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Un cocinero afgano en prácticas posee la receta para triunfar en Hungría

Historias

Un cocinero afgano en prácticas posee la receta para triunfar en Hungría

Hace seis años, Zia era un adolescente en Pakistán y su vida era un caos tras su huida de Afganistán. Ahora trabaja como cocinero en prácticas en un importante hotel de Budapest.
27 October 2014
El refugiado afgano Zia Karimi saluda al jefe de cocina del hotel en el que trabaja como cocinero contratado en prácticas. Zia ha logrado impresionar al personal de cocina.

BUDAPEST, Hungría, 27 de octubre de 2014 (ACNUR) – Hace seis años, Zia Karimi era un adolescente en Pakistán y su vida era un caos tras su huida de la persecución y la violencia en Afganistán. Ahora trabaja como cocinero en prácticas en un importante hotel de Budapest, ha formado una familia y tiene un plan de desarrollo profesional.

En la impecable cocina del hotel, Zia prepara el almuerzo para sus colegas antes de que dé comienzo el servicio en el restaurante. Es un joven muy popular con un gran sentido del humor y el personal de cocina admira su determinación, su voluntad de aprender, su resistencia y su ética profesional. Se ha integrado bien.

"Me gusta trabajar con Zia, porque siempre es amable conmigo", dice una joven. Su jefe piensa que este cocinero en prácticas es "muy capaz y muy trabajador, por lo que tiene muchas oportunidades de convertirse en un buen cocinero". Este becario de 21 años estudia en una escuela de cocina pero hace las prácticas en el hotel y es el primer refugiado con un contrato de prácticas.

Zia, que pertenece a la etnia hazara y que ahora se considera casi húngaro, ha llegado lejos en un corto espacio de tiempo. Creció con su familia en una aldea situada aproximadamente a una hora en coche de Kabul, cuidaba del ganado y asistía a una madrasa (escuela religiosa) local.

Pero hace seis años, cuando Zia tenía 15, la aldea fue atacada por las fuerzas de los talibanes. "Regresamos de las colinas con los animales, vimos grandes nubes de humo sobre nuestros hogares. La aldea fue atacada y saqueada; mi padre y uno de mis hermanos resultaron heridos", recuerda. "Tuvimos que marcharnos", añade.

La familia se refugió en el vecino Pakistán, pero pronto Zia, que era el hijo mayor, fue enviado a Europa. Su peligroso viaje como menor no acompañado le llevó a Irán, a Turquía y a Grecia hasta que finalmente llegó a Hungría en 2008, un país sobre el que casi no sabía nada.

Decidió solicitar asilo. "Estaba totalmente exhausto y aterrorizado. Aquí cuidaron de mí, me dieron comida y tuve la oportunidad de aprender. Mi vida como afgano ha sido muy difícil, así que decidí convertirme en húngaro, al menos en parte", explica.

Zia viaja todos los días a Budapest, donde estudia y trabaja. Cuando regresa a casa, le gusta relajarse con su esposa Julianna y el hijo de ambos.

Zia empezó a estudiar el idioma y luego decidió aprender un oficio y eligió el de cocinero. Este año ha obtenido una beca y ahora pasa una semana en el aula y otra semana en las cocinas del hotel perfeccionando su oficio.

El director del hotel dice que al principio le preocupaba la barrera del idioma, "pero ese temor desapareció rápidamente porque Zia habla el idioma mejor que algunos húngaros".

Una vez que tuvo su plan de desarrollo profesional en marcha, Zia centró su atención en buscar novia. Gracias a su dominio del idioma húngaro le resultó más fácil conocer a su novia Julianna. Coincidieron en un club, se enamoraron, se fueron a vivir juntos y ya tienen un niño de 15 meses, al que Zia adora y al que apoda "Fabricado en Hungría". "Solía salir con amigos al salir de trabajar pero todo eso se acabó. Ahora estoy deseando llegar a casa," dice riendo.

Los tres viven con los padres de su novia a unos 30 kilómetros de Budapest, ya que con los 60 euros de la beca de Zia, los 100 euros que recibe de ayuda y la asignación de 120 euros que recibe por su hijo no dan para mucho. Cuando le toca hacer las prácticas come en el hotel.

Por eso, cuando haya terminado el curso de cocina, Zia quiere montar su propio negocio de comida rápida. En el menú ofrecerá platos populares húngaros, como el goulash.

Aunque nació y se crió en una gran familia, preferiría tener que cuidar de una más pequeña en su nuevo país de adopción. "Ahora esta es mi patria . . . Aquí me han aceptado y la gente me trata bien".

Por Balint Linder en Budapest, Hungría.

Gracias a la Voluntaria en Línea Luisa Merchán por el apoyo ofrecido con la traducción del inglés de este texto.