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Héroes locales de Burkina Faso reciben condecoración por haber proporcionado albergue a personas desplazadas

Historias

Héroes locales de Burkina Faso reciben condecoración por haber proporcionado albergue a personas desplazadas

En medio de la crisis de desplazamiento que más rápido crece en el mundo, dos pilares comunitarios que han movilizado ayuda para las personas que huyen de la violencia han sido seleccionados como ganadores en África del Premio Nansen para los Refugiados del ACNUR.
29 September 2021
Diambendi Madiega, líder conocido como "Jefe Elefante" por su comunidad, en su casa en Kaya, Burkina Faso.

A principios de 2019, comenzaron a aparecer una o dos personas recién llegadas en el polvoriento camino que lleva a Bollé, una comunidad en las afueras de Kaya, la capital de la región norte de Burkina Faso. Necesitaban ayuda después de haber huido de ataques de grupos armados y de las fuerzas nacionales en la zona norte, cerca de la frontera con Malí.

El año pasado, no obstante, conforme aumentaban los ataques en el norte y mientras la inseguridad se expandía, lo que empezó como un ligero goteo de desplazamiento se convirtió en un flujo constante. Sin saber qué hacer con la cantidad de personas empobrecidas que llegaba día con día, la comunidad buscó a Diambendi Madiega para obtener respuestas.

“En aquel momento, las personas llegaban en grandes cantidades en un lapso de tiempo muy corto”, explicó Madiega. “Al tomar el camino que lleva al norte, era imposible no encontrarse con personas que venían hacia acá. Llegó un punto en que me sentía abrumado”.

Burkina Faso, que por mucho tiempo se ha visto como el bastión de la estabilidad en la volátil región africana del Sahel, atraviesa por la crisis de desplazamiento que crece con mayor rapidez en el mundo. En respuesta a ataques frecuentes y mortíferos en contra de la población civil y de las fuerzas armadas, más de 1.400 millones de burkineses han tenido que abandonar sus hogares en los últimos dos años (de hecho, por lo menos 350.000 personas lo hicieron a principios de 2021).

Madiega, de 67 años, es fácilmente reconocible por el bastón en el que se apoya al caminar desde que sufrió un accidente en motocicleta, y por el colorido gorro que corona su alta complexión y que es indicativo de su posición como líder comunitario. La comunidad local lo conoce como “Naaba Wogbo”, que quiere decir “Jefe Elefante”.

En vista de que llegaban muchas personas con apenas algunas pertenencias, Madiega sintió que debía ayudar. Madiega consiguió algunas provisiones para contener el hambre y permitió que las familias desplazadas se instalaran en su patio trasero, donde construyeron albergues temporales para protegerse del clima. El patio trasero se llenó rápidamente. Entonces, Madiega envío a cientos de personas a un terreno cercano que le pertenecía.

Sin darse cuenta, había dado acogida y estaba alimentando a 2.500 personas, pero seguían llegando más. Madiega solo podía ofrecer su terreno, así que se propuso convencer a otras 300 personas en la comunidad para que se sumaran a la causa.
 
“Solicité que instalaran dos o tres tiendas de campaña en sus tierras, y aceptaron hacerlo”, explicó. “Saben que, si no se resuelve la situación, en el futuro puede ocurrirles lo mismo. No estamos exentos”.

Mientras Madiega reunía, organizaba y gestionaba los recursos de su comunidad, se desenvolvía una escena muy similar a 170 kilómetros de distancia, en Dori, al noreste, cerca de la convulsa zona fronteriza con Malí y Níger, donde, en años recientes, se han dado ataques e intimidaciones de grupos armados.

La población de la aldea creció una quinta parte en apenas dos años con la llegada de 35.000 personas desplazadas, y decenas de ellas se reunían cada día afuera de la casa de Maiga Roukiatou.  

Humilde descendiente de una de las familias reales de la región, Roukiatou, de 55 años, nació con una vena necia que la llevó a desafiar las convenciones y los deseos de la familia, y se casó con el hombre que ella amaba.

“Mi madre y mi padre querían que me casara con alguien de mi propio grupo étnico, pero dije ‘no, yo quiero a este hombre’”, explicó Roukiatou. “No fue sencillo. Les tomó tiempo aceptarlo”.  

La experiencia le enseñó a ver más allá del origen étnico de una persona. “Deseo demostrar que todos los grupos étnicos pueden convivir en paz; por eso empecé a ayudar a las personas desplazadas”.

En su soleado patio se forman aglomeraciones que buscan recibir alimentos, albergue temporal y consejos prácticos para solicitar asistencia ante las agencias y los socios de la ONU.

Roukiatou pone especial atención a las necesidades de mujeres, niñas y niños, quienes comprenden más de la mitad de la población desplazada en Burkina Faso. En muchos casos, han presenciado incidentes de violencia, que incluyen el asesinato de familiares y vecinos.  

Roukiatou creó una cooperativa agrícola para que las mujeres locales y desplazadas pudieran obtener ingresos. Además, se sienta con las personas recién llegadas y charla con ellas para escuchar sus historias, incluso les tiende una mano para mostrar su apoyo mientras se expresan.

"Si una mujer logra avanzar, su comunidad y el país entero lo harán con ella”.

“Muchas personas han tenido experiencias extremadamente duras; de hecho, en muchos casos, tienen problemas psicológicos”, indicó Roukiatou. “Creo que, si una mujer logra avanzar, su comunidad y el país entero lo harán con ella”.

Fatoumata Diallo llegó a Dori hace un año y se quedó con Roukiatou hasta que ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, le proporcionó su propio alojamiento. “Nos dio la bienvenida, nos escuchó, nos ayudó”, contó Diallo. “Ahora, es como nuestra madre”.

Por dedicarse inquebrantablemente a ayudar a las personas desplazadas internas en Burkina Faso, Roukiatou y Madiega han sido seleccionados como coganadores regionales en África del Premio Nansen para los Refugiados del ACNUR de 2021.  

El prestigiado premio lleva el apellido de Fridtjof Nansen, un explorador y trabajador humanitario que ganó un Premio Nobel y fungió como el primer Alto Comisionado para los Refugiados. El galardón se entrega cada año con el propósito de condecorar a quienes han realizado grandes hazañas para ayudar a las personas desplazadas o apátridas.

"Es una muestra de que somos iguales, de que somos de Burkina Faso”.

Al enterarse de que recibiría el premio, Madiega expresó alegría y orgullo por la manera en que sus vecinos se sumaron para ayudar a sus compatriotas. “Lo que esta comunidad ha hecho me llena de alegría. Es una muestra de que somos iguales, de que somos de Burkina Faso”.

Roukiatou contó que su labor en beneficio de las personas le ha dado un nuevo sentido a su vida; sin embargo, espera que llegue un día en que su ayuda deje de ser necesaria.

“He visto y experimentado tanto como agente humanitaria mientras ayudo a las personas que hacerlo se ha convertido en mi vida, en mi pasión”, dijo. “Deseo que las personas desplazadas puedan volver, que Dios las lleve de vuelta a sus aldeas con buena salud y que la paz prevalezca en Burkina Faso”.