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Asistencia en efectivo da a los refugiados el poder de elección

Historias

Asistencia en efectivo da a los refugiados el poder de elección

ACNUR está ampliando la asistencia en efectivo para que millones de personas a las que la organización atiende, puedan cubrir sus necesidades con dignidad, estar protegidos y ser más resilientes.
28 August 2018
Manar Al Sayer, viuda siria de 29 años, recibe ayuda económica Beirut.

Manar Al Sayer, viuda siria, introduce su tarjeta bancaria en un cajero automático en Beirut, marca su número secreto y retira unas cuantas libras libanesas.


Con el dinero en sus manos, puede ahora priorizar los gastos mensuales para ella y para sus tres hijos  ̶  Aseel, de seis años; Abdullah, de nueve y Osaima, de 12.

“Destino esta asistencia en efectivo para que mis hijos puedan asistir al turno matinal en la escuela”, explica Manar.

“Lo utilizo para pagar el transporte escolar de mis hijos y estoy muy contenta de poder pagar algo ahora”, añade.

Desarraigada del hogar familiar por los bombardeos en 2012, Manar buscó refugio en el vecino Líbano al año siguiente. Tras la muerte de su esposo en un accidente de tráfico, ella es ahora la cabeza de familia.

“Ya nadie nos impone lo que compramos”.

Cuando ya se ha encargado de los gastos escolares de sus hijos, Manar puede hacer sus cuentas para el resto del mes.

“Les prometí a mis hijos que les compraría unas zapatillas con parte de la asistencia en efectivo de este mes. Así es que lo voy a hacer porque tengo el dinero”, añade.

Esta mujer de 29 años es una de los millones de refugiados y otras personas de interés del ACNUR que en decenas de países de todo el mundo han podido tomar más control de sus propias vidas desde que el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados empezó a ampliar la asistencia en efectivo, en 2016.

El programa tiene como objetivo ayudar a las personas refugiadas, solicitantes de asilo, retornadas, desplazadas internas y apátridas a cubrir sus necesidades con dignidad, a estar protegidas y a ser más resilientes. En los últimos dos años ha ayudado a 10,5 millones de personas que lo necesitaban en 94 países, y ACNUR facilita ahora más asistencia en efectivo que ayuda en especie.

La mayor parte del dinero se desembolsa sin restricciones, es decir, que los propios refugiados pueden escoger cómo gastarlo. Esto beneficia a la economía local, ya que los refugiados compran productos esenciales en negocios locales y obtienen sus servicios también de proveedores locales.

“Antes teníamos una restricción: debíamos gastar la ayuda económica en supermercados. Pero cuando la hicieron disponible efectivo, nos dieron la libertad de elegir. Ya nadie nos impone lo que compramos”, dice Manar.

Mientras Manar prioriza los gastos de escolarización de sus hijos, otras personas de interés para ACNUR, desde Grecia a Níger o a Somalia, están usando su asistencia en efectivo para pagar el alquiler, comprar medicinas, pagar sus deudas o incluso emprender un negocio. Esta iniciativa, flexible e innovadora, está incluso ayudando a personas desplazadas que viven en algunas de las zonas más remotas en las que ACNUR trabaja, como los campamentos de refugiados en Níger.

En el campamento de refugiados de Tabareybarey, en ese país del África occidental, ACNUR ha distribuido 2.500 teléfonos móviles entre los refugiados. Mediante el uso de una forma de pago electrónica segura (llamada “Mobile Money”) está ayudando a 10.000 hombres, mujeres y niños que han huido de la inseguridad en Mali.

Un mensaje SMS notifica a los beneficiarios que han recibido su ayuda. Entonces pueden retirar el dinero en la tienda de móviles  ̶  una cabina roja en el campamento de refugiados  ̶  o pagar productos directamente con sus teléfonos en los comercios locales.

“Hemos visto que facilitar dinero en vez de productos es una de las mejores maneras de abordar las necesidades básicas de los refugiados aquí en Níger”, dice Robert Heyn, oficial asociado del programa de ACNUR para intervenciones basadas en efectivo en el país.

“Es más rentable, da a los refugiados la dignidad de escoger y también tiene un impacto muy positivo sobre la economía local. Así es que beneficia a los refugiados y a la economía del país que los acoge al mismo tiempo.”

“Beneficia a los refugiados y a la economía que los acoge al mismo tiempo”.

Los refugiados que se benefician del Mobile Money ya no necesitan llevar efectivo en su cartera, pero pueden acceder a su dinero “cuandoquiera que lo necesiten, cuandoquiera que sea necesario, y también pueden dejar dinero en sus cuentas de Mobile Money “, dice Heyn.

Los refugiados agradecen la flexibilidad y seguridad del sistema. Entre ellos está Zeinabu Warekoufaf, de Mali. “Cuando tienes tu dinero en el móvil, nadie sabe qué tienes y si alguien te lo quita, no sabrá cuánto tienes”, dice Zeinabu.

