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Niños y niñas refugiados de Siria plantan árboles autóctonos en São Paulo, Brasil

Historias

Niños y niñas refugiados de Siria plantan árboles autóctonos en São Paulo, Brasil

La iniciativa que ha sido promovida por la organización "I know my rights" (IKMR), socia del ACNUR, ha permitido la socialización de los niños de diferentes países y representa el carácter simbólico de creación de raíces en su nuevo país.
3 July 2017
Hermanas de nacionalidad siria que viven en Brasil hace casi dos años plantan un ejemplar de árbol autóctono del bosque atlántico en São Paulo, Brasil.

SÃO PAULO, Brasil, 3 de julio de 2017 (ACNUR) – El sábado amaneció nublado, con bajas temperaturas y la famosa llovizna paulistana dominando el cielo de la capital. Pero a los niños todo eso no les importaba. Un grupo de cincuenta participantes entre refugiados, brasileños e hijos de padres refugiados se reunieron en la zona este de São Paulo, en el Parque do Rodeio, para plantar árboles autóctonos de los bosques atlánticos.

Mientras los funcionarios municipales preparaban el terreno y los árboles para su plantación, chicos y chicas de la República Democrática del Congo, Siria, Jordania, Líbano y Angola se bajaron del autobús con mucha alegría y felices con la oportunidad de poder realizar la primera plantación de árboles de sus vidas, en suelo brasileño.

"Plantar árboles es algo especial, mucho más si se hace con niños y adolescentes. Cualquier tipo de guerra es mala y el hecho de tener un parque como este, en el centro de la ciudad, con mucha área verde, nos da una sensación de paz y tranquilidad. Ello nos hace mirar al futuro en vez de al pasado", dijo la refugiada Salsabil, madre siria de una bebé brasileña que nació hace dos meses.

Si a los adultos el ambiente más verde les trae un sentimiento de seguridad, a los niños y niñas lo que realmente les interesaba era la tierra de color café. Los chicos y chicas, de diferentes edades y realidades, compartían la disposición de aprender sobre la mezcla de la tierra con el abono para lograr que plantas "crezcan fuertes para ser muy altas, bien grandes para protegernos del sol y de la lluvia y con la ayuda de las lombrices y los insectos poder dar flores y frutos", según declaró Mohamed, de 10 añitos, demostrando que había aprendido bien la lección.

El actor y ambientalista Victor Fasano observa la plantación de un árbol realizada por un grupo de jóvenes refugiados en el Parque do Rodeio, en la zona este de São Paulo.

El actor y ambientalista Victor Fasano estuvo presente y les dio explicaciones a los niños y niñas sobre las formas de plantar, el origen de los árboles y su importancia para la conservación de recursos y de la calidad de vida de la población en el contexto urbano.

"Lo que está pasando en el mundo con las cuestiones relativas a los refugiados, en especial a los niños, es de una falta de humanidad gigantesca, insostenible e inaceptable", afirmó Victor Fasano, que destacó la importancia del simbolismo de la plantación de árboles y se mostró emocionado con el proyecto.

La directora de IKMR, Vivianne Reis, coincidió con el actor y afirmó que la necesidad más importante de estos niños y niñas refugiados es tener asegurados sus derechos para poseer un futuro prometedor. "Lo que necesitan es una oportunidad para poder desarrollarse y crecer con seguridad. Necesitan sentir que no han perdido su sitio en este mundo y que el futuro de la humanidad cuenta con cada uno de ellos", dijo Vivinne.

De acuerdo con el último informe de ACNUR, Tendencias Globales sobre Desplazamiento Forzado en 2016, hay 22,5 millones de personas refugiadas en todo el mundo y un 51% de esa población son niños. El año pasado 75.000 menores no acompañados o separados de sus familias solicitaron asilo en 70 países y bajo tales condiciones enfrentan una situación de vulnerabilidad extrema, especialmente debido al riego de explotación y abusos.

Dos niños aprovechan una pausa de la lluvia para plantar otro árbol autóctono acompañados por una bióloga.

La situación en el norte de Centroamérica, en El Salvador, Guatemala y Honduras, se pone claramente de manifiesto en el mismo informe y es preocupante por tener impacto directo en las vidas de niños y adolescentes obligados a abandonar sus hogares debido a la actuación de pandillas y el crimen organizado: en 2011, 17.900 personas se encontraban en esta situación y esta cifra llegó en 2016 a 175 mil personas.

El ACNUR financia en Brasil un proyecto de educación complementaria desarrollado por IKMR, que hace un seguimiento a 50 niños y niñas refugiados y solicitantes de asilo en São Paulo, entre los 6 y 12 años. El proyecto ofrece tres modalidades de atención; promoción de la integración en la escuela, horario de apoyo escolar y seguimiento de las dificultades de aprendizaje de los niños. Además de la acción directa el proyecto ha promocionado el fortalecimiento de los lazos entre las familias y los educadores y también la coordinación entre las escuelas que atienden a los menores refugiados en la capital paulista.

Por Miguel Pachioni, de São Paulo, Brasil

Gracias al Voluntario en Línea Andrés Gabriel Vogel por el apoyo ofrecido con la traducción del portugués de este texto.