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Ecuador: Panadero colombiano amasa su futuro con la ayuda de ACNUR

Historias

Ecuador: Panadero colombiano amasa su futuro con la ayuda de ACNUR

Una panadería barrial en Quito ha estado produciendo montañas de masa desde que su dueño obtuvo un microcrédito con la ayuda del ACNUR
6 September 2010
Recién horneados: Carlos Quintero retira unos pasteles del horno en su panadería "Delicias del Valle".

QUITO, Ecuador, 7 de septiembre (ACNUR) – La panadería barrial "Delicias del Valle" en Quito ha estado produciendo montañas de masa desde que su dueño Carlos Quintero obtuvo un micro-crédito con la ayuda de la Agencia de la ONU para los Refugiados.

"Puedo vivir de mi propio negocio. Pago la renta y puedo alimentar a mis hijos", contó el refugiado de 48 años a los funcionarios del ACNUR que visitaron su pequeña tienda ubicada sobre la ladera este del activo volcán Pichincha en la capital ecuatoriana. "Hago unos US$300 a la semana. Puedo ahorrar entre US$120 y US$150 por semana."

La panadería abastece principalmente a los refugiados colombianos – hay unas 40.000 personas de interés para el ACNUR en Quito, de un total de 135.000 en todo el país. Pero un 20 por ciento de la clientela de Quintero son ecuatorianos – un tributo a su agradable personalidad y a sus cualidades como panadero, como así también un ejemplo de integración que el ACNUR promueve para los refugiados en las zonas urbanas.

Los exiliados pueden encontrar sus añorados sabores en Delicias del Valle, cuyo nombre da una pista sobre el lugar de donde proviene Quintero. Es de Cali, capital del volátil departamento de Valle de Cauca, una de las tres principales regiones de origen de los refugiados colombianos en Ecuador.

"Me especializo en productos tradicionales de Colombia: buñuelos, pandebono, cuajadas, pan colombiano y tortas de naranja" explicó, mientras se calentaba a fuego lento la comida que preparaba su esposa. La pareja también sirve platos típicos colombianos y ecuatorianos para el almuerzo en su estrecho negocio, para complementar los ingresos de la panadería.

Las cosas no eran color de rosa cuando Quintero llegó a Ecuador. "Escapé de Colombia en junio 2004 porque me perseguían y temía por mi seguridad", explicó Quintero, quien trabajó como panadero durante 25 años en Cali. "Me gusta Ecuador porque es muy tranquilo y seguro", agregó.

Al poco tiempo, este padre de tres hijos montó una pequeña panadería en Quito, pero – como muchos otros colombianos en Ecuador – encontró cierta hostilidad "por ser colombiano, y la gente no quería comprar mis productos". Su negocio lo ayudó a construir buenas relaciones con sus vecinos ecuatorianos.

El año pasado, quiso expandir la panadería. Quintero contactó a la oficina del ACNUR en Quito para pedir ayuda. Lo refirieron a la Fundación Ambiente y Sociedad (FAS), una agencia implementadora de los programas del ACNUR, que otorga microcréditos como una manera de facilitar la integración de los refugiados colombianos, especialmente en las zonas urbanas.

La organización no gubernamental le dio US$100 para comprar equipamiento y otros materiales y también recibió un micro-crédito de US$400 de otras fundaciones. FAS le proporcionó componentes para un horno, que él mismo ensambló para ahorrar costos.

Estas inyecciones de capital le permitieron a Quintero incrementar la variedad de productos, contribuyendo a la actividad económica y el beneficio. Hasta pudo emplear a un ecuatoriano para ayudarlo con la sobrecarga de trabajo.

Alentado por el éxito, Quintero va por más. "Necesito más dinero", dijo el emprendedor con un poco de ambición. Abrió una cuenta en el banco en enero y solicitó un crédito de US$1.000 de la Fundación Maquita Cushunchic, que utiliza fondos del ACNUR para ayudar a pequeños comerciantes – refugiados y ecuatorianos – que viven en comunidades mixtas.

"He recibido mucho apoyo [de ACNUR y sus socios] y soy independiente. Pero lo más importante para mí ahora es recibir el crédito", explicó Quintero. Ha puesto su equipamiento y la tienda como garantía.

Apoyar la integración de personas como Quintero a través de préstamos, programas de micro-créditos y capacitación es una política clave para el ACNUR. "De los casi 52.000 refugiados reconocidos a la fecha, el 60 por ciento se encuentra en centros urbanos – eso es un ejemplo de la importancia de la integración local como solución duradera", explicó Deborah Elizondo, Representante del ACNUR en Ecuador. Sólo algunos son reasentados.

Mientras tanto, aparte del deseo de ver crecer su imperio, el éxito ha motivado a Quintero a alcanzar algunos objetivos personales más. "Tengo planes. Quiero construir una casa en este vecindario", dijo. Pero a pesar de construir una nueva vida, aún piensa en su hogar en Colombia. "Extraño Cali. Quisiera volver algún día."

Por Leo Dobbs en Quito, Ecuador