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Huyendo de Siria en mitad de la noche: Alto Comisionado es testigo del drama en frontera con Jordania

Historias

Huyendo de Siria en mitad de la noche: Alto Comisionado es testigo del drama en frontera con Jordania

Jordanian military monitors welcome about 2,000 Syrians a day at the border. UNHCR António Guterres was there with them one night earlier this week. [for translation]
14 March 2013
Un grupo de refugiados sirios cruza la frontera con Jordania durante la noche. Hacen el camino a pie desde la gobernación siria de Dara'a llevando lo que pueden cargar. Es un trayecto peligroso.

FRONTERA DE SIRIA CON JORDANIA, 14 de marzo (ACNUR) – La cola de refugiados avanza lentamente bajo el cielo estrellado. Cargados con bolsas sobre sus cabezas, arrastran su equipaje mientras llevan a sus hijos de la mano. La luz de la luna les guía en su camino a través de la arena y las rocas. Sus siluetas apenas se vislumbran en el horizonte.

El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, António Guterres, testigo del cruce de frontera nocturno, camina con esfuerzo en la oscuridad colina arriba para recibir al grupo. Son las diez de la noche, y este grupo de unas 100 personas acaba de conseguir cruzar la peligrosa frontera entre Siria y Jordania.

Pero todavía prevalece un sentimiento de miedo, que se hace más intenso cuando un proyectil de mortero explota cerca de allí. Apresuran el paso. Un soldado jordano lleva en brazos a un bebé que llora. Un hombre mayor y su mujer son trasladados rápidamente a una ambulancia.

Una mujer llora mientras camina. "¿Dios mío, qué he hecho yo para que me castigues así?" dice. Pero los demás no tienen paciencia para sus lamentos. "Sigue caminando" le dice un hombre. "No metas a Dios en esto".

Los militares jordanos vigilan 145 puntos fronterizos, por los que pasan una media de 2.000 sirios al día. Los recién llegados se apresuran por alcanzar un lugar seguro, agradecidos, pero resignados a su nueva vida de refugiados. El Brigadier General Hussein Zyoud, comandante de las fuerzas fronterizas jordanas, cuenta a Guterres que cada noche llegan al menos 30 heridos. A muchos les disparan mientras intentan escapar. "Les decimos: ahora estáis a cargo del ejército jordano. Esto les reconforta" explica el oficial.

Esta noche los refugiados han llegado a lo alto de una colina de tierra donde por fin pueden descansar. Unos se apiñan bajo una gran carpa, otros se sientan al aire libre. Una familia extensa de 40 miembros ha viajado junta. Los hombres conversan entre sí mientras las mujeres atienden a los niños. Un niño de nueve años cuida a su hermanita pequeña de no más de un mes.

Mohammed, maestro de escuela, acaba de cruzar la frontera desde su casa en la provincia fronteriza de Dara'a, pero todavía está tratando de asumir lo que ha padecido. Las manos de este hombre de 43 años tiemblan mientras se fuma un cigarro.

Durante dos meses estuvo intentado reunir el coraje para cruzar la frontera. Sin embargo siguió en Siria huyendo de un pueblo a otro. Pero hace dos días un misil cayó cerca de donde él estaba, haciendo añicos las ventanas de las casas y los coches, y se sintió aterrorizado.

Mohammed cuenta que hay muchas personas como él en Dara'a, que tienen mucho miedo del conflicto y también de cruzar la frontera. "Van constantemente de un pueblo a otro. Si las cosas se intensifican todavía más, no van a tener a dónde huir. Entonces también tendrán que cruzar la frontera a Jordania", dice.

"Es una tragedia terrible", dice Guterres al llegar a la carpa donde los refugiados se han reunido para descansar. "Creo que el mundo no se da cuenta de lo que verdaderamente significa que un país esté siendo destruido sistemáticamente".

Los heridos comienzan a llegar. Son atendidos por médicos del ejército jordano. Un hombre llora de forma histérica y vomita sobre la fina arena mientras los médicos le cubren con mantas. Su cuerpo está sobrecogido por el miedo.

Otro hombre llega en una camilla cubierto con una manta beis. Tiene 73 años. Un médico le desnuda y quedan al descubierto unos agujeros en su cuerpo pálido. Tiene una herida en el estómago, otra en su brazo y otra en las nalgas. "¿Tiene algo más en el estómago?" pregunta el médico.

Este hombre estaba fuera de su casa en Dara'a cuando notó un dolor en el brazo. Sus hijos vieron la herida de bala y le pidieron que corriera a casa. La segunda ráfaga le hirió en el estómago y después hubo una tercera. Su familia le llevó al hospital local, donde le atendieron. Pero los médicos le dijeron que tenía que cruzar la frontera antes del amanecer. Le dijeron que los combatientes entran en el hospital por las mañanas buscando a los heridos. Y nadie sabe qué pasa con los pacientes que se llevan.

El hombre gime en la noche mientras los médicos preparan su traslado al hospital más cercano. "¿Sabe dónde está?" le pregunta alguien. "Sí, gracias a Dios, estoy en Jordania", responde.

Guterres había solicitado ese mismo día a los países donantes que se creen unos fondos extraordinarios para ayudar a las víctimas sirias y a los países de acogida como Jordania. "No podemos continuar prestando la ayuda necesaria a estas personas con el presupuesto que tenemos ahora".

Un funcionario del ministerio de Asuntos Exteriores dijo a Guterres en Amman: "No alcanzamos a montar campamentos lo suficientemente rápido para recibir a las personas que llegan, y no creo que nuestra infraestructura pueda absorber tales cifras". Jordania dice que acoge en estos momentos a más de 450.000 refugiados sirios. La mayoría vive en ciudades grandes y medianas. Unos 100.000 viven en Za'atri, pero está previsto montar más campamentos y ACNUR está trabajando con el gobierno en planes de contingencia en caso de que la situación empeore drásticamente.

Guterres ha advertido de que el número de refugiados, que actualmente supera la cifra de 1.100.000, podría alcanzar los 3 millones al final de año.

Por Greg Beals y Melissa Fliming desde la frontera de Siria con Jordania

Gracias a la voluntaria de UNV Online Isabel Arranz del Riego por el apoyo ofrecido con la traducción del inglés de este texto.