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Miles de Rohingya esperan navegar a la seguridad en Bangladesh

Historias

Miles de Rohingya esperan navegar a la seguridad en Bangladesh

Varios miles de personas están varadas en las costas de Myanmar en condiciones de deterioro, esperando a que los barcos los lleven a través del río Naf.
2 November 2017
Los refugiados Rohingya que huyen de Myanmar llegan en botes de madera al amparo de la oscuridad a la playa de Shah Porir Dwip, cerca de Cox's Bazar, Bangladesh.

SHAH PORIR DWIP, Bangladesh – Miles de Rohingya desesperados en la costa de Myanmar, esperan cruzar el río Naf hacia Bangladesh, dicen los refugiados que llegaron en barco durante los últimos días.

Durante semanas, abundan los rumores de una posible afluencia de refugiados por mar en la ciudad de Shah Porir Dwip, en el sur de Bangladesh. Han surgido imágenes de multitudes en albergues improvisados en las costas al sur de Maungdaw, en el norteño estado de Rakhine en Myanmar.

ACNUR se ha estado comunicando estrechamente con las autoridades de Bangladesh en el terreno para garantizar el paso seguro de manera sistemática y oportuna, e intensificar los esfuerzos para rescatar a las personas en peligro en el mar.

"Dijeron que cualquier barco atrapado en el mar sería arrestado."

"Nuestros barcos no pudieron salir al mar la mayor parte de este mes", dijo un pescador en la aldea de Katabunia en la costa de Bangladesh. "Debido a la temporada anual de cría del pez hilsa, se nos prohibió pescar hasta el 22 de octubre. Dijeron que cualquier barco atrapado en el mar sería arrestado".

Ahora que la prohibición ha sido levantada, los observadores miran de cerca para ver si los movimientos de los barcos se reanudarán con carga humana.

Hala Banu, de 70 años, llegó en un bote de remos el miércoles. "Mi hijo y mi hija vinieron hace un mes pero no estaba dispuesta a venir", dijo, sentada en cuclillas debajo de un árbol en una isla cerca de Shah Porir Dwip. "Pero después de que quemaron el mercado en Buthidaung, viví en constante temor. Quería irme pero no podía caminar, así que mi sobrino me cargó durante casi un mes hasta llegar a Bangladesh".

Mohammed Rafiq, un farmacéutico y asistente médico de Maungdaw, también llegó el miércoles para unirse a la familia que envió a la seguridad el mes pasado. "Me quedé atrás para ver qué pasaría. Pero me preocupé cuando vi más y más arrestos arbitrarios. Hace tres semanas quemaron mi casa y saquearon mi tienda con todas las medicinas. Ahí fue cuando me fui".

"Habíamos esperado seis días en la costa . . . Recibimos algo de arroz pero no había agua."

Los recién llegados dicen consistentemente que miles de personas más esperan en las costas de Myanmar en condiciones de deterioro. Cuentan desgarradoras historias de hambre y de beber agua de mar que los enfermó.

"Habíamos esperado seis días en la orilla con alrededor de 2.000 personas. Recibimos algo de arroz pero no había agua", dijo Nadira, quien llegó la semana pasada desde una aldea costera llamada Nakhon Dia. "Vi cadáveres en la orilla. Simplemente los metieron en una bolsa y no los enterraron correctamente".

Su amiga Hazera Khatun, de 25 años, perdió a su hijo de tres años por deshidratación. En otra costa de Myanmar, Dong Khali, el nativo de Nurul Islam esperó con 5.000 personas durante 13 días. Dijo que vio a dos personas morir de diarrea durante este tiempo.

Aquellos que sobreviven a esta prueba y pueden pagar la tarifa del bote, arriesgan sus vidas en botes sobrepoblados en malas condiciones climáticas, viajando bajo la protección de la noche. Decenas de niños, mujeres y hombres Rohingya han muerto haciendo el cruce en los últimos dos meses.

ACNUR ha hecho un llamamiento a las autoridades de Bangladesh para garantizar el paso seguro e intensificar los esfuerzos para rescatar a las personas en peligro en el mar.

Al llegar a Bangladesh, los exhaustos refugiados son llevados a un centro de distribución cercano donde reciben alimentos, atención médica y lonas de plástico del ACNUR. Desde allí, son transportados al área de Kutupalong donde existen campamentos y sitios improvisados.

Después del largo y difícil recorrido, Hala Banu, de 70 años, se queja de los dolores que siente. Pero su rostro se ilumina cuando se le pregunta sobre el tramo final de su viaje: "Estoy muy feliz de ver a mi hijo e hija pronto en el campamento de refugiados de Kutupalong. Me siento segura ahora".

Por Vivian Tan

Gracias al Voluntario en Línea David Candela por el apoyo ofrecido con la traducción del inglés de este texto.