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Jóvenes refugiados en Venezuela comparten sus preocupaciones con los payasos de hospital

Historias

Jóvenes refugiados en Venezuela comparten sus preocupaciones con los payasos de hospital

An association of hospital clowns in Venezuela helps the UN refugee agency find out the biggest concerns of Colombian refugee children and how to help them. [for translation]
6 March 2009
Julio Pérez, one of the hospital clowns, plays with two of the refugee children during the session in Caracas. [for translation]

CARACAS, Venezuela, 6 de marzo de 2009 (ACNUR) – En una sala, 10 payasos y 52 niños están a punto de llorar y reír. "Si pudieran pedir tres deseos a un genio ¿Qué le pedirían?", preguntó un payaso a diez jóvenes refugiados y siete de los diez respondieron: "amigos para hacer deporte" y "que se acabe la guerra en Colombia".

Estos adolescentes y sus representantes acudieron a una sesión poco convencional de diagnostico participativo organizada por el ACNUR en Caracas. En la jornada, voluntarios de la Asociación Doctor Yaso, payasos de hospital, ayudaron con dinámicas a que jóvenes refugiados compartieran sus preocupaciones, necesidades y posibles soluciones a sus problemas, con el equipo del ACNUR y un grupo de psicólogos, para luego disipar sus tristezas con un rato de entretenimiento.

Al igual que los adultos, los jóvenes refugiados añoran regresar a Colombia, pero entienden el riesgo que ello implica para sus vidas. Una vez que cruzan la frontera, son muchos sus retos como refugiados pero sus principales preocupaciones son continuar estudiando y no ser discriminados. Muchos comparten historias de rechazo como la de Camila* de 12 años, quien contó conmovida lo que uno de sus compañeros de clase le dijo "no quiero ser tu amigo".

A pesar de lo difícil que resulta a veces la integración, Camila corre con mejor suerte que otros adolescentes refugiados en Caracas, quienes no tienen siquiera la oportunidad de ir a la escuela. Algunos permanecen en casa cuidando a sus hermanos que no alcanzan edad escolar, mientras los padres van a trabajar o a buscar empleo, y otros no tienen los recursos mínimos para los uniformes y materiales educativos.

"El acceso pleno a la educación y el sentido de pertenencia son necesidades específicas de este grupo de edad, que a veces es descuidado en los diseños de los programas de atención a refugiados; porque casi siempre son los padres los que hablan. Este año decidimos hacer los diagnósticos participativos de forma más creativa, a través del arte, el humor y la diversión, porque así es más fácil que los niños y las niñas cuenten sus experiencias más libremente", explicó el Oficial Asociado de Protección de ACNUR, Vincent Briard.

A pesar de las dramáticas confesiones, también hubo tiempo para las risas de los 52 niños y niñas de todas las edades quienes compartieron con los payasos, cuenta cuentos y festejaron el Carnaval con disfraces, golosinas y juegos; en una buena señal de que no dejaron su espíritu juvenil del otro lado de la frontera. A Sebastián* le causa gracia la manera en que hablan los venezolanos y su materia favorita es Historia de Venezuela, porque dice "quiero conocer mucho más sobre este país".

La experiencia también sentó las bases de una alianza entre el ACNUR y los payasos de hospital. Reynaldo Vecchionacce, uno de los voluntarios que semanalmente llevan alegría a niños y niñas en los hospitales, dijo estar contento de su trabajo con los refugiados: "con la risa y el juego, estamos colaborando con el diseño de estrategias para mejorar la calidad de vida de estos niños y sus familias en nuestro país."

Mientras los niños compartían sus dificultades, los adultos en otra sala trabajaban el tema de la violencia doméstica y daban cuenta de un problema en común con los más pequeños: el sentirse rechazados por su nivel social, su acento o su color de piel. Estos síntomas que comienzan a sentirse en el seno de una sociedad capitalina, que por años ha recibido generosamente a los colombianos.

Los diagnósticos participativos organizados regularmente por el ACNUR para facilitar el dialogo con refugiadas y refugiados de distintas edades, son el punto de partida de muchas de las estrategias del ACNUR para brindar protección a cerca de doscientos mil hombres y mujeres colombianas que han llegado a Venezuela en la última década a causa del conflicto armado en su país.

*Los nombres han sido cambiados por motivos de protección

Por Ligimat Pérez y Carolina González, en Caracas, Venezuela