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La agonía de Alepo sigue a los refugiados sirios en el exilio

Historias

La agonía de Alepo sigue a los refugiados sirios en el exilio

El ACNUR y 17 socios lanzaron un Plan Regional de Respuesta para proteger y ayudar hasta 200.000 refugiados burundeses en los países vecinos.
24 November 2016
Alaa ha pasado 4 años en Líbano sufriendo por los seres amados que ha perdido y preocupada por quienes aún quedan.

BEIRUT, Líbano, 24 de noviembre de 2016 (ACNUR) ‐ Era un jueves por la noche en octubre, cuatro años después de que Alaa* y su familia buscaran seguridad en Líbano. "Alepo Hoy" estaba en la televisión de fondo, la voz de un presentador listaba las muertes del día. Cuando su teléfono sonó. Alaa tembló. "Llaman de Alepo", dijo.

Del otro lado de la línea, su hermana Samar contó la terrible noticia. El sobrino de 16 años de Alaa, hijo de Samar, había sido asesinado por una explosión mientras iba de la escuela a su casa.

"Sentí que mi corazón iba a dejar de latir. Las lágrimas brotaban de mis ojos pero Samar estaba extrañamente tranquila. No estoy segura de dónde sacó ella la fuerza. Ella dijo que prefería morir como heroína en Alepo que huir del único lugar que ella podía llamar hogar", dijo Alaa.

Líbano acoge a más de un millón de refugiados sirios. Pero, a pesar de estar lejos de la guerra de su ciudad natal, la vida en Siria continúa acosándolos en sus lugares de asilo.

"Ella dijo que prefería morir como heroína en Alepo que huir del único lugar que ella podía llamar hogar".

En los más de cuatro años que ella ha estado en Líbano, Alaa, de 39 años, está cada vez más acostumbrada a la agonía del luto por los seres queridos que permanecieron en su ciudad natal de Alepo.

Desde su llegada al Líbano con su esposo y sus cuatro hijos en 2012, ha perdido 14 familiares en su país. Trece de ellos, entre ellos dos de sus hermanas y sus hijos, murieron en el feo y brutal conflicto, mientras que su madre murió "por pura pena", dijo, su hermana Samar es la única que permanece en la ciudad.

La desgarradora experiencia de Alaa subraya el alto número de víctimas humanas del brutal conflicto de Siria, que ya está en su sexto año. También revela cómo el horror que se desarrolla actualmente en Alepo llega mucho más allá de la ciudad misma, afectando incluso a aquellos que han encontrado relativa seguridad en el exilio.

Samar, la hermana de Alaa, le dice que llegar desde el distrito rebelde de Seif Al Dawleh, en el este de Alepo, donde vive actualmente, a Salawdine, donde estaba su casa antes de la guerra normalmente era un trayecto de cinco minutos, pero ahora es demasiado peligroso y puede tomar hasta 10 horas. Llegar a Damasco es cada vez más difícil.

"Solíamos pagar 10 liras para visitar la capital. Ahora mi hermana dice que el costo de cada trayecto es de 2.000 liras y no se garantiza la llegada a la ciudad". Alaa no puede enviar dinero a su hermana y muchas veces pierde el contacto con ella durante días enteros debido a los fuertes combates y la falta de redes de comunicaciones. "Espero sus mensajes en agonía, pero temo el momento en que ella llame".

Muchos, como Alaa y su familia de Alepo, se vieron obligados a trasladarse varias veces dentro de Siria antes de llegar finalmente a la seguridad en el Líbano.

Subrayando los peligros cada vez mayores para los que quedan en Alepo oriental, el ACNUR publicó las conclusiones de una encuesta a residentes conducida con socios el mes pasado. Se demostró que el 63 por ciento de los encuestados conocía a alguien que había muerto o había resultado herido por explosivos, mientras que el 82 por ciento había denunciado daños a su propiedad. Muchos, sin embargo, dijeron que se quedarían incluso si hubiera rutas de evacuación seguras.

"Espero sus mensajes en agonía, pero temo el momento en que ella llame".

Los intensificados combates en Alepo han cortado el acceso humanitario a la mayoría de las partes de la ciudad, lo que resulta en escasez de alimentos, suministros médicos y otros elementos esenciales. El ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, ha pedido a todas las partes en el conflicto que permitan a las organizaciones humanitarias desempeñar sus funciones con seguridad y proteger las instalaciones médicas, las escuelas, las infraestructuras hídricas y las vidas de los civiles y los trabajadores humanitarios, mientras se permiten evacuaciones esenciales.

"No han tenido agua ni electricidad en años. El marido de mi hermana tiene tres trabajos para poner comida en la mesa", dijo Alaa. "La ayuda humanitaria nunca llega al área donde viven". A menudo pide a su hermana que se una a ella en el Líbano, aunque sabe que salir de la ciudad es cada vez más difícil.

Alaa ha pasado años en Líbano atormentada en su propio mundo aislado, afligida por los seres queridos que perdió en su país y preocupándose por los que se quedaron. "Durante mucho tiempo, todo lo que quería hacer era dormir para poder soñar con mi familia. Solía molestarme cuando mi esposo me despertaba", dijo.

A pesar del dolor, Alaa está tratando de ponerse en pie. Desde abril, ha asistido a un centro comunitario apoyado por el ACNUR en Beirut, donde ella y su familia reciben apoyo psicosocial. "Espero con ansias los viernes porque salgo y conozco personas".

Alaa dice que quiere sentirse mejor para poder cuidar mejor a sus cuatro hijos. "Ellos me necesitan, y yo quiero que sean felices, que puedan obtener una educación y sean capaces de tener un futuro mejor". Su marido tiene trabajos ocasionales como reparador, pero no es suficiente para llegar a fin de mes. La familia recibe $162 dólares de asistencia alimenticia cada mes.

* Los nombres fueron cambiados por motivos de protección.