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16 Días de Activismo: Parejas de la RDC contra el estigma de las violaciones

Historias

16 Días de Activismo: Parejas de la RDC contra el estigma de las violaciones

A local humanitarian organization, backed by UNHCR, is working in eastern Congo to persuade the husbands of raped women to take them back. [for translation]
30 November 2011
Una mujer vuelve a casa con un hato de leña para quemar. En la región oriental de la República Democrática del Congo la violencia contra las mujeres es una amenaza concreta.

KAVUMU, República Democrática del Congo, 30 de noviembre (ACNUR) – Las violaciones son moneda corriente en muchas zonas del este de la RDC, pero para muchas de las mujeres víctimas, lo que viene después es aun mucho peor.

Al trauma y los problemas de salud se suma el abandono por parte de maridos y familiares, que las consideran en cierta medida responsables de lo que les ha ocurrido. Muchas se ven obligadas a huir hacia las tierras del este en las que hay enfrentamientos armados, con lo que el trauma se añade al trauma y el horror al horror.

"No podía vivir con una que había sido violada por los Interahamwe [en dialecto kynarwanda, milicias formadas principalmente por hutus]", dice Simon*, 29 años. Su esposa Angelique, de 35, fue agredida en 2007 mientras volvía del mercado en la provincia de Kuvu Meridional por miembros de esa organización, pero a él le preocupaba más el peligro de ser contagiado por el VIH que el bienestar de ella.

Para Jean-Paul*, 50 años, el conflicto era todavía más grave. A su mujer Sylvie, de 49, la violaron en su presencia. "Me quedé traumatizado y nunca más las cosas fueron como antes. En la casa había como otro olor", dice. Por eso y porque "no podía hacer sexo con una mujer que había sido violada", abandonó a su familia, le explica a ACNUR aunque le cuesta hablar de lo que ha pasado.

En las aldeas de la región oriental hay una infinidad de historias parecidas. Un número muy pequeño de parejas están volviendo a vivir juntas gracias al grupo local de ayuda humanitaria CAMPS (acrónimo en francés de Centro de Asistencia Médica y Psicosocial). Esta pequeña agencia apoyada por ACNUR trabaja en la prevención de la violencia sexual y de género en toda la región oriental y además ofrece apoyo a las víctimas, sean éstas desplazadas forzosas o no.

Simon, Angelique, Jean-Paul y Sylvie han logrado rearmar su vida conyugal gracias a CAMPS, pero la reconciliación es un proceso complejo, difícil y lento que se hace prácticamente imposible si la mujer se queda embarazada o da positiva al VIH.

Cuando la atacaron los milicianos Angelique estaba volviendo con otras 15 mujeres de vender en el mercado los productos de las huertas. Sintió una verguenza tan fuerte que anduvo una semana vagando por la selva antes de regresar a casa.

"No le dije nada a mi marido. Me fui a la cama, me sentía enferma y no comía", recuerda Angelique llorando. Al final Simon descubrió la verdad, pero en lugar de mostrar comprensión, " tomó todas mis cosas y me echó de la casa con mis cuatro hijos. Me dijo que me había contagiado, que tenía VIH". Angelique buscó refugio para su familia, pero su padre y sus hermanos fueron tan comprensivos como su marido. "Quería buscar veneno para matarme", confiesa. Al final su madre se conmovió y le ofreció quedarse.

El personal de CAMPS investiga los casos de violaciones y trata de convencer a los maridos que han echado a sus esposas de que deben verlas como víctimas. Su trabajo ya está dando resultados: la mitad de las 800 parejas interpeladas desde enero se han reconciliado.

Simon había estado tres años separado de Angelique cuando CAMPS lo llamó. "Les dije que no me interesaba, querían que les hablara de mi mujer, pero les contesté que ahora ella debía irse a vivir con el otro al bosque", recuerda.

Sin embargo, Simon decidió superar la indiferencia inicial y asistir a las sesiones de CAMPS. Comenzó a cambiar de idea después de escuchar a los consejeros y de hablar con otros maridos que habían aceptado el regreso de sus esposas. Ahora piensa que su mujer no tuvo la culpa de nada. Por su parte Angelique sigue recordando la agresión durante la entrevista y comienza a llorar: "Me enfermo con facilidad y se alguien corre detrás de mí, me echo a correr".

Simon y Angelique llevan ya ocho meses viviendo juntos y dicen que tienen armonía, pero algunas cosas han cambiado: "Le he prohibido salir a vender al mercado, ella debe quedarse en la casa", dice. Pero el puesto del mercado era la principal fuente de ingresos de la familia y hoy tienen dificultades para salir adelante.

También Jean-Paul ha cambiado de idea viendo como se comportaban sus pares. "Me ayudaron los otros hombres que volvieron con sus familias", admite, "pero la decisión final la tomé al saber que ella era negativa al VIH".

Bagalwa Dieudonné, consejero veterano de CAMPS, dice que es raro que la pareja vuelva a formarse cuando la mujer vive con VIH. Cita un caso en el que el amor parece haberlo superado todo, pero nota que "han dejado de hacer sexo". En esta sociedad patriarcal en la que los hombres se niegan a usar condones, la mitad de la batalla consiste en modificar ciertas actitudes.

* Nombres cambiados por motivos de protección

Por Céline Schmitt desde Kavumu, República Democrática de Congo