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Para muchos en la línea divisoria de Ucrania, el frío también es un enemigo

Historias

Para muchos en la línea divisoria de Ucrania, el frío también es un enemigo

Con más de dos millones de ucranianos desplazados de sus hogares después de dos años y medio de conflicto, ACNUR y sus socios locales están ayudando a las personas más vulnerables a sobrevivir a las heladas temperaturas.
28 November 2016
Cuando un mortero cayó en el techo de la casa de Ludmila Mamot, el año anterior en el pueblo de Neveleske, sus tres nietos salieron heridos.

NEVELSKE, Ucrania, 28 de noviembre de 2016 (ACNUR) – Esta es una ciudad destrozada a tan solo unos cientos de metros de la línea de batalla. En algún momento, aquí vivieron 850 personas. Actualmente, solo quedan 44.

Ludmila Mamot es una de ellas. Ella es bisabuela. Su esposo y tres generaciones más se quedaron con ella. Ludmila revisa su abastecimiento de combustible para el invierno: briquetas rellenas con semillas y cáscaras de girasol que fueron donadas por la ONG Caritas.

"Esta es la primera vez que recibimos ayuda como esta, estamos muy agradecidos", dijo ella. "Pero claro, esto no será suficiente para el invierno".

En la casa de al lado, en una de las únicas dos habitaciones habitables de la casa destruida, su nuera Natalia dobla las pilas de ropa que la familia necesitará para el invierno.

"Esta es la primera vez que recibimos ayuda como esta . . . Pero claro, esto no será suficiente para el invierno"

Un mortero cayó en el techo de la casa el año pasado, lo que provocó que colapsara, hiriendo a sus tres nietos. Ellos sobrevivieron, pero gran parte de la casa se quemó. Parte del techo aún está cerca de la habitación.

La familia ha hecho reparaciones rudimentarias, pero Natalia dice que si el invierno es fuerte, tendrán frío. Todas las ventanas están quebradas, y el viento aún entra a la casa.

Lo mismo pasa en la bodega de almacenamiento. Es una habitación subterránea y sombría de cuatro metros cuadrados, que resulta estrecha para una familia de siete personas. Allí es donde la familia se albergó en momentos de bombardeo, y donde estarán con su estufa hechiza, si las temperaturas bajan mucho.

"Si no hay suficiente calor, vendremos aquí", dijo ella. "Porque la habitación es más pequeña y se calentará más rápido".

Muchas ciudades cercanas son retratos de desolación, las casas están casi destruidas por los bombardeos, las balas y el fuego. Una de estas ciudades es Sevierne.

Evgeny es una persona desplazada. Él huyó de Sevierne, cerca de Pisky. Los combates finalmente lo agobiaron.

"Ellos golpearon mi casa, yo la reparé. De nuevo la golpearon, y la reconstruí. Lo hicieron de nuevo, finalmente tuve que huir", dijo él.

Sevierne pudo no haber sido su mejor opción. La ciudad parece un limbo burocrático. No puede registrarse como persona desplazada desde aquí.

En la calle, un grupo de mujeres frustradas expresa sus quejas con representantes de la ONG Proliska. Una de las mujeres, que también se llama Ludmila, pero la llaman Liuda, dijo que ella llamó a la oficina administrativa local, pero ellos dijeron que no había ningún Sevierne en sus mapas. El grupo de residentes no puede registrarse para obtener una compensación y reparar sus casas dañadas.

"Ellos golpearon mi casa, yo la reparé. De nuevo la golpearon, y la reconstruí. Lo hicieron de nuevo, finalmente tuve que huir"

Si no pueden registrarse como desplazados, no pueden obtener pensiones, y solo algunos pocos pueden costear carbón para el invierno.

Proliska trabaja con el ACNUR, y una de las metas de su visita fue satisfacer las necesidades de combustible. El año anterior, la ONG, junto con otros socios, ayudó al ACNUR a brindar asistencia de invierno a 60.000 personas.

Este año habrá más distribuciones de carbón para personas como aquellas que están en Sevierne, según Irina Sinitsa, una administradora de proyecto con Proliska.

"Pero no tenemos suficiente, aún hay muchas familias que no tienen carbón o algo más para calentar sus casas", dijo ella.

En este panorama de destrucción, algunos caminos en los bosques cercanos están minados, haciendo que sea peligroso la recolección de madera para usar como combustible.

Una vez más, el frío se convierte en un enemigo. Y, a pesar de su fortaleza, muchos no cuentan con las armas para luchar contra él.