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La fibra de moriche cobra vida de la mano de artesanas indígenas venezolanas

Historias

La fibra de moriche cobra vida de la mano de artesanas indígenas venezolanas

La exposición "Ojidu", que reúne piezas producidas por mujeres de la etnia warao alojadas en Roraima, abre sus puertas en A CASA, el museo del objeto brasileño, hasta el 20 de diciembre.
21 November 2019
Con colores que evocan a Brasil y Venezuela, las artesanas Marcelina y Herminia han confeccionado batolas especiales para la inauguración de la exposición.

Ha sido una semana cargada de novedades para Marcelina y Herminia, dos mujeres indígenas de la etnia warao refugiadas en Brasil. Las mujeres, que viven en Roraima, realizaron a principios de mes su primer viaje en avión para llegar a São Paulo, donde descubrieron la ciudad más grande de Sudamérica y expusieron artesanía elaborada por ellas y por otras mujeres warao refugiadas en Brasil a partir de fibra de moriche, algo inédito.

“Nunca pensé que vendría a São Paulo a mostrar nuestro arte y nuestra cultura. Estamos muy contentas de estar aquí”, declaró Herminia el pasado día 8 de noviembre durante la inauguración de la exposición “Ojidu – Árbol de la vida warao” en A CASA, museo del objeto brasileño.

El moriche es materia prima para la producción de viviendas, alimentos, medicinas y madera para las canoas, y se eleva a la categoría de arte en las manos de estas artesanas warao que dejaron Venezuela y viven en la actualidad en los albergue Janokoida y Pintolândia, en Roraima.

La exposición es gratuita y permanecerá en cartel hasta el día 20 de diciembre. Forma parte del proyecto de artesanía realizada por mujeres del grupo Nona Anonamo, compuesto por indígenas warao refugiadas en Brasil y alojadas en Roraima. Además de establecer una cadena de valor justa para las artesanas, el proyecto pretende abrir mercados para sus productos más allá de Roraima.

A través de la artesanía las mujeres warao han preservado su cultura milenaria, compartiendo con otras generaciones las técnicas de producción de cestos, vasos, sombreros, bolsas, bandejas y otras piezas a partir de fibra de moriche. “Ojidu es moriche en warao. Significa abuelo, está ligado a la fuente de la vida”, cuenta Marcelina, y hace hincapié en la relación de su pueblo con este árbol que abunda en la Amazonía brasileña y venezolana.

Fuente de ingresos – Con el apoyo de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), la ONG Fraternidad – Federación Humanitaria Internacional (FFHI) y la Unión Europea, la artesanía con fibra de moriche se ha convertido en una fuente de ingresos para esta población.

Los objetos que componen la exposición han recorrido cerca de 4.000 km en aviones de la Fuerza Aérea Brasileña, en coordinación con la Operación Acogida (respuesta humanitaria del Gobierno Federal a las personas refugiadas y migrantes procedentes de Venezuela que llegan hasta Brasil, con el apoyo de agencias de Naciones Unidas y entidades de la sociedad civil). El día de la inauguración de la muestra se vendieron muchas piezas, y están en camino nuevos lotes.

Renata Mellão, directora del museo, se puso en contacto con las artesanas warao a partir de reuniones con el equipo de ACNUR en São Paulo. Quedó impresionada con la belleza y la calidad de las creaciones y fascinada con la historia vital de mujeres como Marcelina y Herminia. “Teníamos ganas de trabajar con la población refugiada para reconocer sus aportaciones culturales a nuestro país. Entonces, ACNUR sugirió que el proyecto se centrase en la población indígena y en estas hermosas producciones. Viajamos a Roraima y quedamos apasionados de inmediato”, afirma la directora.

“Existe un trabajo de protección muy profundo en este proyecto, que es el de conciliar la preservación de una cultura milenaria con la protección y autosostenibilidad de una población tan vulnerable como los warao venezolanos”, afirma José Egas, representante de ACNUR en Brasil. “Estamos muy orgullosos y motivados para que el proyecto cobre fuerza y resulte beneficioso para esta población”, completa Egas.

Además de apreciar la artesanía warao, los visitantes a la exposición pueden comprar las piezas expuestas y contribuir al desarrollo de una cadena de producción de artesanía mediante la generación de ingresos para las artesanas y sus familias. “Mi recibo fue de 900 reales” afirma la empresaria Flávia Moré, que se llevó a casa una red y varios cestos. “Son obras maravillosas, pero lo más increíble es el impacto artístico que tienen”, declaró la empresaria.

