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Aldeanos de Myanmar atrapados en el fuego cruzado mientras estalla el conflicto en Kachin

Historias

Aldeanos de Myanmar atrapados en el fuego cruzado mientras estalla el conflicto en Kachin

La población civil sufre las consecuencias de los violentos enfrentamientos que asolan el oeste del estado de Kachin, causando el desplazamiento de miles de mujeres, niños y hombres.
9 Abril 2018 Disponible también en:
Ah Ning, una aldeana de 70 años del grupo étnico rawang, cuida de sus nietos en una tienda de campaña en el campo de Ka Bu Myitkyina Dam, en el estado de Kachin, en Myanmar. Ning se encuentra desplazada y vive en una tienda de campaña proporcionada por ACNUR, la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados.

MYITKYINA, Myanmar – Ah Chang, madre de dos hijos, y su familia se despertaron con un tiroteo que interrumpió la calma nocturna en la aldea de Ting Kok.

El pasado mes de julio las balas alcanzaron su casa y ellos buscaron desesperadamente refugio mientras soldados de Myanmar y miembros del Ejército para la Independencia de Kachin (KIA) combatían fuera de la aldea.

Cuando amaneció y terminó el combate, su marido se aventuró a salir precavidamente pero los soldados de Myanmar, que acababan de entrar en la aldea, le detuvieron, así como a muchos otros hombres.

Ah Chang* y sus hijos de cinco y seis años salieron ilesos, pero ella al salir se dió cuenta de que sus vecinos habían muerto en el tiroteo.

"Un niño falleció, su madre estaba herida en el pie y a su marido le sangraba el estómago", dijo recientemente durante una entrevista en el campamento para desplazados internos de Myitkyina, donde ahora vive con su familia.

En total salieron heridos cinco aldeanos y falleció un niño de dos años durante el tiroteo cerca de Ting Kok, que se sitúa en la carretera principal entre la ciudad de Tanai y Myitkyina, la capital de Kachin, el estado más al norte de Myanmar.

"Un niño falleció, su madre estaba herida."

Después de que los militares tomaron la aldea, las 25 familias locales, la mayoría de etnía Rawang y agricultores Lisu de arrozales y naranjales, estuvieron retenidos por unas 12 horas antes de que todos – incluídos los hombres que habían sido detenidos – fueran liberados y llevados a Myitkyina.

El pasado mes de agosto la difícil situación de los casi 70.000 refugiados Rohingya que huyeron a la cercana Bangladesh tras la violencia en el norte del estado de Rakhine, en Myanmar, ha acaparado los titulares de todo el mundo.

Pero los residentes de Ting Kok son los últimos que se añaden a aproximadamente 107.000 civiles desplazados internos en Myanmar a causa de conflictos. Después del cese del alto el fuego de 17 años entre los militares y el KIA, en 2011, estas personas se encuentran en campamentos en Kachin y en la adyacente parte norte del estado de Shan.

La población étnicamente diversa de las zonas fronterizas del norte y este de Myanmar lleva padeciendo décadas de conflictos entre el ejército y varios grupos armados étnicos, que exigen autonomía política regional. El desplazamiento interno es común, mientras que unos 100.000 refugiados huyeron a Tailandia, donde, desde la década de 1990, esperan la paz y la oportunidad de regresar a sus hogares.

En Myitkyina, un hospital del ejército trató a los aldeanos heridos de Ting Kok, mientras que una iglesia en las afueras de la ciudad ha proporcionado un alojamiento a las familias desplazadas. El campamento de Ka Bu Dam ha sido creado por líderes de la iglesia y cuenta con el apoyo de ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados.

Desde el momento de su llegada al campamento, los aldeanos han vivido en tiendas de campaña de emergencia proporcionadas por ACNUR, que ha suministrado asimismo utensilios de cocina, ropa de invierno, mantas, mosquiteros y otros artículos. Además, reciben tranferencias mensuales en efectivo, kits de alimentos e higiene de parte de otras organizaciones de ayuda y autoridades del estado de Kachin.

"Hemos dejado la mayoría de nuestras pertenencias y nuestros animales, casa y naranjales. Solo hemos podido traer algunas cosas pequeñas como ropa y mantas", dijo Ah Chang, observando que algunas de sus mantas "incluso tienen orificios de bala".

Dijo además que algunos aldeanos habían regresado para controlar sus hogares y granjas y habían descubierto que habían sido saqueados o destruidos.

El año pasado por primera vez los combates se extendieron al distrito de Tanai, al oeste de Kachin, después de que el ejército anunciara operaciones en ese lugar finalizadas a despejar explotaciones mineras de oro y ámbar no reglamentadas en zonas controladas por el KIA.

A mediados de 2017 y en febrero de este año, cientos de aldeanos y miles de mineros itinerantes y sus familias se vieron obligados a huir de Tanai. Creando inquietud en ACNUR y otras organizaciones de ayuda, muchos quedaron atrapados entre las partes en conflicto hasta que el ejército y las autoridades los evacuaron.

Estos nuevos desplazamientos y re-desplazamientos se verifican con regularidad en el norte de Myanmar, donde los enfrentamientos se han extendido y han aumentado en cuanto a frecuencia e intensidad desde 2016, a pesar del proceso de paz en curso en todo el país.

"Pedimos urgentemente la protección de los derechos humanos de los civiles afectados por los combates."

"Pedimos urgentemente la protección de los derechos humanos de los civiles afectados por los combates, ya que estamos preocupados por los partes recurrentes de personas heridas o muertas por fuego cruzado, bombardeos indiscriminados y minas terrestres", dijo Giuseppe De Vincentiis, representante de ACNUR en Myanmar.

"También se necesita un mejor acceso a la ayuda, ya que las familias que huyen a menudo se ven obligadas a esconderse durante días en el bosque sin alojamiento de emergencia, alimentos o medicinas antes de que puedan alcanzar la seguridad", añadió.

Desde 2016, las agencias de la ONU y sus socios locales han hecho frente a una drástica reducción del acceso a la población civil desplazadas en las áreas controladas por el Gobierno y el KIA, ya que las autoridades restringieron drásticamente las autorizaciones de viaje para operaciones humanitarias por razones de seguridad.

En el campamento Ka Bu Dam, el desplazamiento y la exposición a la violencia han dejado profundas heridas psicológicas entre las familias. "Aquí muchas personas han quedado traumatizadas", dijo Mana Di, un sacerdote de la iglesia que acoge el campamento.

La vecina de Ah Chang, la madre de 42 años cuyo hijo fue asesinado, fue vista en el campamento cuidando a sus dos hijos pequeños sobrevividos y recuperándose de una herida de bala en el tobillo izquierdo. Parecía esquiva y abatida, y dijo que no podía recordar qué le sucedió a su familia durante el combate cerca de Ting Kok.

Mana Di dijo que la administración del campamento también manifestaba preocupaciones constantes sobre las necesidades de alimentación, atención médica y educación del grupo, además "las condiciones de vida en las tiendas son difíciles. Llegaron durante la estación de las lluvias y hubo inundaciones y goteras, y en la estación seca hace mucho calor. Entonces mucha gente se pone enferma".

* Algunos nombres en esta historia han sido cambiados por razones de protección.

Por Paul Vrieze

Gracias a la Voluntaria en Línea Leire De Angelis por el apoyo ofrecido con la traducción del inglés de este texto.