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Refugiados centroamericanos continúan llegando a México

Historias

Refugiados centroamericanos continúan llegando a México

Honduras, junto con El Salvador y Guatemala es una de las regiones más violentas del mundo fuera de una zona de guerra. Pandillas criminales transnacionales, conocidas como maras, han proliferado y son en gran parte responsables por las altas tasas de homicidio.
21 September 2016
Rafael mantiene a su familia vendiendo pan en la calle.

MÉXICO D.F., 21 de septiembre de 2016 (ACNUR) – Rafael abandonó su barrio, su ciudad, su país, Honduras, después de perder a su padre por el simple hecho de denunciar a un miembro de una pandilla que le robó su bicicleta. Además recibió amenazas, contra él y su familia, por haber sido testigo de un enfrentamiento entre dos grupos de mareros en su barrio.

"Yo estaba detrás de una ventana cuando asesinaron a mi padre a golpes de machete" dice conmovido Rafael, al recordar el atroz episodio que cambió su vida en plena adolescencia.

Desde el asesinato de su papá, Rafael no se recuperó más. Empezó a tener problemas psicológicos y emocionales, una mezcla de depresión y de sentimiento de odio y venganza. Abandonó la casa de su madre y se fue a vivir a la calle con la intención de buscar al asesino de su padre y un día lo encontró.

"Recuerdo aquel momento, aquel segundo que estaba detrás de él con un cuchillo. No pude reaccionar. Empecé a temblar y me fui". Esta experiencia extrema empujó a Rafael a retomar sus estudios para convertirse en maestro.

Una vez terminados sus estudios, Rafael inició una nueva vida y formó una familia con 5 hijos. Vivía en una colonia que se encontraba entre dos territorios controlados por pandillas, en San Pedro Sula, la segunda ciudad de Honduras y una de las más violentas del mundo.

Ante las constantes amenazas de las pandillas y para evitar el reclutamiento forzado de sus hijos, Rafael y su familia decidieron dejarlo todo y buscaron protección en México, donde actualmente viven con el estatuto de refugiado.

"En mi país no hay para dónde ir. Todo está controlado por esta gente y hay que obedecer a su orden, si no te matan. Así de simple", relata Rafael moviendo su cabeza como señal de resignación por lo que está pasando en Honduras.

Su situación económica al momento es muy precaria, los 7 viven en un piso de 2 habitaciones y comparten una cama matrimonial. Para sentarse no hay sillas, solo un pequeño y viejo sofá colocado en un rincón debajo de la única ventana del piso que da a la calle.

Aunque sigue teniendo pesadillas, Rafael ahora sonríe, vive, puede salir de casa e ir a vender pan dos veces al día en bicicleta por las calles de su nuevo barrio. Sus hijos pudieron volver a la escuela y jugar en los parques sin miedo de encontrar pandilleros que los obliguen a entrar en su grupo. Todo esto con la ayuda de ACNUR y sus socios, que durante el proceso de asilo y en la fase de integración local lo han acompañado.

"En Honduras estaba constantemente al teléfono con mi hijo: cuando él salía de la casa para ir a la escuela, durante las clases y en el recorrido de vuelta a la casa. Porque estos criminales están en todo lado. Ya no hay lugares seguros en San Pedro Sula".

Para sumar más miembros a sus filas, las pandillas en Honduras a menudo tratan de ejercer influencia y reclutar de manera forzada a chicos en las escuelas públicas y las instituciones educativas en las zonas en las que operan, incluso haciéndose pasar por estudiantes.

Por otro lado, los maestros y otros educadores que trabajan en zonas del país donde las pandillas están presentes, a menudo se encuentran sujetos a la extorsión. Por ejemplo, en Tegucigalpa, más de 500 escuelas son extorsionadas por las pandillas. Quien deja de pagar termina amenazado y asesinado. Entre 2009 y 2014, 83 profesores y educadores fueron asesinados en Honduras.

Honduras registra una de las tasas de homicidio más altas del mundo, atribuible a las actividades delictivas de las pandillas y al narcotráfico. Con alrededor de 60 homicidios por cada 100.000 habitantes, es más de seis veces el promedio mundial, de 8,9% por cada 100.000 habitantes, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

En Honduras cada día hay muchos casos como el de Rafael. Un alto porcentaje de esa población huye por vivir en comunidades inseguras, por recibir amenazas, por el asesinato de algún familiar, por la extorsión, por el reclutamiento forzado ejercido por las pandillas, por despojo de vivienda, entre otros.

En el primer semestre de 2016, el número de solicitantes de asilo de Honduras en México se incrementó en 150% con respecto a los primeros 6 meses del año pasado.

Por Francesca Fontanini