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Pakistán: Refugiados que trabajan en minas sueñan con un futuro mejor

Historias

Pakistán: Refugiados que trabajan en minas sueñan con un futuro mejor

In the mines of Pakistan's Balochistan province the many of the workers are Afghan refugees. Despite the physical demands of the job, the men are grateful to be able to support their families. [for translation]
14 December 2011
Abdul Hadi, de turbante verde, descansa con sus compañeros en una pausa para el té en la mina donde trabajan, en Balochistán.

MALGAGAI, Pakistán, 14 de diciembre (ACNUR) – Cuando era niño, Abdul Hadi, un refugiado afgano de 38 años, soñaba con convertirse en doctor y se imaginaba vistiendo una bata blanca y caminando por los pasillos iluminados de un hospital.

Encorvado en una mina obscura y estrecha, Hadi continua aferrándose a sus esperanzas de un futuro prometedor, pero esas aspiraciones son ahora para sus hijos. Trabajando a 200 metros bajo tierra en una mina primitiva de la provincia paquistaní de Balochistán, Abdul cava para conseguir cromato, un mineral empleado en la producción del acero.

La mina, cercana al campo de refugiados de Malgagai, ha sido el lugar de trabajo de Hadi desde los 17 años, cuando abandonó la escuela debido a la enfermedad de su padre y tuvo que mantener a su familia. "Busqué trabajo cuando dejé la escuela y lo único que encontré fue el trabajo en las minas, no habían más oportunidades", recuerda.

Siendo nativo de la provincia afgana de Zabul, Hadi trabaja con otros 50 mineros, en su mayoría también de origen afgano. Un día típico en sus vidas involucra escalar, inclinarse, levantar carga pesada y estar de pie por horas seguidas.

A pesar de los rigores del trabajo, él no se queja. El trabajo es consecuente y paga mejor que muchos otros, dice Hadi. Puede mantener a su familia y ahora sueña con que sea su hijo de 14 años quien se convierta en doctor. Ha inscrito a su hijo en una escuela cercana al pueblo, donde estudia junto a niños paquistaníes. Sus hijos menores estudian en la escuela secundaria del campamento, apoyada por el ACNUR.

"Mi trabajo es difícil. Ser un minero no puede ser el trabajo soñado de nadie, pero si significa que mi familia tendrá un mejor futuro, entonces lo vale", admite.

Tenía 6 años cuando su familia huyó de Afganistán, a causa de la invasión soviética de 1979, y ha vivido en el campamento de refugiados de Malgagai desde entonces. Se estima que el 80 por ciento de los hombres que viven en el campamento se ganan la vida con la minería. La mayoría trabaja en las minas de cromato, mientras otros viajan hasta las minas de carbón, más lejanas.

El trabajo es riesgoso y los hombres están expuestos a una serie de peligros, incluyendo derrumbes, incendios en la mina y gases dañinos. Debido a estas amenazas comunes, la pequeña comunidad de refugiados mineros se ven a sí mismos como una familia y el clima entre ellos es sorpresivamente animado, dice Hadi.

Haji Baqi, un paquistaní dueño de una mina y jefe de Hadi, estima que "aproximadamente del 45 al 50 por ciento" de todos los mineros en Balochistán son refugiados afganos.

"Tengo decenas de trabajadores afganos trabajando en mis huertos también", nos dice. "Son personas capaces y un excelente apoyo para nuestros negocios porque son trabajadores y honestos", añadió.

Los salarios de los mineros son diferentes y dependen de la naturaleza del trabajo. Mineros como Hadi, quien debe excavar y taladrar antes de transportar el mineral en su espalda hasta el punto donde es cargado a los burros, ganan 10.000 rupias al mes (alrededor de 113 dólares americanos). Trabajadores más jóvenes y menos experimentados reciben alrededor de 50 dólares al mes por llevar a los burros con la carga hasta la superficie.

Al tomar un receso junto a otros compañeros mineros, en una esquina alejada y poco iluminada de la mina, Hadi contempla el futuro y añora un trabajo que le demande menor esfuerzo físico. "Me gustaría ser vigilante si pudiese vivir de eso. Pero por ahora le doy gracias a Dios por darme la fortaleza para trabajar y cuidar a mi familia", nos dice.

A más de 30 años de la llegada de la primera oleada de afganos a Pakistán, el país continua albergando generosamente alrededor de 1,7 millones de refugiados. Más de cinco millones de afganos han regresado a su país desde el 2002, en su mayoría con el apoyo del ACNUR. En la provincia de Balochistán vive la segunda mayor población de refugiados en el país, quienes provienen en gran medida del volátil sur de Afganistán.

Por Duniya Aslam Khan, en el campamento de refugiados de Malgagai, Balochistán, Pakistán