pioneras en este programa y lleva casi tres años en Pareja. Ángel trabaja en una granja de una pedanía cercana y Zaida en la Vivienda de Mayores de Pareja, donde prepara y sirve las comidas mientras atiende las necesidades de los mayores que residen allí. “Me gusta mucho charlar con las personas mayores, porque para mí ellos son como un libro viviente. Tienen mucho que contar y yo que aprender”, explica.

El alcalde de Pareja, Javier del Río, ha destacado que la familia Márquez se ha integrado muy bien y que contribuyen al futuro del pueblo. Valora mucho que, gracias a la presencia de estas familias extranjeras se haya incrementado considerablemente el número de alumnos de la escuela, remarcando que este programa es un beneficio para todos.

Doris, también lo ve claro, “el pueblo mejora siempre, desde el momento en que tiene apertura de mente y de corazón para acoger a personas que no son iguales, que son de otros lugares”, explica Doris.

“Estamos muy contentos rodeados de naturaleza, escuchando el canto de los pájaros. Aquí la gente es muy armoniosa y nos han recibido con los brazos abiertos, nos han ayudado siempre que lo hemos necesitado”, dice Ángel. Algo en lo que Zaida también está de acuerdo: “Quieren mucho a los niños, les gusta que haya niños en el pueblo. Para ellos es ver vida”.

Dejar la vida de uno atrás, toda una vida, es muy duro y, bueno, a veces duele, pero la vida continúa y hay que seguir

En casa de esta familia, Venezuela está siempre presente: en un mapa político colgado en la pared del salón, en el olor a sopa de carne y verdura con arroz que llega desde la cocina, en los dibujos que Ángel ha pintado de su finca, de sus caballos … Sobre la chimenea cuelga un cuatro, instrumento de cuerda que acompaña los ritmos folclóricos venezolanos, con el que Ángel compone canciones dedicadas a Venezuela, a la naturaleza, al amor y con el que ahora también canta a la Alcarria y a Pareja, que considera su segunda patria. Sebas y Santi, cantan a dúo las composiciones de su padre y hacen sus pinitos con el cuatro y las maracas.

“La salida de Venezuela fue muy difícil. Dejé lágrimas por el camino”, recuerda Ángel, visiblemente emocionado. “Dejar la vida de uno atrás, toda una vida, es muy duro y, bueno, a veces duele, pero la vida continúa y hay que seguir.”

“Para mi Pareja es paz, tranquilidad y seguridad. En el futuro no sé qué pasará, pero yo ahora lo que quiero es seguir viviendo en Pareja”, explica Zaida.