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Una víctima dice que la República Centroafricana necesita justicia antes de que pueda haber una reconciliación

Historias

Una víctima dice que la República Centroafricana necesita justicia antes de que pueda haber una reconciliación

The lack of a functioning legal system has exacerbated a conflict that has been fought with a level of brutality that is tearing the society apart.
4 April 2014
Marie-Hélène tuvo que recoger los restos desmembrados del cuerpo de su padre para enterrarlo, pero aun así le pide a la gente que no se tome la justicia por su mano.

BANGUI, República Centroafricana, 4 de abril de 2014 (ACNUR) – A pesar de que Marie-Hélène* ha experimentado de forma directa el horror y la brutalidad del conflicto en la República Centroafricana, ella busca justicia más que venganza.

La violencia en la República Centroafricana ha estado marcada desde el pasado diciembre por su escala y ferocidad, así como por un nuevo acontecimiento – ataques por motivos religiosos – que han estado desgarrando el tejido social del país.

António Guterres indicó el mes pasado al Consejo de Seguridad de la ONU que "la brutalidad y la inhumanidad" que había visto en la República Centroafricana en febrero le había producido la mayor angustia de cualquiera de sus viajes en sus ocho años como Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados.

Marie-Hélène trabajaba como enfermera de hospital en Bossangoa, una ciudad extendida por ambas orillas del río Ouham a unos 300 kilómetros al norte de Bangui. Era un lugar donde cristianos y musulmanes habían vivido felizmente unos al lado de otros durante generaciones.

Madre de nueve hijos, ella vivía con sus hijos y padres en la aldea Baton, a 10 km. de Bossangoa. Su padre era un sacerdote que estaba muy ocupado los domingos con la gran congregación que acudía a misa.

Como otros, se preocuparon cuando el Seleka, una coalición rebelde predominantemente musulmana, capturó la capital Bangui en marzo de 2013, pero nunca pensaron de verdad que el conflicto llegaría hasta ellos. Lo hizo. El pasado septiembre las fuerzas del Seleka atacaron su aldea.

Marie-Hélène y su familia huyeron a la residencia del arzobispo en Bossangoa, donde permanecían más de 10.000 cristianos asustados. El 6 de octubre, domingo, la familia decidió volver a Baton debido a que su padre estaba decidido a no faltar a misa. Mientras la familia se sentaba en un huerto de mangos, el anciano sacerdote fue a la iglesia y tañó la campana para llamar a su congregación. En vez de ella, el Seleka apareció.

"Vimos un coche del Seleka acercándose más y más a la capilla. Varios hombres armados entraron y oímos los disparos", dijo Marie-Hélène. Ella y sus hermanos solo fueron capaces de entrar a la capilla cuando el Seleka se fue al día siguiente. Marie-Hélène recogió el cuerpo de su padre, trozo a trozo, antes de enterrarlo en su capilla.

Marie-Hélène escuchó rumores en Bossangoa de que ella y su familia estaban siendo buscados, así que huyeron. "Fuimos a Bossembele en autobús. De Bossembele a Boali caminamos, y después cogimos un taxi que nos llevó a la capital. Tardamos 10 días en llegar al aeropuerto donde nos sentimos a salvo".

Marie-Hélène está ocupada con la comunidad desplazada, realizando constantes visitas para el socio del ACNUR Première Urgence como facilitadora comprometida, dirigiendo a las personas vulnerables, como mujeres víctimas de la violencia sexual y niños abandonados, hacia las organizaciones de ayuda. Trata de asegurarse de que las personas necesitadas consigan atención médica.

Además de estas actividades, intenta promover la paz a su manera: "Esta violencia es de represalia y por desgracia la gente se está tomando la justicia por su mano. Siempre digo a mis hermanos y miembros de mi comunidad que sean pacientes y que nunca usen la violencia para obtener justicia".

Más de 2.000 personas han muerto en la lucha entre el Seleka y los guerrilleros anti-Balaka desde diciembre. La debilidad del Estado y el inexistente sistema de justicia penal en la República Centroafricana han agravado la situación. Incluso si la policía arresta a un criminal, no existe una estructura para procesarle. Los tribunales y las cárceles no funcionan.

Esto impide a la gente perseguir crímenes como el asesinato por medio del sistema de justicia, provocando que busquen justicia fuera de él. Esto está desgarrando la sociedad. Junto con restablecer la seguridad, el apoyo para la reconstrucción del sistema de justicia sería de un valor incalculable para sanar las heridas de los centroafricanos.

"¿Cómo puedo reconciliarme cuando el asesinato a sangre fría de mi padre no ha sido reconocido?. ¿Cómo quiere que me reconcilie cuando delante de mi tengo hombres armados?", dijo. "Queremos justicia".

El rebrote de violencia entre comunidades a finales de marzo ha desencadenado nuevos desplazamientos. El número de personas desplazadas internamente en la República Centroafricana ha aumentado hasta 637.000, incluyendo 207.000 en Bangui, y hay unos 317.000 refugiados en países vecinos.

"Nunca volveré a Bossangoa, no puedo. Tengo tanto miedo de estar frente a los asesinos de mi padre algún día", dijo Marie-Hélène. "Tuvieron lugar demasiados horrores. Necesitamos pasar página".

*Identidad oculta por motivos de seguridad.

Por Dalia Al Achi en Bangui, República Centroafricana.

Gracias al voluntaria de UNV Online José Carlos López por el apoyo ofrecido con la traducción del inglés de este texto.