Diversidad en Acción: cuando el arte es un refugio para las personas LGTBIQ+ forzadas a huir
Diversidad en Acción: cuando el arte es un refugio para las personas LGTBIQ+ forzadas a huir
Kevin Jorges, Fabiana Hernández y Ru Romero son artistas y fundadores del Laboratorio de la Diversidad, una asociación creada por y para personas refugiadas y migrantes LGTBIQ+, que emplea el arte como herramienta de empoderamiento e inclusión.
Cuando Ru, Fabiana y Kevin se unieron para crear el Laboratorio de la Diversidad, sus caminos ya se habían entrelazado con experiencias compartidas. Llegados desde Venezuela y México, sus historias de desplazamiento tienen en común los prejuicios, la discriminación, las amenazas o la persecución contra las personas LGTBIQ+. Pero también, una fortaleza que les ha empujado a llegar donde están hoy, que les une, y que es la semilla que da vida su proyecto: el poder del arte para sanar, para expresarse, para tejer comunidades y para cambiar el mundo.
El Laboratorio de la Diversidad nace así: como una asociación creada por y para personas refugiadas y migrantes LGTBIQ+, que busca encontrar soluciones y responder a las necesidades desde la perspectiva de las personas que experimentan el desplazamiento. Y que, para ello, usa la expresión artística como herramienta de empoderamiento, de inclusión, y también de sensibilización.
En palabras de Ru Romero, que preside el Laboratorio, es un proyecto que “empodera a las personas refugiadas, solicitantes de asilo y migrantes para que tengan derecho a soñar con ser artistas y creer de nuevo en sí mismas y en su talento, no solo como algo que tenían en el pasado, sino con proyección al futuro”.
Para eso, el Laboratorio organiza formaciones y actividades que van desde la interpretación teatral, la performance, la fotografía o el documental para contar la diversidad. Para expresar las distintas intereseccionalidades, es decir, las distintas barreras a las que se enfrentan las personas por tener una orientación sexual, identidad de género, expresión de género y/o características sexuales diversas, por estar racializadas o por proceder de otros países, entre otras. Y también, para sensibilizar a la comunidad de acogida, contando las historias de quienes se ven forzadas a huir por ser quienes son.

Ru y Kevin, junto a Fernanda Espuga, referente de protección comunitaria de ACNUR España, durante una de las sesiones teóricas de Diversidad en Acción.
Es el caso de Fabiana Hernández, mujer trans artista y activista por los derechos humanos, y una de las fundadoras del Laboratorio de la Diversidad. Periodista de formación, para Fabiana la cultura fue un refugio desde niña, cuando fue consciente de que era diferente, y cuando comenzó a sufrir violencias y discriminación por su identidad de género. Entonces, la palabra y el teatro fueron un salvavidas, primero tras el que ocultarse; después, como herramientas con las que mostrarse tal como era y, finalmente, para convertirse en portavoz de una causa: la lucha por los derechos de las personas LGTBIQ+ en su región y, sobre todo de las personas trans. Un activismo que la puso en la diana de amenazas, y finalmente ataques, que la forzaron a abandonar su país y no regresar.
Para ella, el Laboratorio es también una herramienta “para proveer información veraz y objetiva para que las personas puedan hacer valer sus derechos, que son, al fin y al cabo, derechos humanos”.
Kevin Jorges, Fabiana Hernández y Ru Romero son artistas y fundadores del Laboratorio de la Diversidad, una asociación creada por y para personas refugiadas y migrantes LGTBIQ+, que emplea el arte como herramienta de empoderamiento e inclusión.
Con Fabiana, Ru comparte el compromiso de defender los derechos humanos, en su caso, desde el ámbito jurídico. Su trayectoria ha estado marcada por la convicción de que la justicia no se limita a leyes o discursos, sino que también se construye en la vida cotidiana, en la libertad de ser y existir sin que la identidad tenga que ajustarse a convenciones sociales.
Ese mismo compromiso lo ha llevado a trabajar en la defensa de los derechos de las personas LGTBIQ+ y refugiadas, de las mujeres víctimas de violencia, así como a promover el desarme, la paz y la convivencia ciudadana, o contribuir a la creación de refugios y centros de atención por la igualdad de género, convencido de que los derechos humanos empiezan allí donde cada persona puede vivir con dignidad y libertad. Una libertad que vio amenazada en su propio caso por la discriminación y la LGTBIQfobia, lo que lo empujó a buscar refugio en España.
Como Fabiana, como Ru, hay muchas personas en todo el mundo que sufren persecución, o el riesgo de sufrirla, por su orientación sexual, identidad de género, expresión de género y/o características sexuales diversas. Una persecución que puede ir desde la discriminación, el ostracismo o el no poder expresarse libremente, a las agresiones o las amenazas a la vida o a la integridad, y que puede partir del Estado, pero también de la comunidad o la propia familia. En ese sentido, la Convención de Ginebra de 1951 sobre el Estatuto de los Refugiados reconoce esta persecución como motivo para contar con la protección que otorga el asilo, siendo una de las causas más habituales para el reconocimiento de la condición de refugiado en España.
Sin embargo, llegar a un país seguro no es el último de los obstáculos a los que Ru, Fabiana o Kevin tuvieron que enfrentarse. El duelo migratorio, la precariedad y el acceso al empleo son nuevas barreras a las que hicieron frente en el país de acogida, y para las que el arte fue una ayuda fundamental.
“Para mí el teatro es mi religión, porque obtienes herramientas para comunicarte con el otro, para relacionarte y para autoayudarte. Eso me ha ayudado a que el golpe no sea tan duro, aunque el golpe siempre está”, recuerda Kevin Jorges, actor venezolano que, durante quince años, conquistó éxito tras éxito, premio tras premio, en la escena teatral de su país, y que hoy persigue el sueño de dedicarse plenamente al arte en España. Un sueño que el Laboratorio de la Diversidad quiere impulsar para todas las personas que participan en Diversidad en Acción, el proyecto de formación y creación artística que contó con el apoyo de ACNUR en 2024 a través de sus ayudas al emprendimiento social liderado por personas refugiadas.
Porque más allá de su dimensión emocional, proporcionando herramientas para expresar tanto los duelos como el talento de las personas refugiadas y migrantes LGTBIQ+, y que sirve además para sensibilizar a la comunidad local, el Laboratorio de la Diversidad es también un recurso para el empleo en un sector al que es difícil acceder sin contactos previos: el de las industrias culturales. Dónde buscar oportunidades, cómo buscarlas, y crear una red de contactos son algunos de los aspectos tratados en un programa que quiere ser un trampolín para que las personas refugiadas y migrantes puedan dar el salto a una vocación que no tiene por qué morir al desplazarse.
El Laboratorio de la Diversidad, con su huella en forma de exposiciones, de documentales, de testimonios, es una buena prueba de ello. En el arte, en la vida, siempre es posible y necesario seguir soñando.