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República Centroafricana: Evacuación de emergencia de un crisol de violencia

Historias

República Centroafricana: Evacuación de emergencia de un crisol de violencia

ACNUR y otras agencias humanitarias organizaron una operación de evacuación voluntaria para 58 personas desde el centro de tránsito de Bossambele a un lugar más seguro.
24 enero 2014
Esta mujer y esta niña de Bangui se encuentran entre las más de 900.000 personas desplazadas por la violencia en la República Centroafricana.

BANGUI, República Centroafricana, 24 de enero de 2014 (ACNUR) – A principios de esta semana, Amina* creyó que iba a morir. Se encontraba atrapada en un centro de tránsito, rodeada de hombres armados que le habían pegado un tiro en la pierna y que habían disparado a sus amigos.

Amina formaba parte de un grupo de 58 personas que llegó en busca de ayuda al centro de Bossambele, a unos 170 kilómetros al noroeste de la capital de la República Centroafricana, Bangui, tras los ataques sufridos en su ciudad natal por parte de grupos armados y matones a sueldo. Habían lanzado una granada contra una mezquita, asesinando a 11 personas que habían buscado refugio allí. Luego los asaltantes comenzaron a buscar a otras personas para matarlas.

Pese a tener una herida de bala en la pierna, Amina finalmente encontró refugio en el centro de tránsito. Sólo la presencia de los soldados franceses y la intervención de un pastor local lograron mantener alejados a los asaltantes del centro de tránsito.

Abdoulaye*, el imán de la mezquita, también se refugió en el centro temiendo lo peor, a pesar de la presencia de los franceses. "La única manera de sobrevivir es abandonar el noroeste", dijo a ACNUR horas después de que su terrible experiencia hubiera terminado. "Nos enfrentamos a una situación sin opciones, únicamente la muerte".

ACNUR y sus socios humanitarios comparten los temores de Amina y Abdoulaye, especialmente en un país donde la violencia en el último año ha ocasionado más de 900.000 desplazamientos internos. Las raíces del conflicto entre comunidades son complicadas y en las últimas semanas la situación se ha visto agravada por la violencia individual y de grupo, así como por el vandalismo.

El miércoles, por temor a la amenaza inminente para la seguridad de los desplazados internos en Bossambele, ACNUR y otras agencias humanitarias organizaron una operación de evacuación voluntaria de las 58 personas que había en el centro de tránsito a un lugar más seguro. Con protección de una escolta militar francesa, Amina, Abdoulaye y los demás desplazados fueron trasladados en camión a una mezquita de Bangui.

Su situación en Bossambele y la operación para evacuarlos ponen de manifiesto algunas de las dificultades a las que se enfrentan quienes tratan de brindar protección a los grupos de desplazados. "Nos enfrentamos a un complejo desafío de protección de civiles que requiere esencialmente la necesidad de protección individual de los grupos de desplazados, que están bajo amenaza directa tanto de grupos armados como de la violencia individual y la mafia", dijo Tammi Sharpe, Representante Adjunto de ACNUR en Bangui.

En la relativa seguridad de Bangui, una Amina desnutrida y deshidratada habla con dificultad de su terrible experiencia, al tiempo que destaca que la evacuación "me ha salvado la vida y la de mi familia". Sentada en una habitación que normalmente se utiliza para las clases de Corán, explica, con dolor evidente, que fue herida durante el ataque contra la mezquita en Bossambele y la bala todavía se encuentra alojada en su pierna. Añade que "esos carniceros" le dieron caza antes de que llegara al centro de tránsito, acusándola de pertenecer al movimiento seleka, una antigua alianza rebelde de mayoría musulmana que tomó de la ciudad de Bangui en marzo del año pasado.

Al igual que otros miembros del grupo, la mayoría de ellos con síntomas traumáticos, Amina elogió al pastor cristiano local que ayudó a proteger al grupo de desplazados y organizó una salida segura de la ciudad. ACNUR ha contado con un significativo número de personas que han ayudado a compañeros de diferentes credos.

"He pasado todos y cada uno de los 60 años de mi vida en la República Centroafricana y nunca antes había experimentado ningún problema debido a mi religión", señala el imam Abdoulaye. Añade que después de huir de la mezquita en Bossambele, él y un compañero agricultor lograron llegar a los centros de tránsito, gracias a "amigos cristianos" que los escondieron en sus pequeñas fincas.

Pero su optimismo ha recibido duros golpes en las últimas semanas. Desde principios de diciembre, tres de sus seis hijos han sido asesinados y Abdoulaye cree que esto ocurrió porque él es el imán de la mezquita. Él mantiene la esperanza de que la situación se pueda superar en un nuevo contexto político, pero la muerte de sus hijos y el ataque a Bossambele han hecho mella en su moral.

ACNUR y la comunidad humanitaria también siguen profundamente preocupados. "La violencia entre comunidades ha alcanzado niveles peligrosos y, tal y como revela este episodio, la seguridad a largo plazo de estas personas depende de la lucha contra la impunidad de los actos de violencia y de abordar las raíces de este odio cada vez mayor, a la vez que se buscan los medios para promover la coexistencia pacífica", explicó Volker Türk, director de Protección Internacional de ACNUR en Ginebra.

Mientras tanto, en Bangui, Abdoulaye y el resto de personas desplazadas, incluyendo a Amina, fueron entrevistadas por el personal de ACNUR, recibieron atención médica y se les proporcionó comida y artículos de primera necesidad, así como un lugar donde alojarse dentro del complejo de la mezquita. Pero, en una ciudad con más de 450.000 desplazados internos, su futuro parece incierto.

*Nombres cambiados por motivos de protección.

Por Hugo Reichenberger en Bangui, República Centroafricana