Pandemia de COVID-19

La pandemia de COVID-19 ha revelado que el mundo será un lugar seguro hasta que todas las personas sean incluidas y protegidas.

ACNUR brinda protección y asistencia a las personas forzadas a huir que han sufrido afectaciones desproporcionadas a causa de la pandemia. Asimismo, aboga por la inclusión de estas personas en los planes de vacunación y en los esfuerzos por satisfacer sus crecientes necesidades en materia educativa, de salud mental y apoyo psicosocial, protección de la infancia, y prevención y respuesta a la violencia sexual y de género. 

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103 millones de personas

desplazadas por la fuerza alrededor del mundo 


Última actualización: noviembre de 2022


 


 

“Si habíamos olvidado que vivimos en un mundo interconectado, el nuevo coronavirus sirvió de recordatorio”.

Estas palabras, pronunciadas por Filippo Grandi, Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, hacen patente la realidad que vive el mundo desde 2021: la enfermedad causada por coronavirus (COVID-19) no conoce fronteras ni barreras lingüísticas, sino que amenaza a todo el planeta, incluidas las personas refugiadas y desplazadas.

Superar esta situación depende de que la comunidad internacional trabaje de manera conjunta y solidaria. La pandemia de COVID-19 ha dejado claro, irrefutablemente, que la salud de cada persona está vinculada con la salud de las poblaciones que han sido marginadas y que se encuentran en mayor situación de vulnerabilidad. En ellas suele haber personas refugiadas, apátridas y desplazadas internas.

Si eres una persona refugiada, da clic aquí para obtener más información.

¿Qué hace ACNUR para ayudar a las personas refugiadas y desplazadas internas en la lucha contra el coronavirus?

Desde que inició la pandemia, ACNUR ha ampliado el alcance de su labor para salvaguardar la seguridad de las personas refugiadas y desplazadas internas alrededor del mundo. En concreto, ACNUR ha brindado apoyo vital, que incluye contar con instalaciones de agua y saneamiento; ampliar el acceso a la higiene y a la salud pública; transportar, por vía aérea, los suministros de emergencia; e instalar unidades de aislamiento. ACNUR se esfuerza por garantizar que se respeten los derechos y que se brinde protección a las personas desplazadas por la fuerza, incluido el derecho a solicitar asilo sin importar el cierre de fronteras. 

Al mismo tiempo, ACNUR ha dado respuesta a los efectos socioeconómicos y de protección que la COVID-19 ha tenido en las personas forzadas a huir, sobre todo en cuanto a:

  • reducir la vulnerabilidad mediante ayuda en efectivo, la satisfacción de necesidades básicas y el acceso a servicios;  
  • proteger el ingreso, los medios de vida y las oportunidades laborales mediante capital semilla e inversiones en la agricultura para potenciar la seguridad alimentaria;  
  • prevenir y responder a los casos de violencia de género, así como garantizar que las mujeres y las niñas tengan acceso a servicios a pesar del confinamiento;  
  • promover la salud mental y el bienestar psicosocial, así como potenciar la asesoría en la materia; 
  • informar e involucrar a las comunidades por medio de redes comunitarias existentes o recién creadas, y proporcionar orientación e información basada en hechos; y  
  • reanudar la educación, incluso reabriendo escuelas de forma segura (en concordancia con los protocolos de salud), invirtiendo en educación a distancia sincrónica y asincrónica, y apoyando a las personas en mayor situación de vulnerabilidad (en especial a las adolescentes). 

De cualquier forma, las necesidades siguen creciendo, y ACNUR no puede hacerlo todo por cuenta propia.

Tu ayuda permitirá, por un lado, que ACNUR contenga y revierta los efectos más adversos que la COVID-19 ha tenido en las poblaciones refugiadas y desplazadas; y, por otro, que pueda garantizarles acceso a servicios de salud, protección esencial y distribución de vacunas. 

Apoya nuestra labor 

¿Cómo afecta la pandemia a las personas refugiadas?

Las personas refugiadas y desplazadas hacen parte de los grupos más marginados y vulnerables de la sociedad. Por tanto, se acentúa el riesgo al que se han enfrentado en la pandemia de COVID-19, dado que no siempre tienen acceso al agua, a instalaciones sanitarias ni a sistemas de saneamiento.

Cerca de tres cuartas partes de las personas refugiadas en el mundo y casi todas las personas desplazadas internas han sido acogidas por países de renta media y de renta baja, como Jordania, Colombia, Irak, Líbano y Bangladesh. La situación económica de todos ellos es preocupante. Además, las medidas de contención de la COVID-19 han tenido un impacto desproporcionado sobre las personas refugiadas y desplazadas por la fuerza. Estas poblaciones han perdido sus medios de vida y se sumen en la pobreza y otras carencias. Con frecuencia, enfrentan desafíos y vulnerabilidades específicos, que deben considerarse en las operaciones de respuesta y preparación ante la COVID-19. Proteger a las personas en mayor situación de vulnerabilidad permite proteger a todas las demás.

Los bajos índices de vacunación en los países más pobres también suponen un riesgo para las personas refugiadas, pues la combinación entre la desigualdad económica en el mundo y el acceso inequitativo a las vacunas se traduce en un golpe más duro para las poblaciones vulnerables, entre las que se encuentran las personas refugiadas.

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