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Tras huir de la violencia, solicitante de asilo salvadoreño gana concurso de arte de ACNUR para Europa

Historias

Tras huir de la violencia, solicitante de asilo salvadoreño gana concurso de arte de ACNUR para Europa

Luego de huir del azote de la violencia en San Salvador, Julio se siente finalmente tranquilo en Bélgica. Dibujar le ha ayudado a vencer los recuerdos del peligro que le acechaban a él y su familia en El Salvador. El dibujo que lo convirtió en el ganador regional del Concurso de Arte de ACNUR para Europa es para él como un renacer desde la destrucción, es un llamado a la armonía para la humanidad.
27 July 2020
Julio muestra orgullosamente su colorido dibujo – que simboliza la solidaridad, fortaleza y unidad – frente al canal que rodea al Reno, un centro flotante para solicitantes de asilo en la ciudad de Gante, Bélgica.

En febrero de 2020, Julio y su esposa buscaron asilo en Bélgica, en donde su pequeña hija y hermana pudiesen crecer a salvo. “Nosotros tuvimos que salir de nuestro país por amenazas de muerte,” dijo Julio, asegurando que probablemente no habrían sobrevivido si no hubieran salido del país.

A un mes tras su llegada a la cuidad belga de Gante, en donde la familia fue alojada en un centro de recepción para solicitantes de asilo anclado en un muelle, toda Bélgica entró en confinamiento por la pandemia de COVID-19.

Estar confinados en un centro para solicitantes de asilo no es fácil para la familia de cuatro, pero al mismo tiempo les dio fuerzas. “Cada quien tiene su distancia, hay mucho respeto hacia los demás, nadie se mete con nadie. No recuerdo la verdad cuándo fue la última vez que personas me trataron tan bien como aquí.” El encierro también se convirtió en una oportunidad cuando Julio, un artista apasionado, recibió colores y papel para dibujar. Aquí ha podido desahogar las emociones que traía consigo luego de haber tenido que abandonar su país para salvar su vida.

Como Julio y su familia, casi 250,000 salvadoreños han sido desplazados por la violencia, dentro del país o a través de fronteras. En 2019, El Salvador estuvo entre los 10 países en el mundo de donde vienen el mayor número de solicitantes de asilo. Ellos hacen parte de las 790,000 personas del norte de Centroamérica que no han tenido más opción que huir de la brutal violencia de maras y pandillas en sus países.

Cuando ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, lanzó el concurso de arte ‘Jóvenes con los Refugiados’, la creatividad de Julio lo llevó a ganar el reconocimiento regional en Europa. Con una riqueza de elementos – unas manos formando un árbol, que a su vez estaba compuesto de rostros y sosteniendo la tierra – el dibujo parece contar una historia global de harmonía en medio de la diversidad.

“Lo que quería representar es que todas las personas, no importara de donde eran, diferentes, de todas partes del mundo, teníamos que sostener al mundo en estos momentos, es por eso las dos manos,” dice Julio, describiendo su obra.

“Como puedes ver, un montón de expresiones, sonriendo, llorando, personas serias,” añade. Para Julio, alrededor del mundo se encuentran todo tipo de emociones. “Hay gente feliz, hay gente sufriendo en este momento, hay gente llorando, eso es lo que yo quería representar con las expresiones de los rostros.”

"Lo que quería representar es que todas las personas, no importara de donde eran, diferentes, de todas partes del mundo, teníamos que sostener al mundo en estos momentos, es por eso las dos manos," dice Julio, describiendo su obra.

Ahora, Julio se atreve a soñar. “Nunca había ganado nada. De donde yo vengo ser exitoso en el arte o en dibujo es algo sumamente difícil. Nunca esperé hacer algo tan grande en mi país.”

En El Salvador, Julio trabajaba como panadero. Un día sueña con mostrarle a Bélgica los sabores salvadoreños, mientras explora las posibilidades del mundo del arte. Por el momento, Julio cuenta ya con un permiso de trabajo, y sostiene a su familia trabajando en un bar en la ciudad que le ha abierto las puertas.

Julio introduce a su hija de siete años a la pasión por la pintura. De hecho, le ayudó a la escuela a crear un mural en donde los estudiantes pudiesen expresar sus emociones. “Mi hija está súper feliz,” dice Julio con la esperanza de que poco a poco puedan reemplazar el miedo de las amenazas y la violencia de El Salvador, por la educación y el arte.