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Refugiada salvadoreña retribuye la ayuda que recibió en su hogar adoptivo

Historias

Refugiada salvadoreña retribuye la ayuda que recibió en su hogar adoptivo

Glady Zúñiga llegó a Canadá en búsqueda de seguridad para sus hijos. Tres décadas después, ella aún le muestra su gratitud al país que ahora llama hogar.
18 July 2017
http://www.acnur.org/fileadmin/_processed_/csm_07.2017.18_salvadorenos_…

ONTARIO, Canadá, 18 de julio de 2017 (ACNUR) – Todos los años Gladys Zúñiga promete retirarse de su trabajo como preparadora de alimentos en una guardería en Newmarket, Ontario. Y cada año, ella vuelve.

"Extrañaré ir todos los días", dice Gladys, quien asegura que esta vez sí se retirará. Ahora tiene 70 años, cinco años por encima de la edad oficial de Canadá para retirarse. "Los niños . . . ellos son especiales".

Cuando recién inició en su trabajo hace 25 años, los niños contaban a sus padres sobre la deliciosa comida que ella preparaba. Desconcertados, los padres le preguntaron cuál era su secreto. Gladys aseguró que no había nada especial en los productos que ella usaba, sólo uno de sus ingredientes que no provenía de la tienda.

"Mi primer ingrediente es el amor", dice ella. "¡Y ellos (los padres) solo se ríen! Ellos dicen: Gladys, me harás llorar".

Ayudar a otros ha sido un tema central en la vida que ella ha construido desde que llegó a Canadá en 1988. Gladys, su esposo y sus tres hijos fueron parte de los miles de salvadoreños que huyeron de la sangrienta guerra civil de su país, y que lograron llegar a la seguridad en Canadá.

"Cuando tengas una oportunidad de ayudar a otras personas, hazlo".

Gladys dejó atrás una carrera como trabajadora social y una posición en una universidad en su país natal en Centroamérica, y tomó un trabajo en una fábrica a su llegada a Ontario. "Mi único propósito era mantener segura a mi familia", recuerda.

Con el apoyo de una nueva comunidad, Gladys aprovechó la nueva oportunidad de trabajar y estudiar.

"Recuerdo que, cuando era joven, mi madre trabajaba desde muy temprano. Ella venía a almorzar, a veces tomaba una siesta, y salía de nuevo, impartía clases y más tarde, continuaba con su propia educación en la universidad", recordó su hijo Alexes, que ahora tiene 47 años y trabaja como organizador sindical para trabajadores vulnerables en Canadá.