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Refugiadas en Uganda adquieren herramientas para erradicar la violencia de género

Historias

Refugiadas en Uganda adquieren herramientas para erradicar la violencia de género

Tras percatarse del impacto de la violencia de género en Rwanda, su país, Chantal Mukeshimana – ruandesa refugiada en Uganda – se dedica a abordar la problemática en su comunidad con el apoyo de una iniciativa de la ONU.
25 November 2023
Una mujer ruandesa mira a la cámara; detrás suyo hay un edificio y un grupo de personas

Chantal Mukeshimana, una refugiada ruandesa, se esfuerza por acabar con la violencia de género en el asentamiento de refugiados de Kyaka II, en Uganda.

KYEGEGWA, Uganda – Al haber vivido a la sombra de la violencia por más de 50 años, Chantal Mukeshimana sabe el daño que esta le causa a las personas.

Cuando era niña, su madre y su padre peleaban con frecuencia; además, su padre recurrentemente se negaba a darles alimento y vestido a ella y a sus hermanos. Luego, en su juventud, vio cómo violaban y golpeaban a compañeras suyas cuando escalaban los conflictos tribales en Rwanda, su país de origen. Chantal Mukeshimana contrajo matrimonio siendo muy joven, pues esperaba que su esposo la protegiera de la violencia sexual, que se había generalizado.

“La sociedad estaba por colapsar; abusaban y violaban a mujeres y niñas”, comentó haciendo referencia al período previo al genocidio del pueblo tutsi, en 1994. “Yo estaba petrificada”.

No había repercusiones para los perpetradores.

“Se sabía que, si alguien violaba a la esposa de su vecino, ella no lo reportaría, así que no habría ningún castigo. No funcionaban los sistemas [social y de justicia]; dejaron de funcionar”, comentó.

Las mujeres y las niñas se encuentran en grave situación de vulnerabilidad cuando hay conflictos y otro tipo de crisis; de hecho, el 70% de las mujeres y las niñas en crisis humanitarias sufre violencia de género. En particular, las mujeres refugiadas padecen violencia no solo en sus países de origen, sino también en los países de tránsito y de acogida.

Escasez de recursos

Mukeshimana llegó a Uganda, junto con su esposo, en 1999. Viven en Kyaka II, un asentamiento de refugiados en el distrito de Kyegegwa, que ha dado acogida a más de 120.000 personas refugiadas de Burundi, República Democrática del Congo, Rwanda y otros países. En años recientes, ha crecido la población del asentamiento por la inestabilidad que se observa en los países vecinos; en consecuencia, son propicias las condiciones para la violencia de género.

“Son diversos los factores que hacen que las personas en una comunidad refugiada sean más vulnerables a la violencia sexual y de género”, precisó Chantal Mukeshimana. “Los principales, por ejemplo, son los desbalances en las relaciones de poder entre los géneros, así como la escasez de recursos. Las familias pelean constantemente porque no tienen alimentos o tierras suficientes”.

En esos casos, quienes sufren suelen ser las mujeres, las niñas y los niños. “Algunos hombres abusan de las mujeres, pelean y son desiguales en la distribución de recursos entre niñas y niños cuando los recursos escasean”, apuntó. “La violencia es una herramienta de control de las mujeres, es una revancha, una forma de exigir respeto”

Cambios desde el interior

Cuando Chantal Mukeshimana llegó al asentamiento de refugiados, recibió apoyo psicosocial para lograr procesar lo que vivió en Rwanda. La experiencia la llevó a querer ayudar a otras personas, así que asistió al curso de capacitación que Alight ofreció con apoyo de la iniciativa Spotlight y de ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados.

El curso estaba dirigido a activistas, quienes adquieren las habilidades que se requieren para denunciar y reducir los casos de violencia en sus comunidades. Desde 2019, gracias a esta iniciativa, casi 900 personas en Uganda han recibido capacitación para asistir a mujeres y niñas que sufren violencia.

La iniciativa Spotlight busca erradicar la violencia contra las mujeres y las niñas por medio de programas que se enfocan en los principales detonantes. Además, impulsa leyes y políticas públicas para prevenir la violencia, fortalecer las instituciones, promover normas sociales más equitativas para todos los géneros, apoyar el movimiento de liberación de las mujeres y brindar servicios esenciales a sobrevivientes de violencia.

Chantal Mukeshimana adquirió las habilidades que necesitaba para convertirse en activista en su comunidad.

“La capacitación me abrió puertas, pues adquirí los conocimientos y las herramientas que necesito para ayudar a otras mujeres”, resaltó. “Nos capacitaron en terapia familiar y nos enseñaron qué pueden hacer las familias – mediante la planeación conjunta entre mujeres y hombres – para aprovechar sus recursos de mejor forma. También nos enseñaron cómo apoyar a las comunidades con canales de remisión; por ejemplo, en caso de que las mujeres requieren atención médica o psiquiátrica”.

Chantal Mukeshimana creó grupos en los que las mujeres comparten sus conocimientos; además, empezó a hacer visitas a domicilio para que las parejas aborden los conflictos y aprendan a dialogar para resolverlos.

“Veo que las familias en mi entorno son felices y se sienten apoyadas. Las chicas están retomando la escuela, incluso aquellas que la habían abandonado. Veo que algunas de las mujeres que dependían totalmente de sus esposos ahora son autosuficientes”.

“Las cosas han cambiado. Estamos marcando una diferencia”.

 

 La iniciativa Spotlight – para eliminar la violencia contra las mujeres y las niñas – es una iniciativa de alto impacto que las Naciones Unidas lleva adelante junto con la Unión Europea y otros socios. En Uganda, en colaboración con ACNUDH, OIM, Pulse Lab y la sociedad civil, la iniciativa está siendo implementada por el Gobierno de Uganda, la Unión Europea, ONU Mujeres, UNFPA, UNICEF, PNUD y ACNUR. Desde 2019, casi un millón de mujeres y niñas en Uganda han recibido apoyo de esta iniciativa para acceder a servicios esenciales.

“Estamos marcando una diferencia”.

Chantal Mukeshimana, refugiada de Rwanda