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Carta de un nieto agradecido: "Para mi abuela refugiada, que me alimenta de amor y sabiduría"

Historias

Carta de un nieto agradecido: "Para mi abuela refugiada, que me alimenta de amor y sabiduría"

Como parte de esta serie especial, publicaremos cartas dirigidas a personas refugiadas que han dejado huella en quienes las escribieron.
26 Septiembre 2022 Disponible también en:
Ba dando pastel a su nieto, Aryan, de 11 años.

En esta carta, Aryan Sanghrajka, de 18 años, le escribe a Ba, su abuela, quien huyó de Uganda en 1972 debido a la expulsión forzada de residentes de Asia (la familia es originaria de la India). En vista de que se le consideraba parte de una minoría perseguida, Ba logró llegar a Reino Unido gracias a un programa gubernamental de reasentamiento. Las historias que Ba contaba en las cenas familiares sirvieron de inspiración para que Aryan creara Forced To Flee, una organización no gubernamental liderada por jóvenes que abogan por las personas refugiadas. 

Esta carta, escrita por Aryan, es la primera de una nueva serie que se publicará ocasionalmente en el sitio web de ACNUR y que comprenderá cartas auténticas dirigidas a personas refugiadas que dejaron huella en la vida de quienes las escribieron. 

La carta fue editada por su longitud y para fines de claridad. 

Escuchar a Aryan leyendo la carta (en inglés): 

ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados · Mi querida Ba


Querida Ba:

Gracias por haber preparado mi comida favorita después de que aprobé la prueba de conducir (¡en especial por haber agregado keri rus y banana bhajiya!). 

Te prometo que te llevaré a Sainsbury, el supermercado, siempre que lo requieras, así puedo compensarte por todas las veces que, por las festividades, nos llevaste – a mis primos y a mí – al centro comercial de Broadwalk para que escogiéramos nuestros obsequios por el Diwali. Siempre te has preocupado y has cuidado de cada nieto, desde que éramos pequeños, y no dejaré de estar agradecido por ello. 

Solo quería decirte que has dejado una huella muy profunda en mi vida. Tu fortaleza y tu determinación son lo que más me inspira. Desde que llegaste al Reino Unido de Uganda en 1972, has cuidado de nuestra familia incluso en los momentos más duros. Te estableciste en Edgware, al norte de Londres, donde vivías en una casa estrecha y tomabas el autobús todos los días para llegar a la fábrica de zapatos en la que trabajabas. Aún vivimos en el mismo vecindario (incluso años después), a una calle de distancia.

Edificamos una comunidad aquí; sus raíces, sus cimientos y sus conexiones son inmutables. Los recuerdos perdurarán. Muchas gracias a ti y a Dada [abuelo]. 

Ba, me has enseñado cuán importante son la familia y cuidar de otras personas, pero, sobre todo, me has enseñado que las dificultades no deben definir quiénes somos. Nunca te diste por vencida y lograste construir un hogar a pesar de no hablar la lengua cuando llegaste, a pesar de que tuviste que comprender otra forma de vida completamente distinta a la que conocías, a pesar de que tuviste que encontrar un empleo para poner comida sobre la mesa. 

No cabe duda de que nuestro corazón elige su hogar. 

La abuela y el abuelo de Aryan en una reunión familiar. Aryan, de siete años, aparece cerca de su abuela.

No imagino qué sentiste cuando te dijeron que ya no te querían, cuando fuiste desarraigada de tu hogar por ser quien eres, cuando tuviste que dejar el país en el que vivías y en el que nació tu hijo, con apenas una valija llena de ropa. 

Escuchar la historia de la familia – tu historia, en realidad – tuvo un gran impacto en mi vida. No la conocía hasta que me senté en la mesa del comedor en 2017, cuando te entrevisté para un proyecto de la escuela. Tú eres la razón detrás de la labor a la que me dedico hoy en día; y tu historia me permitió comprender mi identidad de mejor forma y me enseñó a apreciar la importancia de vivir la vida a plenitud cada día. 

Me contaste la historia con tal honestidad y convicción que la convertiste en una historia de fortaleza, no de tristeza. Nunca olvidaré aquella tarde. 

Al igual que la abuela de Aryan, decenas de miles de personas de Asia fueron expulsadas arbitrariamente de Uganda en la década de 1970. En consecuencia, se convirtieron en apátridas. En esta imagen puede verse un grupo de Uganda que aterrizó en Europa en 1972.

Día con día, la guerra, el conflicto, las persecuciones y los desastres naturales desplazan a familias como la nuestra. No todas ellas tienen la suerte de que otro país les dé la bienvenida rápidamente. Muchas personas emprenden peligrosas y mortíferas travesías en busca de protección. En ocasiones, como te pasó a ti, logran encontrarla luego de atravesar fronteras, pero hay quienes se convierten en desplazados dentro de su propio país. 

Apenas hace unos días intercambié correos electrónicos con una familia de Ucrania que se puso en contacto con Forced To Flee [la ONG de Aryan] para compartir su historia con la organización, con el fin de que demos a conocer qué está pasando en el terreno. Esta familia – una madre y su hijo de un año – fue forzada a huir a Polonia. El pequeño es apenas un poco mayor que mi padre cuando huiste de Kampala con él. Olena, la madre, me dijo que tomaron algunas pertenencias minutos antes de partir, pero dejaron el resto en casa, que ya no existe. 

Al igual que tú, deben reconstruir su vida de cero, en un país que no es el suyo, y cuya lengua no conocen. Conversando con Olena me doy cuenta de que la experiencia del desplazamiento forzado no ha cambiado mucho en los cincuenta años que han pasado desde que tuviste que huir. Aún existen muchas de las barreras que tú enfrentaste a tu llegada; y, en distintas partes del mundo, las personas refugiadas y migrantes no siempre son bien recibidas. A pesar de las adversidades, lograste sacar a tu familia adelante en este país, sin perder el contacto con nuestra cultura ni con nuestro patrimonio (sin importar qué tanto se alejaran de la “norma”). 

Te debo mucho, no solo por haber despertado en mí una pasión, sino porque me inspiraste a ser la persona en la que me he convertido. De ti heredé la determinación, la confianza y la tenacidad; sin dejar de lado el amor al azúcar y a las tazas de chai. Te doy las gracias por todo esto. 

El próximo año me iré de Edgware para empezar mis estudios universitarios, pero no te preocupes, no me iré lejos: estaré a un viaje en subterráneo de distancia. En los próximos años, sin importar a dónde me lleve la vida, nunca olvidaré la conversación que tuvimos mientras cenábamos. Ten por seguro que todo lo que he hecho desde entonces y todo lo que haré en el futuro ha sido y será por ti, gracias a ti. 

Con amor, 

Aryan


Esta carta forma parte de una serie epistolar dirigida a personas apátridas o desplazadas por la fuerza que dejaron huella en la vida de los jóvenes autores. Si te interesa escribir una carta a una amistad, pariente o cualquier persona que sea refugiada y que te haya llenado de inspiración, haznos llegar tu idea escribiendo a [email protected]