Las personas que visitaron la exposición pudieron conversar directamente con las artesanas para comprender mejor el proceso de producción de las piezas.

Un largo camino – Además de los miles de kilómetros recorridos desde Venezuela hasta Brasil en busca de protección, seguridad, alimento y sanidad, el camino más largo que han recorrido Marcelina, Herminia y las casi 50.000 personas indígenas warao más que viven hoy en el mundo es el de su trayectoria ancestral, cuyos primeros registros se remontan 8.000 años.

El traslado de los warao hacia Brasil comenzó en 2016 y se dejó notar sobre todo en la ciudad de Pacaraima, en la frontera entre Brasil y Venezuela, que es el principal punto de entrada de las más de 200.000 personas venezolanas que se encuentran actualmente en el país.

En el albergue Pintolândia, gestionado por FFHI en colaboración con ACNUR, los gestores buscan la inserción económica de esta población. “Empezamos con un trabajo de rescate, ya que las mujeres se encontraban en las calles mendigando dinero para sobrevivir”, afirma Clara, coordinadora de FFHI. “Pudimos comprobar que eran mujeres especialistas en la realización de trabajos manuales. Así pues, montamos el proyecto de artesanía y lo bautizamos como Nona Anonamo, que significa “Mujeres que tejen”, explica la misionera.

Las artesanas empezaron a producir a partir de los tejidos extraídos de ropas donadas, única materia prima que teníamos disponible por entonces. Blusas, pantalones y vestidos se deshacían para convertirse en hermosas faldas y batolas que hacían las delicias de quien pasaba por el albergue. Con el paso del tiempo, el proyecto empezó a comprar fibra en el estado de Marañón y la producción cobró fuerza y relevancia en Roraima.

Con el tiempo, la producción fue cobrando fuerza y mujeres como Marcelina y Herminia transmitieron sus conocimientos sobre todo a las más jóvenes. “Se da el caso de mujeres que habían dado de lado esta costumbre en Venezuela, pero que aquí la retomaron. Vemos cada vez más hijas que se acercan a sus madres por este motivo. Quieren aprender, están encontrando un gran valor en la producción de artesanía”, comentó Júlia Capdeville, antropóloga de FFHI.

Al vivir durante tanto tiempo lejos de sus lugares de origen, Marcelina y Herminia se emocionaron al probar las tradicionales arepas venezolanas que se sirvieron en el evento. Mientras comían, antes del inicio de la exposición, aprovechaban cada bocado para recordar su tierra natal. “Estas arepas saben buenas de veras. Son una delicia. Hace cuatro años que no probaba el sabor de casa”, afirmaba Marcelina al tiempo que daba su aprobación a la comida preparada por una familia venezolana refugiada en São Paulo.

Durante su estancia en São Paulo, Herminia y Marcelina dirigieron un taller para 20 mujeres en el que hablaron sobre el trabajo de las artesanas warao y el manejo de la fibra de moriche. La experiencia abrió vías para soñar con nuevas posibilidades. Durante el tiempo libre que tuvieron, fueron a conocer la Avenida Paulista y el Museo de Arte de São Paulo (MASP). “Vimos muchas obras de arte lindas. Ahora soñamos con exponer también ahí, quién sabe”, dice Marcelina con una sonrisa en la cara.

Protección y resiliencia – El apoyo de la Unión Europea a la exposición “Ojidu” se canaliza a través de un proyecto implementado en colaboración con ACNUR y UNFPA que invierte en el fortalecimiento de la respuesta a las personas venezolanas en la región norte de Brasil y en la promoción de la protección a las poblaciones en situación de mayor vulnerabilidad, como es el caso de los indígenas warao.

Según la Policía Federal, se encuentran en el país cerca de 212.000 personas venezolanas, de las cuales 115.000 son solicitantes de asilo y 97.000, residentes temporales. Según estimaciones de Naciones Unidas, casi cuatro millones y medio de personas venezolanas han abandonado su país.

La Operación Acogida, creada por el Gobierno Federal en febrero de 2018, cuenta con el apoyo de agencias de las Naciones Unidas (como ACNUR y UNFPA) y de organizaciones de la sociedad civil (como FFHI). La iniciativa hace operativa la asistencia de emergencia para la acogida de personas refugiadas y migrantes procedentes de Venezuela que se encuentran en situación de mayor vulnerabilidad. La respuesta se estructura en torno a tres ejes principales: ordenación de fronteras, acogida y reubicación interna.