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Becas DAFI abren puertas para la integración en Ecuador

Historias

Becas DAFI abren puertas para la integración en Ecuador

Después de doce años en Ecuador, Teresa ha cumplido su sueño. Esta doctora de 30 años, refugiada colombiana en el país andino, llegó con toda su familia y apenas unas maletas.
10 October 2012
Como Teresa, hoy cerca de sesenta jóvenes refugiadas y refugiados están cursando o han terminado sus estudios universitarios gracias al programa DAFI en Ecuador.

QUITO, Ecuador, 10 de octubre (ACNUR) – Después de doce años en Ecuador, Teresa* ha cumplido su sueño. Esta doctora de 30 años, refugiada colombiana en el país andino, llegó con toda su familia y apenas unas maletas. Hoy, gracias a una beca DAFI, la llamada "Iniciativa Académica Alemana para Refugiados Albert Einstein", ha terminado la licenciatura en atención en emergencias y trabaja en un hospital público.

"Aunque fue difícil, en Ecuador he encontrado amigos, gente con quien me entiendo. En mi ciudad natal estaba enjaulada, apenas podía salir por la inseguridad", explica esta joven, que llegó al país después de las amenazas que sufriera su padre.

"Para que nos costara menos a mí y mis hermanos, mis padres dijeron que veníamos a estudiar. Aunque, en realidad, cuando llegamos no teníamos ni dónde dormir, y tuve que ponerme a trabajar con mi madre para ayudar a la familia".

Como Teresa, hoy cerca de sesenta jóvenes refugiadas y refugiados están cursando o han terminado sus estudios universitarios en Ecuador. El programa DAFI, que cumple 20 años desde que ACNUR lo creara gracias al apoyo del Estado alemán, hoy apoya a unos 1.700 estudiantes en 39 países del mundo.

"El acceso a la educación te abre un mundo de oportunidades. De conocer gente e integrarte, además de ampliar tus esperanzas de futuro. Hoy yo puedo ayudar mejor a mi familia, e incluso gracias a mi nuevo trabajo ahora ellos pueden tener un restaurante para trabajar", añade Teresa que no para de sonreír, mientras explica cómo hizo hasta conseguir esta beca.

"Con esfuerzo ahorramos y estudié dos semestres Medicina. Me fue bien, pero un problema familiar me afectó bastante, y terminé abandonando. Cuando quise matricularme de nuevo, ya no pudimos reunir la plata." Era el año 2005, y Teresa tuvo suerte: conoció el programa DAFI coordinado en Ecuador por la Organización Hebrea de ayuda para Inmigrantes y Refugiados (HIAS).

"De algo tenía que servir haber sido siempre buena estudiante", asegura, ella que fue una de las primeras becadas del programa en un país que acoge la mayor población refugiada de América Latina, alrededor de 56.000 personas.

"La universidad me ayudó mucho, aunque no es igual para todos. Mis hermanos, más pequeños, han tenido muchas dificultades para integrarse en el sistema educativo. A veces son los profesores, o los compañeros, quienes te señalan por ser colombiano", asegura.

"Yo no me molesto, sé que estoy aportando. Soy voluntaria en emergencias, y ésa es una manera de contribuir también en este país que nos ha acogido", asegura. "Sólo una vez un señor bastante enfermo no quiso que yo le atendiera. Pero sé que es un caso entre muchos otros que agradecen mi esfuerzo".

La falta de recursos, la dificultad para tener todos los documentos relativos al nivel educativo, o las trabas administrativas por el hecho de contar con una visa de refugio, hacen que la juventud refugiada y solicitante de asilo enfrente en el Ecuador un horizonte complejo.

"Sin duda, el apoyo a la juventud, su inserción educativa y la oferta en capacitación profesional son ámbitos en los que se debe seguir trabajando para favorecer la integración de una población refugiada donde el 23% tienen menos de 18 años", señala Jozef Merkx, Representante Adjunto del ACNUR en el país.

Como explica Teresa, después de más de una década en el país, su vida está en Ecuador.

"La familia sigue en Colombia, y allí están mis raíces. Pero aquí he conseguido integrarme, y sólo el pensar en regresar me hace sentir temor".

Al igual que la mayoría de la población refugiada en el país, Teresa no desea regresar a su país de origen y apuesta por una integración a largo plazo. Ella seguirá trabajando y manejando como voluntaria una ambulancia de emergencias en las noches. "Quiero seguir estudiando, hacer una maestría, formar una familia. Mi vida está aquí".

Por Sonia Aguilar en Quito, Ecuador

*Nombre modificado por motivos de confidencialidad