Un hogar renace de las ruinas: Ex refugiada salvadoreña recuerda su llegada a Costa Rica
Un hogar renace de las ruinas: Ex refugiada salvadoreña recuerda su llegada a Costa Rica
SAN JOSÉ, Costa Rica, 29 de enero de 2013 (ACNUR) – Idania Arteaga Monge está sentada en un sofá en la oficina del Ministro de Educación de Costa Rica, Leonardo Garnier, para quien trabaja como asesora legal. Está impecablemente vestida y nos sonríe cortésmente, mientras relata la historia de la llegada de su familia a Costa Rica. Es difícil creer que esta mujer de tantos logros tuvo una infancia tan dura.
Idania nació en una familia de un hermano y una hermana, su madre trabajaba como maestra y su papá era administrador de empresas. Su familia era de Suchitoto, un pueblo colonial de El Salvador.
En la década de los ochenta, los grupos paramilitares suponían que los docentes apoyaban a los movimientos de izquierda, por lo que muchos eran perseguidos y asesinados. La madre de Idania, Miriam, estaba en la lista de uno de estos grupos.
De inmediato supo lo que significaba que aquel día miembros de un grupo armado hicieran ruido rozando sus armas en los portones de su casa: pronto los irían a buscar. Vecinos y amigos habían muerto a manos de estos grupos, era claro que no habría una segunda advertencia.
Fue cuando la mamá de Idania dijo que toda la familia debería salir del país al día siguiente. Algunos de los tíos de Idania, también profesores, se fueron a Estados Unidos pero su familia prefirió dirigirse a Costa Rica donde sabían que estarían seguros.
Era el año 1980. El primer mes fue el más difícil, estuvieron viviendo en un hotel, intentando buscar maneras de salir adelante: su negocio, sus profesiones y sus carreras de alguna manera también habían quedado atrás.
Idania fue integrándose fácilmente a Costa Rica, sin embargo, la experiencia de su familia claramente la marcó y fue capaz a una edad muy temprana de entender el privilegio de tener una vida sin violencia y crecer en el seno de una familia.
"Mi mamá siempre cuenta que el ACNUR nos apoyaba dándonos útiles escolares cuando entrábamos a clases y, también, entregaban a los refugiados comida enlatada y leche", comentó Idania.
Pero más allá de la asistencia, Idania recalca que el ACNUR apoyó a su papá a iniciar su propio negocio, hasta lograr consolidar una panadería. "Con ese negocio, mis papás lograron convertirnos en profesionales a mí y a mis dos hermanos", dice orgullosa.
Sin embargo, la vida no siempre ha sido fácil y, en ocasiones, se ha visto en desventaja por no haber nacido en Costa Rica. Después de haber completado sus estudios en Derecho, Idania quería trabajar en el Poder Judicial costarricense. Pronto supo que no era permitido para residentes trabajar allí, solo para nacionales. Actualmente, ella ya posee la nacionalidad costarricense.
"Pienso que no hay mejor país (que Costa Rica) para recibir a los extranjeros: los costarricenses son muy abiertos a nuevas culturas y dan la bienvenida grandemente. Mis padres nunca han querido irse de aquí, yo tampoco; mi esposo David es costarricense y yo me crié aquí".
Idania sabe que para todos en su familia no ha sido igual: "Mi padre Gonzalo inventa pequeñas razones para volver a El Salvador de visita, sobre todo razones de negocios, pero todos sabemos que son sólo excusas para regresar, para él fue más difícil: dejó a toda su familia allá".
El valor de sus padres, así como el de muchas personas refugiadas, son una inspiración para Idania: "Yo no puedo imaginar cómo se mantiene la fuerza en esa situación de amenaza, dejar a la familia, huir a un país extranjero y empezar la vida de cero. Ahora que soy madre (de José David, de 2 años) aprecio aún más el sacrificio hecho por ellos . . . Pensar lo que mis papás hicieron por mí y mis dos hermanos, es realmente increíble".
Por Charlaine Sleiman y Andrea Vásquez R. en San José, Costa Rica