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La integración en primera persona: Ahmed y los caminos de la libertad en Argentina

Ahmed en el Parque Sarmiento, en la ciudad de Córdoba, Argentina.
Historias

La integración en primera persona: Ahmed y los caminos de la libertad en Argentina

Luego de dejar atrás la difícil situación humanitaria en Gaza y poco después de llegar a Argentina, un programa de inserción laboral fue clave para que Ahmed pudiera comenzar a recorrer el camino de la integración al país.
6 September 2023

En las mañanas, Ahmed suele salir a correr por el Parque Sarmiento, en la ciudad de Córdoba.

Llegó a la ciudad argentina de Córdoba en pleno verano, su primera vez en el hemisferio sur. La familia de uno de sus alumnos de inglés, con quien se enteró sobre la misma existencia de Argentina, le abrió las puertas de su hogar. Desde ese momento, esa también fue su primera casa en un nuevo país donde nunca había pensado estar.

Al poco tiempo se enteró de una convocatoria a experiencias profesionales en empresas locales ofrecida por ACNUR, la Agencia de la ONU para Refugiados, la Fundación para la Incubación de Empresas (FIDE) y la Municipalidad de Córdoba. Pensó que era una oportunidad para mostrar lo que sabía: aquello que había aprendido en Palestina durante el tiempo en que, pese a las extremas dificultades del contexto, podía estudiar.

Aquella vida en Gaza, la del principio de todo, no había sido fácil. La búsqueda de espacios de libertad lo había llevado a anotarse en la Universidad. Ahmed quería estudiar. Se inscribió en la carrera de Técnico de Laboratorio Médico, pero hasta eso se le hizo cuesta arriba: los cortes de electricidad lo encontraban durante más de 12 horas esperando que llegara la luz. Lavar la ropa, preparar la comida y, por supuesto, estudiar: todo se hacía difícil sin electricidad.

Quería vivir en paz, eso es todo

“Solo quería vivir y jugar. Quería vivir en paz, eso es todo. Con los años, cada vez más y más te das cuenta de que vives en un conflicto, con escasez de electricidad, escasez de agua. Y que no tienes trabajo”. Hacía poco, Ahmed había cumplido años. Ya era mayor de edad. Miró a su alrededor y se preguntó qué hacía ahí. Gaza, su ciudad, estaba sitiada. Nadie podía entrar ni salir. Todos los aspectos de la vida estaban militarizados.

Entonces decidió marcharse. Primero, cruzó a través de Egipto a Turquía. No pudo despedirse ni siquiera de su familia, pero sabía que esa era su oportunidad de encontrar un futuro mejor. Lo dice así: “Decidí dejarlo todo. Me fui a la libertad. Quería la libertad. Empecé a preguntar a mis amigos dónde podía ir para estar a salvo”. En Turquía estuvo tres años. A través de plataformas online, dio clases de inglés a personas de distintas partes del mundo.

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Un día, en el devenir de una clase de idiomas, una de sus alumnas – argentina ella – le preguntó si había pensado en América Latina. “Y ahí empecé a hacer mi propia evaluación sobre Argentina”, explica. Durante casi seis meses buscó información sobre el país, sus costumbres. Conoció el nombre de la capital, Buenos Aires, y la palabra “asado”. Averiguó cómo llegar. Se puso en contacto con amigos de sus amigos, y siguió varias pistas en grupos de Facebook. Y un buen día llegó.

Solamente dos meses habían pasado desde que Ahmed conoció ese lugar en el mundo llamado Argentina, desde la ciudad de Córdoba. Leyó las bases del programa de experiencias profesionales en empresas locales y pensó que la convocatoria se ajustaba a su realidad. Dio el paso. Se inscribió. Y poco después lo llamaron. Se encontró, entonces, con una empresa que desde el laboratorio de la Universidad Nacional de Córdoba desarrolla micro dispositivos para la fertilización in vitro utilizando la impresión 3D. “Fue increíble. Me sorprendió: era mi primera experiencia de contacto con la gente. No sabía español en ese momento. No sabía nada. Solo hablaba inglés con ellos”, relata.

Ahmed trabajó entonces, durante cuatro meses, en el desarrollo de micro dispositivos aplicados a la agroindustria. Era la primera vez en su vida que veía algo así, en uno de los mejores laboratorios de Argentina: el más moderno del país, y el primero en desarrollar medicamentos para humanos a través de la impresión 3D. Rodeado de microscopios, robots e impresoras, Ahmed pudo probar sus conocimientos como técnico, y generar nuevos contactos y referencias profesionales. “Solo tienes que llamarnos, me dijeron. De hecho, ya los tengo en LinkedIn”, recuerda sobre sus empleadores.

Cuando vine, solamente quería sobrevivir. Ahora quiero vivir

A la par, pudo participar en varias capacitaciones en habilidades blandas incluidas en el mismo “Proyecto de Inserción Laboral para personas Refugiadas y Migrantes en la Ciudad de Córdoba”, implementado por la incubadora de empresas FIDE, la Municipalidad de Córdoba y ACNUR. También asistió a sesiones de orientación laboral y preparación de currículum, propuestas por el Centro de Atención a Personas Migrantes y Refugiadas, un espacio del gobierno local dedicado al asesoramiento y atención de población refugiada y migrante en la ciudad. Cada una de esas instancias es, para Ahmed, una oportunidad.

Ahora, combina su trabajo como profesor de inglés con la búsqueda de un empleo vinculado a la innovación. Mientras tanto piensa en comenzar una nueva carrera universitaria: quiere ser traductor de inglés. Está decidido a eso. Entiende que esa formación puede ser la llave para un empleo más estable en el largo plazo. Y que de esa manera puede capitalizar su experiencia de todos estos años, enseñando el idioma inglés. Se está preparando para correr esa carrera: en poco tiempo más dará el examen de ingreso.

Nunca se había imaginado así, dejando de pensar solamente en salvarse para pensarse él mismo como persona: “Cuando vine, no quería nada. Solamente sobrevivir. No tenía nada para perder. Ahora quiero vivir. Quiero trabajar. Quiero tener mis cosas”.

Y todo eso en Córdoba, Argentina: “Porque nadie me preguntó de dónde era o de dónde venía. Ni por qué. Nadie”. Al principio, tenía miedo. “Miedo de decirle a alguien que soy musulmán, pero sucede todo lo contrario: quieren conocerme más. Quieren conocer más sobre mí y mi cultura. Y esto es, sencillamente, increíble”.

El conflicto había quedado definitivamente atrás.