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Iluminando la vida de las personas desplazadas por la fuerza en Mozambique

Historias

Iluminando la vida de las personas desplazadas por la fuerza en Mozambique

ACNUR colabora con socios para el desarrollo y el Gobierno de Mozambique para abastecer de electricidad a las personas desplazadas que viven en asentamientos.
7 Diciembre 2022
Charlotte Fatuma y Neema Cenga son refugiadas de la República Democrática del Congo (RDC) que viven en Mozambique. Charlotte es una mujer emprendedora con éxito que tiene una pequeña tienda en el asentamiento de refugiados de Maratane, y Neema es una madre que intenta criar y educar a sus hijos. Ambas se benefician del acceso a la electricidad gracias a una alianza de ACNUR con el Banco Mundial, el Banco Africano de Desarrollo y el Gobierno de Mozambique para abastecer de electricidad a las personas desplazadas que viven en campamentos.

Cuando Charlotte Fatuma huyó del conflicto en la República Democrática del Congo (RDC) en 2016, nunca imaginó que algún día tendría un negocio de éxito en un asentamiento de refugiados.

Se salvó por poco de morir durante los ataques de la milicia a su aldea en la provincia de Kivu del Norte.

“Asesinaron a mi esposo y luego quemaron mi casa”, cuenta Fatuma. “Hui para salvar mi vida”. Esta mujer de 40 años llegó finalmente a Mozambique unos meses después del ataque y ha trabajado duro para construir una nueva vida ahí.

En 2019, las autoridades locales comenzaron a instalar electricidad en algunas partes del asentamiento de refugiados de Marratane, así como en los barrios circundantes de la comunidad de acogida en el norte de la provincia de Nampula, donde vive junto a otras 9.300 personas refugiadas. Fatuma decidió que era una oportunidad para empezar su propio negocio, ser más independiente y mantener mejor a su familia.

“Tener electricidad en mi tienda es muy importante”.

Al año siguiente, ella y una amiga refugiada dieron el paso y abrieron una tienda juntas.

“Tener electricidad en mi tienda es muy importante porque vendo bebidas y alimentos, sobre todo pescado, y necesitan mantenerse fríos”, explica Fatuma. “A las personas de Marratane les gusta mucho el pescado. Lo compro en la ciudad de Nampula y lo guardo en el congelador. También vienen a comprar leche, refrescos, jugos, agua. Tengo dos refrigeradores para almacenar todo eso. ¡Si no hay nada frío, los clientes se van!”.

Esta madre de dos hijos trabaja muchas horas, desde antes del amanecer hasta mucho después del anochecer, lo que significa que la luz es tan importante como los refrigeradores. “Los clientes que vienen por la noche tienen que poder ver y elegir lo que quieren”, comenta Fatuma.

Neema Cenga, quien llegó a Mozambique en 2003 tras huir de la violencia en la República Democrática del Congo, con dos de sus ocho hijos frente a su casa en el asentamiento de refugiados de Marratane.

Neema Cenga, madre soltera de ocho hijos, también de la RDC, cuenta que tener electricidad en su casa es una bendición: “La electricidad me ayuda a iluminar la cocina y nuestros dormitorios. Mis hijos están contentos porque los pequeños solían tener miedo a la oscuridad cuando no teníamos electricidad”. La electricidad ha sido la esperanza en una nube negra después de que la anterior casa de Cenga fuera destruida por el ciclón Gombe el pasado mes de marzo.

Mozambique se encuentra entre los países menos desarrollados del mundo, ocupando el puesto 185 de 191 países en el Índice de Desarrollo Humano de 2022. Más de un millón de mozambiqueños son desplazados internos debido a la violencia perpetrada por grupos armados no estatales, principalmente en la provincia septentrional de Cabo Delgado, pero también como consecuencia del devastador impacto del cambio climático y de fenómenos meteorológicos extremos como ciclones, tormentas tropicales e inundaciones, siendo Nampula una de las provincias más expuestas a estos fenómenos extremos. Además de las personas desplazadas internas, Mozambique también acoge a cerca de 28.000 personas refugiadas.

En la provincia de Nampula, ACNUR colabora con el Banco Africano de Desarrollo (BAfD), el Banco Mundial y el Gobierno de Mozambique para suministrar electricidad a personas refugiadas y desplazadas en el marco del proyecto nacional Energía para Todos.

La alianza demuestra cómo la cooperación entre los actores humanitarios y de desarrollo puede aportar soluciones tangibles a las personas desplazadas por la fuerza y fomentar su inclusión en las comunidades que las acogen. La cooperación al desarrollo es el tema central del Diálogo del Alto Comisionado sobre los Desafíos de la Protección de 2022, un debate político de dos días celebrado en Ginebra los días 7 y 8 de diciembre.

La electricidad del asentamiento de Corrane, donde viven 7.200 personas desplazadas internas (PDI), comenzó el año pasado. “El asentamiento de desplazados internos de Corrane es un buen ejemplo de lugar en el que los actores humanitarios y de desarrollo se unen”, afirma Irene Omondi, Jefa de la Oficina de ACNUR en Nampula. “Disponer de iluminación adecuada en un asentamiento de PDI o de personas refugiadas ofrece mayor seguridad a mujeres y niñas por la noche”.

En Corrane, 1.451 casas están conectadas, mientras que en Marratane, la cifra es de 70 hasta el momento. En ambas zonas también se hará hincapié en conectar las viviendas de las comunidades circundantes, apoyando la integración al mejorar el nivel de vida tanto de las personas que se han visto forzadas a huir como de las comunidades que las acogen. Y hay planes en marcha para conectar a más personas.

“Esperamos conectar 49.000 viviendas en las provincias de Nampula y Zambezia como parte del proyecto Energía para Todos, principalmente en zonas que han sido identificadas con bajos índices de electricidad, incluidos los lugares donde se alojan las personas refugiadas y las PDI”, afirma Cesar Augusto Mba Abogo, Gerente de País del BAfD en Mozambique. “El programa se ejecutará a lo largo de un periodo de cuatro años”.

Lucie Songa, de 11 años, lee un libro de texto con luz eléctrica al final del día frente a la casa de su familia en el asentamiento de refugiados de Marratane.

La electricidad mejora la vida cotidiana: las niñas y los niños pueden hacer sus tareas escolares, los negocios como el de Fatuma pueden prosperar y los teléfonos pueden cargarse, lo que ayuda a las personas a mantenerse en contacto con familiares y amigos. También favorece a la educación y a la capacitación. ACNUR y el centro educativo nacional Instituto De Formação Professional E Estudos Laborais Alberto Cassimo (IFPELAC) imparten talleres de capacitación profesional en Corrane para PDI y comunidades locales. El suministro de electricidad les permite aprender a utilizar sierras eléctricas y otras herramientas de construcción, capacitarse como electricistas y recibir clases de cocina con batidoras y hornos eléctricos.

“Intentamos dotarles de competencias profesionales para que puedan encontrar un empleo más adelante, o abrir su propio negocio”, explica Helena Marcia Cesarito, del IFPELAC.

“Para las personas que han escapado de lo peor en la provincia de Cabo Delgado o han huido de otros países, que han quedado traumatizadas por la violencia y lo han perdido todo, tener un techo bajo el cual cobijarse, un lugar seguro donde alojarse y acceso a la electricidad, es crucial”, afirma Samuel Chakwera, Representante de ACNUR en Mozambique. “Para que ACNUR pueda mejorar la vida de las personas desplazadas por la fuerza en Mozambique es fundamental establecer alianzas sólidas con los actores del desarrollo y el gobierno”.