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Colombia: Los indígenas Wounaan y ACNUR socios por la equidad de género

Historias

Colombia: Los indígenas Wounaan y ACNUR socios por la equidad de género

ACNUR promueve la equidad de género en las comunidades del Bajo Baudó y la prevención de la violencia contra las mujeres en el contexto del desplazamiento y del conflicto interno.
19 October 2011
Participantes del taller con ACNUR plasman sus ideas sobre cómo se produce la discriminación contra la mujer en la comunidades Embera y Wounaan del Bajo Baudó.

COMUNIDAD DE UNIÓN PITALITO, municipio del Bajo Baudó, Chocó, Colombia 11 de octubre de 2011 (ACNUR) – Khir Jug Iur, reza el título de una cartelera llena de ideas sobre los derechos de las mujeres, colgada en el salón donde se desarrolla la Asamblea de la Asociación de Comunidades Indígenas del Bajo Baudó (ASAIBA).

Esta expresión, que en la lengua Wounaan quiere decir "una nueva experiencia", resume lo que ha significado para representantes de 11 comunidades de la etnia Wounaan y tres comunidades Embera de la zona el proyecto Maach Jeb III – nuestra casa o nuestro territorio – apoyado por ACNUR y consistente en un proceso de fortalecimiento organizativo para alcanzar la equidad de género en la convivencia diaria de esta organización indígena, buscando que las mujeres puedan afrontar los riesgos que les impone el conflicto armado.

"Ahora sabemos que hombre y mujer tenemos derechos, y que no pueden sobrepasarse unos sobre otros, pues todo derecho tiene un límite", asegura una joven Wounaan que ha asistido a casi todos los talleres realizados por ACNUR en los territorios étnicos del municipio del Bajo Baudó. Para que ella y sus compañeras puedan hacerlo, un grupo de hombres de la comunidad dedica la mañana de cada día de estas jornadas a cocinar para todos.

"La consulta previa y el Auto 092 de la Corte Constitucional han sido los temas más importantes para mí, pues antes las mujeres nos sentíamos abandonadas y sin derechos. Sólo se sabía que nosotros estábamos para tener hijos y estar pendientes de los maridos. El Auto nos muestra entonces la igualdad, la posibilidad para hombre y mujer de estudiar y superarse", explica Lucía.

A través de la metodología de trabajos en grupo y discusiones abiertas, en el marco de las Asambleas, los representantes de las casi 3.000 personas que hacen parte de ASAIBA han abarcado temas tan diversos como las convenciones internacionales sobre los derechos de las mujeres y hoy conceptos como "violencia física", "violencia psicológica" y "violación" les son muy familiares.

De hecho, a través de un dramatizado que prepararon para el taller con ACNUR, aplicaron el concepto de igualdad a través de la representación de una fiesta en la que un marido le reprocha a su mujer por estarse divirtiendo, y ésta se presenta ante los directivos de su Asociación para reclamar que, según lo aprendido en los talleres, ella también tiene derecho al ocio.

"Ya sabemos más. Por eso ahora ya las mujeres hablamos, aunque sea un poquito, en la mayoría de las reuniones, pues sabemos que hay cosas importantes que tenemos para decir", explica una mujer Wounaan desplazada de la vereda Unión Wounaan (municipio de Medio San Juan, departamento del Chocó) en el 2009, debido a la violencia. "Nos tocó dejar todo lo que teníamos, pero cuando llegamos me sentí bien, porque mis hijos pudieron olvidar el dolor y empezar de nuevo muy pronto", explica.

El proyecto Maach Jeb III tiene un alcance ambicioso: lograr una revisión profunda del reglamento interno de las comunidades para que éste refleje una verdadera equidad entre los géneros. Como resultados previos, una mujer ya hace parte del Consejo de Justicia y otra fue fiscal de la comunidad.

Estos logros son el resultado de un trabajo que inició hace más de dos años, época en la cual ACNUR empezó a fortalecer la estrategia de prevención y protección al desplazamiento de las comunidades de ASAIBA. En este marco, fueron construidos tres albergues temporales (Dichaar Di en lengua Maach Meu) para familias desplazadas, dotados de todos los servicios, para reafirmar la concepción de los Wounaan y Embera con respecto al desplazamiento: "La permanencia en el territorio". Estos albergues también han sido utilizados por comunidades afrocolombianas que han sido forzadas a desplazarse.

"El territorio propio es fundamental para los Embera y Wounaan. Por eso optan, gracias a su autonomía, por quedarse en sus resguardos, y los Dichaar Di son clave para garantizarlo", explica César Mesa, funcionario del ACNUR en Quibdó y responsable del proceso con ASAIBA, mientras observa otra dramatización montada por los indígenas sobre las rutas de protección al momento del desplazamiento, que refleja la realidad de los 544 desplazados por la violencia expulsados del municipio entre 2010 y el 31 de agosto de 2011, la mayoría de ellos indígenas o afrocolombianos.

La situación de conflicto de la zona ha generado dificultades para las comunidades indígenas, pues los grupos armados no les permiten cazar ni cultivar lejos del resguardo. "Por esa causa las fincas de arriba tuvimos que dejarlas olvidadas", cuenta el presidente de la ASAIBA. Debido a esta situación, organizaciones como la Fundación Panamericana para el Desarrollo (FUPAD), FAO y la misma Acción Social han apoyado a la comunidad con proyectos de siembra, considerando la cultura y las tradiciones locales.

Estas mismas tradiciones se ven reflejadas en las parumas de lienzo que visten a las mujeres que realizan la rogativa, una oración a Dios liderada por los Jaibanás o médicos tradicionales. Todos los participantes, pintados con la tinta natural de Jagua y vestidos con collares de chakiras, cantan y piden que "el viento divino sople sobre el Chocó" y les ayude a mantener su cultura. Por lo menos por ahora, todos los miembros de la comunidad conservan su lengua nativa.

"Aquí estamos rogando por todos, porque el conflicto armado desaparezca de nuestra tierra y nos permita vivir en paz en nuestros suelos, donde todo lo tenemos", dice otro de los líderes de la ASAIBA, asociación que está proyectando el bienestar de sus miembros hacia empresas de comercialización de artesanías, e incluso una de venta de arroz.

Por Catalina Román en Unión Pitalito (Bajo Baudó, Chocó)