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Los desarrolladores de tecnología esperan reformar la experiencia de los refugiados en Canadá

Historias

Los desarrolladores de tecnología esperan reformar la experiencia de los refugiados en Canadá

El Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, Filippo Grandi, se reunió hace poco en Canadá con refugiados y estudiantes para comprender cómo están lidiando con el reasentamiento.
13 Noviembre 2017 Disponible también en:
Jean-Claude Puati, quien trabaja en la cocina del Hospital de Notre Dame, huyó de la República Democrática del Congo a causa de la discriminación contra su sexualidad.

Encontrar un nuevo trabajo nunca es fácil. Es incluso más complicado cuando la ciudad y el país son nuevos, un hecho que Jean-Claude Puati conoce demasiado bien.


Él llegó a Montreal hace dos años, después de huir de la persecución en la República Democrática del Congo – y posteriormente en Sudáfrica – debido a su orientación sexual. Después de pasar años huyendo, encontró difícil el conseguir trabajo y estabilidad, incluso en el país que le acogió.

"Puede ser tan complicado el encontrar un trabajo cuando llegas por primera vez", dice Puati, quien al final encontró un empleo en un hospital, cocinando centenares de platos cada día para los pacientes. "Pero un trabajo te da una sensación de autonomía y autosuficiencia". Solo recientemente ha sido cuando el jefe de Puati se ha dado cuenta de que este había llegado como refugiado, viendo únicamente a un hombre joven con una intensa ética de trabajo y un agudo sentido del humor.

Es un escenario demasiado frecuente. Y Abdullah Douad quiere rectificarlo.

El Alto Comisario para los Refugiados Filippo Grandi conoce al refugiado Jean-Claude Puati (centro) y el chef de los servicios de cocina Jean-Marc Riverin, quien contrata a refugiados en el Hospital Notre Dame de Montreal.

De pie tras una pantalla encendida en una de las incubadoras tecnológicas más modernas de Montreal, Douad, el director ejecutivo del centro, camina de un lado para el otro dando su discurso – atrayendo la atención de cada inconformista tecnológico liderando la revelación de un producto de alto perfil. "Hay una montaña de oportunidades aquí. La gente sólo necesita ser guiada hacia ella".

En los últimos dos años, el Centro de Refugiados ha tratado de hacer frente a una gran variedad de cuestiones: vivienda, empleo y acceso a la educación. Financiado por las tasas de matrícula de los estudiantes, el centro no solo aboga por iniciativas políticas que ayuden al reasentamiento de los refugiados en Canadá – trata de valerse de la tecnología, aprovechando el potencial de los jóvenes refugiados que llegan a la ciudad.

"Solo el pasado año se crearon más de 42.000 trabajos tecnológicos en Montreal", afirma Douad. "Creemos que hemos identificado el futuro y queremos que los refugiados sean parte de ese mundo".

"Aprender un lenguaje de programación es casi más fácil que un idioma hablado."

El centro forma parte de la clasificación de incubadoras tecnológicas de todo el mundo que dirigen su atención a los refugiados y a las personas desplazadas. Europa tiene ya algunos programas de mentores centrados en la tecnología.

Recorriendo Montreal en la primera etapa de una visita de cuatro días, el Alto Comisario de la ONU para los Refugiados, Filippo Grandi, conoció a jóvenes refugiados y estudiantes para aprender de primera mano acerca de la forma en la que están repensando e innovando en la experiencia de reasentamiento de los refugiados.

Los organizadores del centro ven a los refugiados como una reserva de potencial tecnológico sin explotar. Además de ofrecerles clases de francés e inglés, el centro promueve un campamento intensivo de entrenamiento para poner a aquellos que han llegado recientemente en el camino al mundo tecnológico.

"Aprender un lenguaje de programación es casi más fácil que un idioma hablado", dice Douad, cuyos padres fueron desplazados de Palestina. "Las grandes compañías tecnológicas están más interesadas en las habilidades que has adquirido, no en tu nivel educativo". Incluso han modelado el espacio en una empresa que acaba de comenzar. Las paredes están pintadas en colores brillantes, la luz natural se cuela a raudales y el arte está diseminado aquí y allá para acentuar los espacios de trabajo diáfanos.

Mientras que algunas de las aplicaciones producidas por el centro son novedosas, como por ejemplo una página web para pedir salsas picantes customizadas, gran parte de la programación se centra en el desplazamiento. Un par de refugiados sirios están finalizando el desarrollo de una página web para vender sus postres, una especialidad de Alepo, al público y el centro les está ayudando a añadir funcionalidad web para permitir pedidos personalizados.

En noviembre, el centro se aliará con ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, IBM y Google para un "hack-a-thon", una competición en la que el público (y los participantes expertos en tecnología) son retados a repensar y volver a desarrollar una forma segura de almacenar la información necesaria para realizar una solicitud de asilo al llegar a Canadá.

"Nuestras habilidades son insignificantes si no las compartimos con los demás."

Acompañado por Jean-Nicolas Beuze, el representante de ACNUR en Canadá, Grandi tiene también la oportunidad de ver en acción una de las más novedosas innovaciones del centro. Todavía en fase de prueba, LUNA AI es una aplicación de chat que interactúa con la gente que está haciendo una petición de asilo. A diferencia de los procesos estándar, en los que los solicitantes cometen con frecuencia errores en sus aplicaciones, LUNA guía a los recién llegados a través de una serie de preguntas para cerciorarse de que la información es precisa. Muchos de los refugiados que huyen tienen acceso a smartphones, unos dispositivos que han cambiado remarcablemente la forma en la que las personas nos comunicamos y accedemos a la información.

"Es estupendo desde cualquier punto de vista," dijo Grandi después de ver las demostraciones. "Desde el punto de vista de la innovación, desde el punto de vista de la tecnología, la usabilidad y la accesibilidad. Es genial porque está hecho por los mismísimos refugiados".

La visita del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados también dio a los incipientes emprendedores Ahmed Saeed, un refugiado de Eritrea, y Muhammed Idris la oportunidad de mostrar su trabajo. Este par está en proceso de construir Compass, una aplicación que ayuda a los refugiados a navegar por las citas pertinentes, el aprendizaje del idioma y las oportunidades de alojamiento en una nueva ciudad.

Comprass se basa en la propia experiencia de Saeed en Montreal, condensando información útil en una interfaz fácilmente navegable. Además, subraya las inmensas luchas que los recién llegados afrontan en un nuevo país y ciudad.

"Nuestras habilidades son insignificantes si no las compartimos con los demás," dice Douad.

Por Leyland Cecco

Gracias a la Voluntaria en Línea Alazne Carro por el apoyo ofrecido con la traducción del inglés de este texto.