Zeinabu visita una tienda en el asentamiento y usa efectivo para comprar azúcar, té y cuscús, así como madejas de lana de colores brillantes con la que hará cojines que después venderá. Muchos de los comerciantes han visto incrementados sus ingresos desde que los refugiados empezaron a recibir dinero y están contentos con el programa.

ACNUR espera que la libertad y seguridad que Mobile Money facilita permita que refugiados como Zeinabu dejen los campamentos y se integren en la comunidad local, donde pueden vivir de manera más independiente y sostenible.

En 2016 y 2017, los dos primeros años en que se intensificó la ayuda basada en efectivo, ACNUR distribuyó un total de 1.200 millones de dólares, en colaboración con gobiernos, agencias de la ONU, ONGs y el sector privado.

Las mayores operaciones hasta la fecha se dan en Líbano, Afganistán, Jordania, Somalia, Ucrania, Sudán, Irak, Egipto, Siria y Turquía, aunque las operaciones se han extendido a otros países, incluido Bangladesh, donde está ayudando a unos 45.000 refugiados rohingya en asentamientos precarios.

“Lo primero que haré será pagar nuestras deudas, de unos 200 taka (2,50 dólares estadounidenses), y después usaremos este dinero para comprar comida”, dice Samuda, madre soltera con una hija de 15 años, en el lanzamiento del proyecto piloto en el sudeste de Bangladesh en abril.

Las intervenciones basadas en dinero en efectivo cubren todo el arco de desplazamiento, desde la ayuda a las personas desarraigadas, tanto dentro como fuera de las fronteras de sus propios países, hasta el auxilio a aquellos que optan por retornar a su hogar cuando las condiciones son suficientemente seguras  ̶  entre ellos, miles de somalíes.

Casi tres décadas de guerra civil en el país del cuerno de África han desarraigado a más de dos millones de personas que han huido a países vecinos. Con la seguridad mejorando en su país, 80.000 refugiados han retornado hasta ahora de manera voluntaria. Para ellos, el dinero en efectivo está resultando vital ahora que están reiniciando su vida en su aún frágil patria.

Mediante su socio Amal Bank  ̶  que ofrece toda una gama de servicios financieros, desde transferencias de dinero hasta micro financiación en ciudades y zonas remotas de Somalia  ̶  ACNUR está desembolsando mucha asistencia en efectivo a retornados, incluyendo la asistencia en efectivo única, ayudas mensuales, prestaciones por cada hijo, y ayudas para su alojamiento. En un importante paso hacia la plena reinserción, los retornados también tienen sus propias cuentas bancarias, siendo así posible que reciban y ahorren dinero.

Entre los beneficiarios de este proyecto está Aisha, de 55 años y madre de cinco hijos, que pasó 25 años como refugiada en Dadaab, Kenia. Al retornar a Somalia, a principios de 2017, utilizó una ayuda para reinstalarse de 200 dólares para poner en marcha una pequeña tienda en Kismayo, donde vende de todo, desde bananas y sandías hasta bolígrafos.

Los retornados también tienen sus propias cuentas bancarias, siendo así posible que reciban y ahorren dinero.

“Me permite satisfacer la mayor parte de las necesidades de mi familia”, dice de la tienda, abastecida con objetos comprados a mayoristas locales en el país, que ahora se está recuperando después de décadas de guerra e inestabilidad.

Otros están utilizando sus ayudas en efectivo para comprar tierras y ganado, o poner en marcha un negocio, como Mohamed Noor Omar, de 47 años, que se enfrentaba a un incierto futuro en el campamento de refugiados de Kakuma, en Kenia, después de huir de la guerra civil en su patria, Somalia, a principios de la década de 1990.

Con el atractivo de las ayudas sumando 1.600 dólares estadounidenses, retornó a la capital somalí, Mogadiscio, el año pasado y allí utilizó parte del dinero para comprar un barco de pesca. También se asoció con un hombre de la capital que tenía un motor para hacer funcionar el barco.

Ya en el agua a las 6 de la mañana, obtiene entre 7 y 10 dólares estadounidenses al día, dependiendo de la captura, y ahora está intentando mejorar su negocio como cualquier otro emprendedor.

“Esos ingresos son suficientes para cubrir mis necesidades básicas”, dice Mohamed, que quiere comprar unas redes mejores para capturar más peces, y un motor fuera borda que le puede llevar más lejos de la costa. “De esa manera, puedo mejorar mis condiciones de vida.”

Informaron Rima Cherri y Houssam Hariri desde El Líbano, Caroline Gluck desde Bangladesh, Robert Heyn desde Níger, y Njoki Mwangi y Urayayi Mutsindikwa desde Somalia.

 

Gracias a la Voluntaria en Línea Esperanza Escalona Reyes por el apoyo ofrecido con la traducción del inglés de este texto.