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Una mujer somalí representó a la comunidad refugiada en la conferencia ministerial de ACNUR

Historias

Una mujer somalí representó a la comunidad refugiada en la conferencia ministerial de ACNUR

Fatuma Elmi, una refugiada somalí reasentada en los Estados Unidos, participó recientemente en la conferencia internacional organizada por el ACNUR en Ginebra.
4 enero 2012
Fatuma Elmi en el Palais des Nations en Ginebra, durante la conferencia ministerial de diciembre.

WASHINGTON D.C., Estados Unidos, 4 de enero (ACNUR) – Fatuma Elmi, una refugiada somalí reasentada en los Estados Unidos, participó recientemente en la conferencia internacional sobre desplazamiento forzado y apatridia organizada por ACNUR en Ginebra. El evento se llevó a cabo en diciembre en la sede de la Agencia de la ONU para los Refugiados.

Durante los últimos 15 años, Fatuma ha trabajado con los Servicios Sociales Luteranos en Minnesota, ayudando a los refugiados recién llegados a encontrar oportunidades de educación y empleo en los Estados Unidos. Fatuma habló recientemente con Priscilla Yoon, que está realizando prácticas en el departamento de información pública en la oficina de ACNUR en Washington, sobre su participación en la conferencia, su trabajo con los refugiados reasentados y su propia experiencia sobre cómo empezó una nueva vida en los Estados Unidos. A continuación algunos extractos de la entrevista:

Háblenos de su papel en la conferencia ministerial de ACNUR.

Me sentí sorprendida, honrada y emocionada cuando supe que iba a ser enviada en Ginebra como delegada de las personas refugiadas en los Estados Unidos. Participé en una mesa redonda sobre derechos humanos y refugiados. Fue una experiencia muy enriquecedora porque hablé con muchas personas interesantes e influyentes y tuve la oportunidad de compartir mis opiniones e impresiones.

La Secretaria de Estados de los EE.UU. la mencionó en su discurso en la conferencia. ¿Sintió que fue un reconocimiento por su experiencia personal como refugiada?

Siempre es positivo ver que un inmigrante reconstruye su vida en nuevo país. Me sentí orgullosa, pero no puedo decir que empecé de cero, como muchos de los refugiados que acuden a mí en busca de ayuda. Aún así, cuando llegué en los Estados Unidos empecé desde abajo. Hablaba cuatro idiomas, tenía una licenciatura en contabilidad y 12 años de experiencia en un puesto de alto nivel en una compañía petrolera. Pensé que sería fácil encontrar un buen trabajo, pero tuve que empezar como empleada de limpieza. Trabajé como camarera en un hotel durante nueve meses, después me ascendieron y seguí trabajando en la misma compañía hotelera por cinco años. Al mismo tiempo, hacía voluntariado en los Servicios Sociales Luteranos brindando asesoría a los refugiados en materia de empleo, lo que se convirtió en un trabajo a tiempo completo.

Al empezar su nueva vida en los Estados Unidos, ¿cuáles fueron sus principales desafíos y logros?

Mis expectativas sobre el tipo de empleo que habría encontrado al llegar aquí fueron un desafío. Recibo a muchos refugiados con experiencia profesional que tienen altas expectativas y les puedo decir que una vez yo también estuve en su misma posición. Les digo que son nuevos y tienen que enseñar lo que pueden hacer. Después, cuando demuestren quienes son, las puertas se abrirán. Los refugiados con experiencia profesional llegan pensando que será fácil encontrar un trabajo adecuado a su perfil, pero cuando la realidad te golpea tienes que decir, "bueno, por algún lado hay que empezar".

¿Qué nos puede decir sobre su exitosa experiencia?

No hago el trabajo que hago por dinero. Mi mayor satisfacción es encontrar un buen trabajo para mujeres, madres solteras, viudas, para que puedan ser autosuficientes. Esa es mi mayor recompensa. Y cuando vuelven para darme las gracias, siempre les digo: "Sólo le ayudamos a prepararse, el resto lo hizo usted". Las entrevistas de trabajo las enfrentan ellas, así son que son ellas quienes merecen todo el reconocimiento para conseguir el trabajo, no yo.

¿Cómo cree que la comunidad internacional puede responder a la crisis humanitaria en su país de origen, Somalia?

Todos queremos hacer algo, pero es realmente difícil. En los últimos 20 años nuestro pueblo ha venido luchando contra los mismos problemas: hambruna, asesinatos, la guerra civil que no termina y otros. Los Estados Unidos, así como la ONU, tratan de hacer algo por Somalia, pero es Somalia la que tiene que hacer algo por si misma. Tenemos que hacernos cargo de nuestros propios problemas.

¿Qué más se podría hacer por los refugiados con los cuales usted trabaja?

Creo que los refugiados podrían ser preparados de una mejor manera antes de enfrentarse el reasentamiento. Muchos de los refugiados reasentados piensan que todos sus problemas se quedarán en el campamento, así que al llegar aquí no están preparados. Si los refugiados pudieran recibir clases básicas de inglés antes del reasentamiento, esto aumentaría bastante sus probabilidades de encontrar empleo. Pero algo que nos ayuda es que mi comunidad es muy generosa, a pesar de la guerra civil y el conflicto, cuando llegamos aquí nos apoyamos unos a otros.