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Pareja austriaca hace a invitado sirio "parte de la familia"

Historias

Pareja austriaca hace a invitado sirio "parte de la familia"

Nawras, quien jugó basquetbol para el equipo nacional de Siria antes de convertirse en refugiado, encontró un nuevo hogar en Bad Schallerbach, Austria.
1 September 2016
Martina Schamberger, su esposo Engelbert, su hijo Laurenz, y Lea, acogen a Nawras, refugiado sirio.

BAD SCHALLERBACH, Austria, 2 de septiembre de 2016 (ACNUR) – Cuando van de compras en la pequeña ciudad austriaca de Bad Schallerbach, Martina Schamberger presenta a Nawras Ahmadook como su hijo.

Las discusiones que tienen en la tienda son las típicas que se dan entre madre e hijo. Nawras va directo a la comida chatarra, y Martina lo intenta restringir.

"Esa es probablemente la única vez que Martina me ha querido alzar la voz", dice Nawras, un refugiado de 26 años de Siria que mide poco menos de dos metros.

A pesar de las diferencias sobre nutrición, el lazo es estrecho.

"Siento como si él fuera mi hijo", dice Martina con orgullo. "Él me acepta, un poco diferente que a su madre. Es muy abierto conmigo, como un amigo, también. Hemos estado juntos por siete meses y nunca hemos tenido una gran pelea".

Su conexión data de 2006, cuando Valerie, la hija de Martina, estudiaba árabe en Alepo, Siria. La familia de Nawras la recibió y la cuidó. Cuando Valerie supo, en 2015 que Nawras había huido de Siria y que estaba cerca de la frontera de Austria, llamó a sus padres.

"Recibí una llamada de Valerie a las 9 pm un martes, diciendo que Nawras estaba en la frontera, preguntando si lo podía recibir", recordó Martina. "Al día siguiente a las 9 am, lo recogí".

Hicieron clic tan pronto se encontraron, ella dice.

"Siento como si él fuera mi hijo", dice Martina con orgullo. "Él me acepta, un poco diferente que a su madre. Es muy abierto conmigo, como un amigo, también"

Nawras era parte del equipo nacional de basquetbol en Siria, pero huyó en 2014 para evitar el servicio militar. Fue primero a Líbano, donde estuvo casi dos años trabajando 14 horas diarias y apenas podía sobrevivir. Él compartía un pequeño apartamento con otros cinco sirios.

"Pasé de sostener un balón de basquetbol y estar en torneos en todo el mundo, a sostener un trapeador".

Sin embargo, llegó el final de su residencia en Líbano y tenía que participar.

"Después de todo lo que pasé y todo lo que perdí, mi familia, mis amigos, mi país, mi hogar; ya no tenía nada más que perder. No me asustaba montarme en un bote y cruzar el mar. Dejar Siria no era una opción".

Él toma clases de alemán e intenta decidirse sobre una posible carrera en Austria. "Yo solo quiero vivir seguro y espero poder construir un futuro aquí. Así tan hermoso como es, no hay lugar como el hogar".

Martina dijo que ella está segura de que estaría bien en Austria. "Él siempre será parte de nuestra familia, no importa donde vaya después".

La familia dice que su experiencia inspiró a otros amigos a acoger a refugiados. "Las personas nos miran. Todos los que conocen a Nawras, lo aman. Tal vez estamos dando un buen ejemplo".

Esta historia es parte de una serie llamada Un lugar sin extraños, que presenta a refugiados y sus anfitriones en Europa. Un año después de la muerte por ahogamiento de Alan Kurdi, refugiado sirio de tres años, miles de personas se han unido para acercar las diferencias culturales y barreras de lenguaje, y mostrar compasión, esperanza y humanidad, aun cuando algunos gobiernos europeos continúan construyendo obstáculos. Su generosidad es un ejemplo para el mundo.