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La violencia en Sudán obliga a refugiados sudsudaneses a volver al país del que huyeron

Una familia sudsudanesa retornada junto a un carro tirado por burros en el que llevan sus pertenencias
Historias

La violencia en Sudán obliga a refugiados sudsudaneses a volver al país del que huyeron

Decenas de miles de personas refugiadas de Sudán del Sur están retornando a su país de origen para escapar de la violencia en Sudán; por desgracia, muchas de ellas quedan varadas en zonas fronterizas de difícil acceso.
15 May 2023

Malual Mayom Deng y su familia, en el puesto fronterizo de Joda en Renk, Sudán del Sur, por el que han cruzado decenas de miles de retornados sudsudaneses para huir de la violencia en Sudán.

Alekiir Kaman Dau Ayuel, de 25 años, está sentada afuera de un centro de tránsito en el condado de Renk, en el estado sudsudanés de Nilo Alto; junto a ella están su madre, sus tías y sus hermanos. Hace poco que cruzaron la frontera con Sudán, luego de haber logrado escapar de Khartoum, donde no cesan los enfrentamientos.

Alekiir estudiaba ciencias computacionales en la Universidad Internacional de África, en Khartoum; y, antes de que estallara la violencia el 15 de abril, planeaba cambiar a biología. Por el terror causado por los enfrentamientos en las calles, Alekiir y su familia se resguardaron en su hogar, desde donde escuchaban los disparos y los ataques aéreos.

Muchas personas murieron, y no pudieron ser enterradas

“Muchas personas murieron, y no pudieron ser enterradas, así que yacían en las calles”, recordó Alekiir.

Alekiir y su familia aprovecharon un breve momento de calma para escapar. Abordaron un autobús y dejaron todo atrás para buscar protección en Sudán del Sur, el país del que huyeron hace casi una década, cuando la guerra civil estaba en el punto más álgido. 

“Pensaba que tendría que dejar Khartoum en cuanto terminara la universidad y, por tanto, cuando tuviera que encontrar trabajo, pero nunca imaginé que habría una guerra”, aseveró Alekiir.

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Una zona fronteriza bajo presión

Alrededor de 800.000 personas refugiadas de Sudán del Sur vivían en Sudán; no obstante, desde que estalló la violencia en Khartoum y luego de que esta se esparciera por otras partes del país, casi 46.000 personas han retornado al país del que una vez huyeron. Muchas de ellas están varadas en Renk, donde los servicios están sumamente limitados y las agencias humanitarias se esfuerzan por ampliar el alcance de la ayuda de emergencia.

ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, está ayudando a transportar personas de la frontera al centro de tránsito que instaló junto con otros socios humanitarios; una vez ahí, las personas recién llegadas reciben alimento, agua, mantas, colchones, cubetas y atención médica urgente. ACNUR también está construyendo letrinas de emergencia y albergues comunitarios en los que podrán guarecerse más de 500 personas en grave situación de vulnerabilidad. 

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Esta nueva emergencia está ejerciendo presión sobre una respuesta ya sobrecargada y carente de fondos suficientes, en un país que aún se esfuerza por recuperarse de la devastación provocada por una guerra civil que duró siete años y concluyó apenas en 2020. Más de 2,2 millones de personas siguen estando desplazadas debido al conflicto y al impacto del cambio climático; además, tres cuartos de la población requiere asistencia. Por otra parte, Sudán del Sur ha dado acogida a más de 300.000 personas refugiadas de Sudán y de otros países. 

Para las agencias humanitarias resulta preocupante el impacto que tendrá el conflicto en Sudán en las condiciones en los países del norte de Sudán del Sur, los cuales dependen en gran medida de Sudán para contar con bienes y alimentos esenciales. El comercio transfronterizo se ha interrumpido a causa del conflicto; en consecuencia, se han disparado los costos de combustibles y otras mercancías, y ahora escasean el agua embotellada y otros productos básicos.

El transporte es limitado

Mientras tanto, las inundaciones vinculadas al cambio climático han dañado gran parte de la limitada infraestructura vial en el norte del país. Para las personas retornadas que esperan seguir viajando hasta llegar a sus lugares de origen, las opciones de transporte son limitadas y están fuera de su alcance.

“ACNUR está presente, ayudando a llevar a las personas a los centros de tránsito, pero, al no contar con recursos adicionales, será difícil poder llevarlas más allá”, señaló Lillian Sabasi, oficial adjunta de protección de ACNUR.

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Malual Mayom Deng y su familia invirtieron casi todo el dinero que tenían en la compra de boletos de autobús para salir de Sudán.

“Cada boleto costaba 35.000 libras sudanesas [$85 USD]. Somos una familia de ocho, así que fue muy costoso”, comentó. “Nos tomó dos días llegar a Sudán del Sur”.

El último tramo del trayecto lo hicieron en un carro tirado por burros, en el que llevaban unas cuantas pertenencias. 

Ahora, tenemos que huir nuevamente y volver a nuestro país de origen.

Al igual que Alekiir, no es la primera vez que esta familia huye del conflicto. “En 2016, huimos de Sudán del Sur por la crisis”, contó Malual. “Éramos refugiados en Sudán: buscábamos protección y seguridad. Ahora, tenemos que huir nuevamente y volver a nuestro país de origen”.

Su hogar está en la región de Bar el Gazal del Norte, cientos de kilómetros al suroeste; sin embargo, de momento no tienen la certeza de poder llegar hasta allá. Debido a la débil conexión móvil, incluso contactar a sus familiares es todo un reto.

Quienes han logrado volver a sus lugares de origen se han encontrado con comunidades extremadamente frágiles a causa del cambio climático, el conflicto y la inseguridad alimentaria.

“Sudán del Sur ya atravesaba una crisis humanitaria de grandes proporciones”, recalcó Sabasi. “Un gran número de retornos no previstos podrían desestabilizar comunidades locales que ya enfrentan dificultades, lo cual agravaría la crisis [ya] existente”.

Alekiir y su familia esperan volver a su hogar en Melut, en el estado del Nilo Alto, en Sudán del Sur.

“Tenía muchos planes antes de que estallara [la violencia] en Khartoum”, confesó Alekiir. “Quería estudiar biología para convertirme en médica y dedicarme a ayudar a otras personas.

Ahora, no sé qué sucederá”, añadió. “Las oportunidades seguirán existiendo en tanto me mantenga con vida. Aún existe la posibilidad de que logre hacer algo”.