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Marco de Respuesta Integral para los Refugiados

Marco de Respuesta Integral para los Refugiados

El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, Filippo Grandi, emitiendo un mensaje
La Declaración de Nueva York para los Refugiados y los Migrantes constituye un hito para la solidaridad y la protección de las personas refugiadas, en un momento en el que las cifras de desplazamiento han llegado a niveles sin precedentes en todo el mundo.

Adoptada en septiembre de 2016 por los 193 Estados miembro de las Naciones Unidas, la Declaración de Nueva York contiene compromisos históricos y de amplio alcance, que reafirman el compromiso de esos Estados de respetar los derechos humanos de las personas refugiadas y migrantes, y de apoyar a los países que les han dado acogida.

Una visión de responsabilidad compartida

A medida que el desplazamiento masivo sigue creciendo en todo el mundo, suelen ser los países de renta media y baja los que asumen gran parte de la responsabilidad con respecto a las personas refugiadas. Mientras tanto, la respuesta mundial a los movimientos a gran escala sigue siendo insuficiente y el futuro de las personas refugiadas es incierto por la falta de fondos. La Declaración de Nueva York establece una visión para una respuesta más predecible e integral a estas crisis; se conoce como Marco de Respuesta Integral para los Refugiados y promueve mayor apoyo para las personas refugiadas y los países que las acogen.

En todo 2017 y 2018, el Marco de Respuesta Integral para los Refugiados se ejecutó en diversas situaciones de refugiados en más de una docena de países. El aprendizaje emanado de su aplicación sirvió de base para el Pacto Mundial sobre los Refugiados, que fue adoptado por los Estados miembro de la ONU en diciembre de 2018.

Por qué la inclusión es clave

En el centro del Marco de Respuesta Integral para los Refugiados y del Pacto Mundial sobre los Refugiados está la idea de que las personas refugiadas deben ser incluidas en las comunidades de acogida desde el principio. Cuando estas personas tienen acceso a la educación y al mercado laboral, pueden desarrollar sus habilidades y ser autosuficientes, de ese modo, contribuyen a la economía local e impulsan el desarrollo de las comunidades que les han dado acogida. Permitir que las personas refugiadas se beneficien de los servicios nacionales y sean incluidas en los planes nacionales de desarrollo es esencial tanto para ellas mismas como para las comunidades de acogida; además, es congruente con el compromiso de “no dejar a nadie atrás” que versa en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.

En la Declaración de Nueva York, los Estados miembro reconocen que los campamentos de refugiados “deberían ser la excepción” y una medida temporal en casos de emergencia. Por tanto, las personas refugiadas deberían poder vivir en las comunidades de acogida. Al ayudarlas a progresar (y no sólo a sobrevivir), es posible reducir el riesgo de estancias prolongadas y disminuir la dependencia de estas personas de la ayuda humanitaria.

Cómo lograr esta visión

Para apoyar de mejor forma a las personas refugiadas y a las comunidades de acogida, la Declaración de Nueva York pide al ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, que trabaje con una amplia gama de socios: es decir, no solo con los gobiernos, las organizaciones no gubernamentales, las personas refugiadas y otras agencias de las Naciones Unidas, sino también con el sector privado, las instituciones financieras internacionales y la sociedad civil, incluidos los centros de investigación, la academia y los líderes religiosos.

El objetivo común es:

Aliviar la presión sobre los países que reciben y acogen a las personas refugiadas
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Apoyar a las personas refugiadas para que alcancen la autosuficiencia
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Ampliar el acceso al reasentamiento en terceros países y a otras vías complementarias
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Crear condiciones que propicien el retorno voluntario a los países de origen
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El Pacto Mundial sobre los Refugiados concibe un mundo en el que las personas refugiadas puedan ingresar a países en los que se sientan seguras, en los que sean incluidas, en los que no tengan que vivir en campamentos y en los que no dependan únicamente de la asistencia humanitaria. Tomando como base la Declaración de Nueva York, el Pacto Mundial sobre los Refugiados reconoce que, cuando se les ofrece una oportunidad, las personas refugiadas no solo pueden sostenerse a sí mismas y a sus familias, sino también hacer contribuciones positivas en favor de la comunidad que les ha dado acogida. En este círculo virtuoso, los refugiados y las comunidades de acogida se empoderan mutua, social y económicamente.

Qué depara el futuro

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Para obtener más información sobre todos mecanismos de seguimiento y revisión del Pacto Mundial sobre los Refugiados (incluido el Foro Mundial sobre los Refugiados), visita esta página.

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