Cerrar sites icon close
Search form

Search for the country site.

Country profile

Country website

El agua devuelve la vida a una castigada aldea de Sudán del Sur

Historias

El agua devuelve la vida a una castigada aldea de Sudán del Sur

ACNUR hace posible que cientos de aldeanos se vayan a casa perforando dos pozos para reemplazar una corriente contaminada en los combates recientes.
26 February 2014
Hawa señala un impacto de bala en la pared de su choza. Lo descubrió cuando volvió a su casa a comprobar los daños. Ella y toda su comunidad huyeron de la aldea de Amadi para buscar seguridad en el asentamiento de refugiados de Gorom a mediados de enero.

AMADI, Sudán del Sur, 26 de febrero de 2014 (ACNUR) – ¿Querrías vivir en un pueblo donde los cadáveres han contaminado la única fuente de agua? Ése es el problema que tuvieron que afrontar los habitantes de Amadi cuando intentaron regresar a sus hogares durante una tregua en mitad de la oleada de violencia que ha sacudido Sudán del Sur durante los últimos tres meses.

"Cuando nuestros maridos y los jóvenes de la aldea volvieron para comprobar los daños una vez cesaron los disparos, se encontraron con cadáveres de soldados y civiles por los campos de mandioca y en las corrientes de los ríos de donde tomamos el agua", recuerda Hawa Ladu*, madre de seis hijos.

Esta pequeña aldea a 25 kilómetros de la capital de Sudán del Sur, Juba, está situada, por suerte para sus habitantes, a unos 3 kilómetros del asentamiento de refugiados de Gorom, hogar de 2.500 refugiados etíopes. Fue un lugar seguro cuando el pueblo de Amadi se vio envuelto en la violencia que estalló en el país el pasado diciembre.

Según cuenta Hawa, durante un tiempo los habitantes de Amadi soportaron los saqueos de comida por parte de fuerzas opositoras que les robaban "incluso el estofado de nuestros platos". A veces los soldados ordenaban descaradamente a la gente que les llevaran los alimentos saqueados a sus campos improvisados.

Pero cuando la guerra llegó a su aldea a mediados de enero, fue el momento de huir. "Las balas zumbaban por el aire y algunas impactaron en nuestras paredes cuando los soldados avanzaron sobre Amadi", dice Hawa. Ella, su marido y sus hijos huyeron al cercano asentamiento de Gorom.Consideraban Gorom como el lugar más seguro donde buscar refugio "porque allí está ACNUR", dice.

Más de 730 mujeres y niños de la aldea se trasladaron a la escuela primaria del asentamiento."Cuando huimos al asentamiento los refugiados en general nos ayudaron y acomodaron porque sabían lo que estaba ocurriendo", cuenta Hawa.

Cuando los combates en Amadi finalizaron, se planteó el retorno de los habitantes a la aldea. Pero ¿cómo podrían regresar cuando no había agua potable en su aldea? Una misión de evaluación de ACNUR confirmó lo que ya habían descubierto los habitantes de Amadi: los cadáveres en descomposición estaban contaminando el agua.

Para que los habitantes de Amadi pudieran regresar a su aldea, la prioridad era localizar puntos de agua alternativos.

La organización ACROSS, socia de ACNUR, localizó una compañía de perforación de pozos de agua y en un par de semanas el pueblo tuvo dos pozos operativos para satisfacer las necesidades de Amadi. Entonces los hombres llegaron primero para valorar la situación de seguridad y más tarde lo hicieron sus familias.

"No puedo explicar lo agradecida que estoy por estos pozos que ACNUR nos ha facilitado, y la vergüenza que me da tener que seguir pidiendo ayuda. ¡Pero no tenemos elección!", decía Hawa, ya que sus aperos de labranza fueron saqueados junto con sus alimentos y el grano.

Los habitantes del pueblo están ocupados recolectando los últimos tubérculos de yuca que quedan en el suelo: una provisión modesta que les permitirá salir adelante durante el largo periodo de lluvias estacionales.

"La vida tal y como la conocíamos ha cambiado a peor", se lamenta Hawa. "Nos sentimos desamparados y temerosos, mientras esperamos que la situación se resuelva en nuestro país. ¿Pero cuándo será? Eso sólo Dios y los que toman decisiones en el país lo saben".

*Nombre cambiado por motivos de protección.

Por Pumla Rulashe en Amadi, Sudán del Sur