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Registro de nacimientos saca de la sombra a las personas indígenas en la República del Congo

Historias

Registro de nacimientos saca de la sombra a las personas indígenas en la República del Congo

Una campaña de la República del Congo y ACNUR otorga certificados de nacimiento a miles de congoleños en riesgo de apatridia, incluidas algunas personas indígenas.
11 Noviembre 2021 Disponible también en:

Marie no sabe su edad, pero parece tener unos treinta años. Nunca ha tenido un certificado de nacimiento ni ningún otro documento de identidad. Tampoco ha ido nunca a la escuela. Vive en la pobreza con sus seis hijos y su esposo Damas en Vono, un pequeño pueblo de la región de las Mesetas de la República del Congo, a 40 kilómetros de Djambala, la ciudad principal.


“Me encantaría ir a buscar trabajo a Djambala, como empleada doméstica, por ejemplo, y poder apoyar más a mi familia. Pero hay que tener papeles para que te contraten”, expresa con voz de derrota. Como Marie, la mayoría de los indígenas cazadores-recolectores del pueblo no tienen certificados de nacimiento, la primera prueba legal de la existencia de una persona.

Para Marie, cada día es una cuestión de supervivencia. Ella y Damas recorren kilómetros para buscar hojas de yuca en el bosque, así como espárragos, setas y caña de azúcar. Con lo poco que consiguen vender, a veces compran algo de carne, aceite y sal para los niños. Pero otras veces, la familia pasa hambre.

“Estamos en una situación muy, muy vulnerable. Me cuesta cada día conseguir comida para la familia. Todos los días. Pero mis hijos me dan la energía para luchar por ellos”, comenta con voz temblorosa. Marie no pudo inscribir a sus hijos en la escuela porque carecían de los certificados de nacimiento que se exigen en el Congo y en muchos otros países africanos para registrarse. En lugar de ello, van al bosque con ella para buscar comida y leña.

“Estamos en una situación muy, muy vulnerable. Me cuesta cada día conseguir comida para la familia”.

“Caminan descalzos, incluso a la escuela a la que asistieron durante tres días, antes de ser expulsados por falta de documentos de identidad”, comparte.

Una vez de regreso a casa, Marie completa su ronda diaria de tareas que también incluyen cocinar y limpiar la casa. “Es demasiado. Estoy llegando a mi límite”, murmulla. La pobreza también ha cobrado factura a Damas, quien no puede ayudar a su mujer tanto como le gustaría debido a su mala salud. “No tenemos suficiente comida, no tenemos dinero para comprar ropa. No hay nada”, señala.

El grupo indígena ha vivido durante mucho tiempo al margen de la sociedad. Se enfrentan a un desprecio por su menor estatura y su forma de vida tradicional, a pesar de una ley nacional aprobada en febrero de 2011 que promueve y protege los derechos de los indígenas, incluido el derecho a la nacionalidad y a los documentos del estado civil. Su profundo conocimiento de las plantas medicinales y los árboles sagrados de la sabana y la selva también suele ser desestimado.

“Para algunos bantúes del Congo – el principal grupo étnico – los indígenas han sido y siguen siendo considerados menos que humanos. Se les ha utilizado como sirvientes y se les ha hecho trabajar en el campo, entre otras tareas”, afirma Cyr Maixent Tiba, Asesor de Derechos Humanos y Promoción de los Pueblos Indígenas en el Ministerio de Justicia de Brazzaville. También es el punto focal del Ministerio en materia de apatridia, y él mismo es bantú.

“Estar constantemente marginados ha inculcado a los indígenas del Congo un complejo de inferioridad y un repliegue sobre sí mismos”.

La marginación, unida a la lejanía de sus comunidades, alejadas de las instituciones y servicios gubernamentales, les dificulta el registro de sus hijos al nacer y el largo proceso de obtención de documentos de identidad.

Además, algunas mujeres indígenas afirman que se les ha pedido que paguen cuotas de maternidad para registrar a sus bebés recién nacidos, un servicio que, por ley, es gratuito. Algunos jefes de aldea también piden dinero para añadir los nombres de los indígenas a la lista de quienes tienen derecho a solicitar certificados de nacimiento. Son demasiado pobres para pagar, así que muchos renuncian a registrar a sus hijos.

Las comunidades indígenas del Congo no son las únicas en su situación. En todo el mundo, millones de personas no pueden demostrar su ciudadanía y se ven excluidas de la educación, los servicios médicos y empleos formales, y no pueden transitar libremente. A través de su campaña #IBelong para acabar con la apatridia, ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, está tratando de garantizar que tengan documentación para 2024.

En el Congo, un censo estatal civil realizado hace tres años permitió identificar a unas 199.400 personas – entre ellas al menos 25.000 indígenas – sin certificado de nacimiento, de una población total de casi 5,8 millones. A partir de estos datos, el gobierno puso en marcha en 2020 una amplia operación en todo el país, con el apoyo de ACNUR, para expedir certificados de nacimiento.

“El objetivo es que todos los congoleños tengan un certificado de nacimiento. Y los indígenas son congoleños”.

Se han celebrado audiencias móviles para registrar a las personas y entregar los documentos. Hasta septiembre de 2021 se habían expedido 30.000 certificados de nacimiento, de los cuales 5.000 eran de indígenas. “El objetivo es que todos los congoleños tengan un certificado de nacimiento. Y los indígenas son congoleños”, subraya Justin Assomoyi, Director de Promoción de los Derechos de los Pueblos Indígenas del Ministerio de Justicia.

Para los indígenas, recibir certificados de nacimiento y documentos de identidad es un pasaporte para una nueva vida. “Es necesario tener documentación de identidad para escapar de la apatridia, que hoy en día se considera una grave violación a los derechos humanos”, afirma Geodefroid Quentin Banga, Experto en Apatridia de ACNUR en Brazzaville. “Pero además de la documentación, hay que tener en cuenta el aspecto socioeconómico”.

Mawaki Ngandibi, de 24 años, no podía estar más contento después de que su familia se beneficiara de la iniciativa. En septiembre, él y su esposa Nadine recibieron el certificado de nacimiento de su hijo Doudé, de 18 meses, en una ceremonia oficial en Djambala. “Estoy contento con el certificado de nacimiento de mi hijo porque cuando crezca lo voy a enviar a la escuela”, asegura.

Marie y Damas se inscribieron hace tiempo para obtener los documentos. Esperan que su familia obtenga pronto sus documentos de identidad para que ellos también puedan superar una vida de exclusión y ofrecer un futuro a sus hijos.

“Mi vida está rota, desperdiciada”, expresa Damas. “Me gustaría poder conseguir los certificados de nacimiento de mis hijos para que puedan ser admitidos en la escuela. Todas mis esperanzas están puestas en mis hijos”.