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"Soy una mujer fuerte y hago mi trabajo con pasión"

Historias

"Soy una mujer fuerte y hago mi trabajo con pasión"

El personal del ACNUR está constituido por unos 11.000 miembros, de los cuales un 87% trabaja sobre el terreno. Hablamos con Vicky Munguriek, que trabaja como conductora en el norte de Uganda.
6 October 2017
Vicky Munguriek es una de las mujeres que trabajan como conductoras en la operación del ACNUR en Uganda.

Nombre: Vicky Munguriek, 35 años, de Uganda

Título del puesto: Conductora en el norte de Uganda

Tiempo que lleva trabajando en el ACNUR: Se incorporó en diciembre de 2016

¿Por qué se hizo usted trabajadora humanitaria?

Vi un anuncio en un periódico en el que se pedía un conductor o una conductora para el ACNUR. Decidí enviar mi solicitud porque quería ayudar a las personas necesitadas y a las personas que sufren y hacer que se sintieran mejor. Obtuve el puesto y tuve que dejar a mi familia en Kampala para regresar a trabajar a Arua, mi lugar de origen. Pero me siento bien. Soy una mujer fuerte y hago mi trabajo con pasión.

¿Qué es lo más gratificante y lo más desafiante de su trabajo?

Antes de incorporarme al ACNUR trabajé durante más de cinco años para empresas de transporte comercial en Kampala. Aquí soy la única mujer conductora y hay personas que me animan y otras que intentan desanimarme y se ríen de mí. Pero yo les digo que dejen de molestarme, que estamos aquí para ayudar a la gente y todos debemos trabajar unidos para lograrlo.

Llevo al personal del ACNUR de diferentes sectores y en distintos momentos en función de mi asignación. Entre mis pasajeros hay planificadores de asentamientos que salen a abrir caminos para los nuevos asentamientos, o miembros del equipo de protección que van a ayudar a los refugiados recién llegados a instalarse. También llevo a visitantes, como donantes o periodistas, a los asentamientos.

Entre los peligros con los que me encuentro cabe señalar los baches, los malos conductores, los animales salvajes y el ganado, sobre todo vacas, cabras y cerdos. Conducir 150 kilómetros por carreteras llenas de baches no es fácil. Durante la estación lluviosa las carreteras están llenas de barro y son muy resbaladizas. El agua se lleva los puentes, las carreteras están cortadas y es necesario buscar rutas más largas.

Cuando voy conduciendo y me encuentro con animales aplico la norma "la seguridad es lo primero", de modo que, por la seguridad de mis pasajeros y de los animales y por mi propia seguridad, reduzco la velocidad y les dejo cruzar antes de seguir. La aplicación de la norma de conducción defensiva me permite anticiparme a las acciones de los malos conductores y dejarles vía libre para evitar accidentes.

Es para mí una satisfacción ayudar a un refugiado a obtener lo que necesita. Aunque eso no forma parte de mi trabajo es para mí una experiencia muy emotiva.

¿Cuál fue su mejor día de trabajo?

Hace unas semanas vi a tres niñas muy jóvenes cruzar la frontera desde Sudán del Sur. Eran adolescentes, viajaban en grupo y habían dejado atrás a sus padres. Estaban sucias y hambrientas y estaban esperando para registrarse. Había retraso y empezaron a llorar, así que fui a uno de los mostradores de registro y les pedí que registraran a las niñas y les dije que no me marcharía hasta que las dejaran pasar.

Fueron registradas y les dieron comida en el punto de recogida, y me puse muy contenta. Hace una semana me encontraba en el asentamiento de Imvepi, en el norte, y las dos niñas me vieron y vinieron a saludarme y me dieron un abrazo. Ya se encuentran instaladas y tienen una parcela de tierra. Me quedé muy impresionada al verlas. Habían ganado peso y ahora tienen un albergue y van a la escuela. Tienen cubiertas sus necesidades básicas y están en buenas manos, aunque sus padres no estén con ellas.

¿Cuál fue su peor día de trabajo?

Un día, cuando conducía desde el asentamiento de Rhino, me adelantó un vehículo en la carretera y atropelló a una niña de cuatro años, causándole la muerte. La niña pertenecía a la comunidad local. Ese fue el día más terrible de toda mi experiencia laboral.

Lo que también es doloroso es que yo no tengo voz. Hay dos dirigentes en Sudán del Sur – el líder de los rebeldes y el Presidente – y no entiendo cómo permiten que las personas sufran. Esperemos que las Naciones Unidas puedan resolver el problema para que cese el sufrimiento – esta es la cuestión que me planteo cada día. Me gustaría que este problema se resolviera en una mesa redonda.

Gracias a la Voluntaria en Línea Luisa Merchán por el apoyo ofrecido con la traducción del inglés de este texto.