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Una Escuela de jóvenes recorre ríos y construye un nuevo territorio

Historias

Una Escuela de jóvenes recorre ríos y construye un nuevo territorio

Esta iniciativa nació de la idea de los líderes mayores de las comunidades afrocolombianas e indígenas que pueblan la zona.
22 Diciembre 2016
Encuentro de la Escuela Interétnica, realizado en la comunidad de Marcial.

CHOCÓ, Colombia, 22 de diciembre de 2016 (ACNUR) – Kaleth, un joven mestizo de 20 años, se levanta, toma la palabra y explica que la Escuela que ha recorrido desde hace 4 años las cuencas de los ríos Cacarica, Salaquí y Truandó, y el casco urbano de Riosucio, en el departamento del Chocó, costa pacífica colombiana, se ha forjado sobre valores como son: territorio, autonomía, cultura y unidad. "La Escuela no ha enseñado a defender nuestros derechos, lo que debemos hacer en nuestros territorios, saber pararnos y expresarnos sin miedo".

Kaleth es uno de los participantes de la Escuela Interétnica de Liderazgo Juvenil, un proceso de formación con jóvenes de comunidades mestizas, afro e indígenas de la zona que busca prepararlos para que asuman las riendas de sus territorios. "Es un gran desafío el que enfrentamos como jóvenes", añade el joven. Su territorio ha sido tomado como campo de batalla del conflicto en Colombia por la guerrilla y los paramilitares causando desplazamientos masivos, desapariciones, asesinatos, reclutamiento forzado. Históricamente, en el Chocó se han presentado casi 242.000 desplazamientos de personas, según cifras oficiales.

Esta iniciativa nació de la idea de los líderes mayores de las comunidades afrocolombianas e indígenas que pueblan la zona preocupados por el relevo generacional, para hacerse cargo de su territorio afectado por el conflicto armado. Con el apoyo de ACNUR, OXFAM y la parroquia Nuestra Señora del Carmen la Escuela se convirtió en realidad. A la fecha se han formado más de 300 jóvenes pertenecientes a 52 comunidades que lideran diferentes procesos en sus entornos. Toda una fuerza organizativa que desde hace 4 años empuja un territorio hacia la recuperación y protección de sus identidades y la construcción de la paz.

Para Martha, una joven afro participante de la Escuela, el valor de este proceso radica en que les ha enseñado "a defender con el conocimiento sus derechos y a identificar las necesidades y problemáticas de la comunidad para convertirlas en fortalezas".

Frente a la cruda realidad de desplazamiento que ha vivido esta región, lo dicho por Martha cobra aún más relevancia. Según la Unidad de Atención para las Víctimas, hasta el 1 de noviembre de 2016, un total de casi 90,000 personas han sido expulsadas del municipio de Riosucio, es decir, prácticamente toda su población; de hecho muchas personas han tenido que abandonarlo todo en más de una ocasión, siendo el promedio entre dos y cinco situaciones de desplazamiento forzado. Las comunidades que han decidido retornar lo han hecho de manera espontánea. En general, aunque un número significativo de personas sigue fuera del territorio sin intenciones de retorno, la mayoría ha regresado y desea reestablecer el tejido social a partir de procesos como el de la Escuela Interétnica.

"Hemos podido robarle jóvenes a la guerra, a las opciones de economías ilícitas", resalta César Mesa, jefe de la oficina de ACNUR en Apartadó. Jóvenes egresados de la Escuela han sido cabildos (cargo de autoridad en comunidades indígenas) o integran las juntas directivas de los consejos comunitarios (organización étnica que gestiona los territorios afrodescendientes). Estos jóvenes están incidiendo hoy en día para que la política pública los reconozca, los apoye directamente con recursos y que de esa manera la Escuela tenga sostenibilidad y pueda seguir siendo el espacio de los jóvenes para formarse, auto afirmarse, soñar y construir su territorio.

Jóvenes afro, indígenas y mestizos forman parte activa de la Escuela.

"Ya no tenemos miedo, ya sentimos que estamos libres, libres de violencia", así resume la joven indígena Karen Conquista su sentimiento como participante de la Escuela y así responde a la pregunta sobre cómo esta ha incidido en su vida. No tener miedo de participar en la construcción de su territorio no es un logro menor cuando la guerra ha sido durante más de 50 años el motor de transformación de relaciones y del porvenir de la zona. Ahora, en medio de la esperanza que abre el fin del conflicto armado con las FARC y con la ilusión que más grupos armados silencien también sus armas, los jóvenes del Bajo Atrato representan una fuerza de cambio para hacer de su territorio un escenario de construcción de paz.

El reciente acuerdo de paz entre el Gobierno colombiano y la guerrilla de las FARC deja atrás varias décadas de conflicto armado que ha ocasionado 7,2 millones de desplazados internos. Sin embargo, otros grupos armados organizados continúan su accionar. Las comunidades indígenas desplazadas representan el 2,5% y las comunidades afrocolombianas el 10% del total de la población desplazada.

Por Rocío Castañeda C.,
PI Colombia