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Un maestro libanés ayuda a los refugiados sirios a progresar en la escuela

Historias

Un maestro libanés ayuda a los refugiados sirios a progresar en la escuela

El alumno estrella Abed, de 12 años, descubrió su talento para las matemáticas gracias a su profesor libanés y el plan para promover la enseñanza de calidad en las escuelas desfavorecidas.
18 September 2018
En Líbano, un estudiante refugiado descubre su don para las matemáticas gracias a su profesor libanés.

Apoyando su pequeño cuerpo sobre el escritorio de madera astillado en el centro de un aula de paredes verdes, Abed, de 12 años, ayuda a explicar un problema matemático a otros tres estudiantes. Abed es un refugiado de Siria, y los estudiantes son sus compañeros de clase sirios y libaneses en la escuela Al Haydariya de Sarafand, en el sur del Líbano.


“Es un estudiante superdotado”, dijo su profesor libanés, Abbas Maanna, de pie en la parte posterior de la sala. “Tiene habilidades sobre lógica en matemáticas que pocos a su edad tienen”. El don de Abed podría haber pasado desapercibido, si no hubiera sido por este profesor libanés de 26 años, que lo ayudó a desarrollar sus habilidades hasta convertirse en uno de los mejores alumnos de la escuela.

“Antes no me gustaba la escuela”, explicó Abed. “Quería que me fuera bien pero odiaba venir a la escuela. Cuando conocí al profesor Abbas, mi vida cambió.” Abed conoció a Abbas hace dos años, cuando el profesor se unió a esta escuela de Teach for Lebanon (TFL), una ONG libanesa autorizada por el Ministerio de Educación que apoya la escolarización en escuelas públicas y semiprivadas con pocos recursos.

TFL forma y da empleo a los mejores graduados de Líbano para dra clase en escuelas con escasos recursos de  todo el país. “Hay una brecha entre la educación en las escuelas privadas y públicas del Líbano”, explica Abbas. “TFL busca la igualdad entre ambas redes escolares, en términos de recursos, maestros, y apoyo psicológico y emocional para los estudiantes”.

“Cuando conocí al profesor Abbas, mi vida cambió”.

El Líbano alberga a alrededor de 976.000 refugiados registrados del conflicto de Siria, ahora en su octavo año. Cerca de 490.000 son niños en edad escolar (de 3 a 18 años), de los cuales unos 220.000 asisten a clases en escuelas públicas, bien en turnos de tarde separados o en clases matutinas junto a alumnos libaneses.

Abed puede considerarse afortunado. La proporción de niños refugiados matriculados en educación reglada está muy por debajo de la tasa genral, una brecha que se ensancha según van creciendo.

Un estudio reciente de ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, muestra que, mientras el 61% de los niños refugiados asisten a la escuela primaria, en comparación con el 92% a escala mundial, en el nivel secundario la tasa baja al 23%.

A través de su programa de ayuda, TFL ayuda a más de 5.000 estudiantes libaneses y sirios con su educación. “Esta es nuestra misión, no distinguir entre estudiantes”, dijo Abbas. “El estudiante puede ser palestino o sirio o libanés. Sin importar nacionalidad o antecedentes, queremos destacar las capacidades de cada niño y potenciar sus habilidades”.

En el aula, Abbas usa herramientas interactivas para enseñar; las canciones, los videos y el trabajo grupal involucran a los alumnos con la lección. “Me encanta su método de enseñanza, no se enoja, y es paciente”, dijo Abed, que adjudica a Abbas el crédito de haberlo ayudado a fortalecer su autoestima, desarrollar sus habilidades matemáticas y alentarlo a ayudar a otros alumnos.

Abed, de 12 años, de Siria, da tutoría a sus compañeros de clase en la escuela semiprivada de Al Haydariya en Sarafand, en el sur de Líbano.

“Algunos de sus compañeros de clase iban mal en matemáticas, pero en solo dos meses, Abed pudo ayudarlos a obtener mejores notas y esto aumentó la confianza en sí mismo”, explicó Abbas. Abed también fue seleccionado para asistir a dos conferencias internacionales de estudiantes, una en India y la otra en los EE. UU., pero no pudo viajar debido a su condición de refugiado.

La relación entre Abed y Abbas va más allá del aula. El maestro libanés a menudo visita a la familia de Abed para conversar con su padre. “Es muy importante tener una relación con los padres porque estamos tratando con familias refugiadas con necesidades”.

Más de 5,6 millones de refugiados sirios han huido en busca de seguridad a los países vecinos de la región, incluyendo a unos 2,6 millones de niños. Junto a muchas familias que viven en la pobreza extrema, se ven en dificultades para asegurarse el acceso a servicios básicos como atención médica y educación.

Su situación se ve agravada por el déficit de fondos de los programas de ayuda de ACNUR para refugiados y desplazados sirios este año. Se necesitan urgentemente 270 millones de dólares adicionales para evitar el freno a la distribución de asistencia vital, como asistencia económica en efectivo, y ayudas al refugio y a la salud.

Abed y su familia huyeron de Siria a fines de 2011; ahora viven en una granja libanesa donde su padre trabaja arduamente la tierra para llegar a fin de mes y poder educar a sus hijos. “No sé cómo agradecérselo”, apuntó el padre de Abed, Ahmad, sobre el maestro de su hijo. “Ha tenido un impacto muy positivo en mi hijo”.

“Estos niños me dan esperanza”.

De vuelta en la escuela, Abbas juega al fútbol en el patio con Abed y sus compañeros de clase. Los estudiantes parecen apreciar mucho al profesor, que ha pasado a ser más que un amigo que un maestro. “Estos niños me dan esperanza. Abed me enseñó que nada es imposible, que a pesar de las dificultades siempre hay esperanza de lograr lo que uno se propone y tener éxito”, dijo Abbas.

Abed dice que quiere ser científico y muestra con orgullo una pequeña máquina de algodón de azúcar que hizo en casa. “Aprendí del profesor Abbas a no rendirme y a ayudar a otros. Sueño con volver a Siria algún día y hacer que mi país se sienta orgulloso”.