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Sudán del Sur responde a necesidades de refugiados con VIH

Historias

Sudán del Sur responde a necesidades de refugiados con VIH

Mary has long thought of returning to South Sudan from Uganda. But she needs treatment for HIV. UNHCR took her back recently to assess conditions for return. [for translation]
1 December 2010
Mary se acerca a Kajo Keji, su aldea natal. Mary se acerca a Kajo Keji, su aldea natal.

KAJO KEJI, Sudán del Sur, 1 de diciembre (ACNUR) – Mary Kiden quería volver al hogar del que huyó hace más de veinte años para refugiarse en el noroeste de Uganda, pero descartaba la idea pensando que no iba a poder recibir los cuidados sanitarios que necesitaba para estar bien y mantener a su familia.

Mary tiene cuarenta y un años y es una persona que vive con VIH. Los antirretrovirales le permiten frenar el SIDA y llevar una vida normal. En Oliji, el pueblo de la región ugandesa de Nilo Occidental donde está refugiada, recibe un tratamiento adecuado, mientras que en Sudán del Sur la infraestructura ha sido demolida por más de dos décadas de guerra civil.

Para ayudarle a tomar una decisión informada, ACNUR invitó Mary a "tocar con sus propias manos" la realidad de Kajo Keji, su aldea natal, situada en el Estado de Equatoria Central. Durante el largo viaje en coche Mary fue analizando con los otros refugiados las razones por las que pensaba que no le convenía regresar: es el único sostén de su madre y de sus hijos, y en Sudán no estaba segura de poder seguir manteniéndolos. Pero lo que más le preocupaba era no tener acceso a los antirretrovirales y ser estigmatizada por los habitantes de la aldea, en la que no había ni un consultorio médico cuando Mary huyó.

Aunque no disponemos de datos precisos acerca del número de refugiados sudaneses en Nilo Occidental que viven con VIH, sabemos que son muchos los que, como Mary, se niegan a volver a casa por miedo a tener que interrumpir el tratamiento. Tras más de dos décadas de guerra entre el gobierno de Khartoum y los rebeldes del Ejército de Liberación del Pueblo de Sudán y un lustro de paz inestable, se imaginaban lo peor.

Cuando finalmente pudo entrar en Kajo Keiji, Mary no se lo podía creer: "¡Está muy desarrollado!", comentó viendo los edificios recién pintados, los restaurantes y las tiendas. Su actitud cambió definitivamente cuando visitó el flamante centro de salud. Allí volvió a ver a un ex líder de los refugiados de Oliji que hoy dirige una clínica de planificación familiar y medicina neonatal encargada de la prevención de la transmisión del virus del SIDA de madres a hijos, y recorrió las instalaciones en las que se realizan los tests de VIH/SIDA, se imparte formación y asesoramiento y se distribuyen las medicinas.

"No veo ninguna razón por la que los refugiados no tendrían que querer volver", le dijo el doctor Felix Leju Tip, administrador del hospital. "Los necesitamos para que nos ayuden en la reconstrucción. Nos hacen falta sus corazones y sus cerebros". Era como si le hubiera leído el pensamiento. Mary averiguó que desde hace un año la Organización Mundial de la Salud y el Ministerio de Salud suministran antirretrovirales al hospital y que piensan seguir haciéndolo en el futuro.

Entusiasmada con lo que había aprendido, Mary se reunió con los miembros de la "Loving Club Association", entre los que volvió a ver a un primo que creía perdido. Este grupo de apoyo, que ha recibido de ACNUR los fondos iniciales necesarios para lanzar una serie de proyectos generadores de ingresos, está formado por unas 230 personas que viven con VIH. Las ganancias han servido para comprar tierras que serán trabajadas por los propios miembros para dar de comer a los más vulnerables.

En la "Loving Club Association" le describieron los retos que debían enfrentar y le rogaron a Mary que les dijera a los refugiados que tenían que volver para ayudar porque en Kajo Keji las cosas estaban cambiando. "Es como edificar una casa", le explicaron, asegurándole que los refugiados que viven con VIH serían bien recibidos y apoyados por la asociación y por los habitantes en general: "Aquí no tenemos miedo y podemos vivir sin estigma".

Mary terminó la visita en la casa de su primo Elia, cuya esposa también vive con VIH, quien le prometió un lote de terreno fértil si vuelve a radicarse en Kajo Keji con su madre.

Durante el viaje de regreso Mary era una persona muy distinta de la mujer asustada que había salido de Uganda. Sus dudas acerca de la posibilidad de recibir servicios y tratamientos médicos, apoyo y aceptación se habían disipado: sentía que ahora podía volver a casa.

En realidad, en buena parte de Sudán del Sur todavía no se han producido los avances que se observan en Kajo Keji y para seguir desarrollando las infraestructuras se necesita con urgencia mucha ayuda.

"Me siento muy feliz", comenta Mary mientras explica que tiene pensado volver con su madre y sus hijos en 2012. Por el momento, como millones de sudaneses del sur, espera que después del referendo que se celebrará el mes que viene la paz se mantenga y que su tierra se pueda seguir desarrollando.

Por Page Buono desde Kajo Keji, Sudán