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"Les ganamos a todos": La historia de dos refugiados emprendedores en Chile

Historias

"Les ganamos a todos": La historia de dos refugiados emprendedores en Chile

Sus países tienen idiomas y costumbres muy diferentes. Sin embargo, Husam y Andrés presentan una realidad común: ambos tuvieron que huir porque sus vidas corrían peligro.
20 enero 2016
La hija menor de Husam, nació hace dos años y medio en Chile y le gusta jugar simulando ser la cajera del local.

SANTIAGO, Chile, 20 de enero de 2016 (ACNUR) – Husam de origen palestino, con una amplia sonrisa cuenta sobre cómo fue cambiando su vida desde que tuvo que irse de su país en 2003. Andrés, otro refugiado pero de origen colombiano, en cambio se entristece cuando relata lo difícil que fue tener que irse de su lugar y llegar solo a un país desconocido.

Sus países de origen están en Medio Oriente y América Latina, respectivamente, con idiomas y costumbres muy diferentes. Sin embargo, Husam y Andrés presentan una realidad común: ambos tuvieron que huir porque sus vidas corrían peligro. Hoy viven en Santiago de Chile, en América del Sur, donde pudieron rehacer su vida y emprender un negocio propio.

Husam, su esposa Hadil y los dos hijos, todos ellos de origen palestino, vivían como refugiados en Irak y tuvieron que huir por la guerra hacia la frontera con Siria, donde permanecieron durante dos años en el campamento Al-Tanf, ubicado en medio del desierto, donde vivieron 1300 refugiados palestinos entre 2003 y 2010. Según el informe Mundo en Guerra del ACNUR, que describe las Tendencias Globales del desplazamiento forzado en 2014, hay 97.235 refugiados palestinos bajo el mandato del ACNUR.

Andrés tuvo que huir de una ciudad a otra ya que grupos armados ilegales mataron a su hermano en 2007, él y su familia estaban siendo amenazados y perseguidos en Colombia y no pudieron quedarse más en su país, que vive desde más de 50 años un conflicto armado interno.

De acuerdo con el informe mencionado en el mundo hay 103.150 refugiados colombianos y 6.044.151 desplazados internos, lo cual constituye la crisis humanitaria más grande de América Latina.

"Lo que le pasó a mi hermano fue la raíz de la inseguridad de nosotros. El tema de la seguridad en mi país es grave. Es precario. Allá uno tiene que arrancarse y dejarlo todo. Eso fue lo que nos pasó a nosotros", describe Andrés. Y explica: "Tú tienes que dar una parte de tu sueldo, la llaman "vacuna". Él trabajaba como chofer de colectivo. Y una vez no quiso, se resistió y eso fue fatal".

Husam y su esposa sueñan con abrir un segundo local de comida árabe.

Así fue como Andrés en 2009 por sus propios medios y Husam en 2008 a través del programa del ACNUR de Reasentamiento Solidario llegaron a Chile buscando una mejor vida.

Este programa está incluido en el Plan de Acción de Brasil, firmado por los Gobiernos de América Latina y el Caribe para Fortalecer la Protección Internacional de las Personas Refugiadas, Desplazadas y Apátridas en el continente.

Husam y su familia fueron parte de las 28 familias palestinas reasentadas en Chile a comienzos de 2008 y forman parte de los 1514 refugiados que fueron reasentados en el cono sur entre 2005 y 2015. Para lograr con éxito su integración, se diseñó un proyecto que duró dos años y que incluyó la enseñanza del idioma español, inserción laboral y facilidades para comprar una vivienda a través de subsidios habitacionales del Estado. Esta iniciativa se planificó e implementó a través de la cooperación entre el Ministerio del Interior y Seguridad Pública de Chile, el ACNUR y la Vicaría para la Pastoral Social (VPS).

"Vinimos a Chile sin nada; sin hablar el idioma, sin documentos. Llegamos para hacer una nueva vida y estar mejor, trabajar y vivir tranquilos. Entonces, hicimos las cosas bien para caminar felices por la vida. Primero, los documentos, después entendimos el idioma. Por eso les ganamos a todos por una vez", cuenta emocionado Husam.

Desde el otro lado del mostrador del Don Shawarma, un local de comida árabe, donde la especialidad es el shawarma, que consiste en finas láminas de carne cocinada en un asador vertical, envueltas en un pan plano con vegetales y condimentos, Husam, chef internacional, habla con sus empleados y relata: "Gracias a Dios, la ayuda de amigos y una plata que yo tenía guardada con mi familia abrimos este local hace 8 años de forma independiente".

"Trabajo con mi esposa, tengo 5 personas empleadas (entre ellos chilenos y colombianos) que trabajan conmigo y mi hija la cajera", bromea el hombre palestino mientras mira con una sonrisa a su hija menor nacida en Chile. El local abre de día y ya tienen "hartos clientes" porque – según explica el dueño – trabajan "como corresponde, con respeto, con buen sabor". "Ojalá abra otro local", proyecta.

Andrés, que aprendió a cortar el pelo de forma autodidacta, suma cada vez más clientes a través del "boca a boca".

Con menos planificación pero la misma actitud de empujar para adelante que tienen los emprendedores, Andrés recibió en 2012 un "apoyo de micro-emprendimiento" para abrir su peluquería, fondos del Programa de Asistencia para Refugiados del Ministerio del Interior y Seguridad Pública de Chile, que gestiona la Fundación de Ayuda Social de las Iglesias Cristianas (FASIC), agencia socia del ACNUR.

Desde niño le llamaba la atención esta profesión y la tenía como pasatiempo. Entonces, sin estudios previos y de forma autodidacta se decidió a explotar el talento y ponerlo como negocio. El joven colombiano es detallista y quiere que las personas que ingresen en su local no sólo se vayan con un buen corte de pelo sino también que se sientan cómodas y pasen una buena experiencia. Para esto, colocó un sillón y una televisión para generar una espera más agradable. Pero recalca que le falta un dispensador para ofrecer agua, otra silla de peluquería para cortar y un mueble para guardar sus accesorios.

"Acá el chileno no está acostumbrado a cortarse el pelo de manera tan perfecta, tan detallada, tan minuciosa y sofisticada", explica el peluquero que trabaja con cuchilla, elemento tradicional.

"Hago sólo cortes de hombres como por ejemplo los que usan los futbolistas como Arturo Vidal, Alexis Sanchez. Bien cortito, con líneas, formas. Y también cortes clásicos; ejecutivos, escolares. Cortes desde los más básicos hasta los más llamativos que generalmente se los hacen los más jóvenes que andan en grupo y les gusta llamar la atención", describe.

Andrés trabajó intensamente para poder poner en buenas condiciones su espacio laboral. "Esto era un gallinero, era un garaje. Pinté las paredes, el piso lo cambié, la publicidad la mandé a diseñar. De a poco lo voy armando. Mi sueño ahora es terminar de poner buen confort en esta peluquería, que el cliente se sienta como en su casa", concluye entusiasmado.

Por Magui Masseroni.

Algunos nombres fueron modificados por razones de protección.