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La cifra de refugiados que huyen de Sudán del Sur supera los 1,5 millones

Historias

La cifra de refugiados que huyen de Sudán del Sur supera los 1,5 millones

A medida que aumenta la violencia, la población de refugiados de Sudán del Sur en Uganda se triplica en seis meses, llegando a los a 698.000.
10 Febrero 2017 Disponible también en:
Un largo convoy de autobuses y camiones se dirige en Palorinya (norte de Uganda) del centro de recepción al asentamiento. Los vehículos transportan a 3.000 refugiados de Sudán del Sur recién llegados.

Sidah Hawa mira al horizonte. El sol abrasador se filtra a través de la escasa sombra del árbol bajo el cual está sentada. Sus seis hijos se agrupan cerca de ella mientras da de mamar a Asanti, un bebé de 18 meses.


"He sufrido mucho; estos últimos días han sido realmente duros", dice tras un prolongado silencio. "No tenía suficiente comida. Solo tenía mandioca cruda para alimentar a mis hijos. Cuando estaban cansados, descansábamos y les daba un poco de agua".

Sidah, de 30 años, llegó recientemente a Kuluba, una pequeña aldea polvorienta en Uganda septentrional, cerca de uno de los numerosos accesos a lo largo de la frontera con Sudán del Sur.

Ella es una de los miles de refugiados que han pasado a Uganda desde que, en el mes de julio del pasado año, estallaran de nuevo intensos combates tras fracasar un acuerdo de paz suscrito entre el Gobierno y las fuerzas de oposición.

La Agencia de la ONU para los Refugiados, ACNUR, ha anunciado hoy que más de 1,5 millones de personas se han visto obligadas a huir del país para buscar un lugar seguro desde que estallara el conflicto en diciembre de 2013. Ello convierte la crisis de Sudán del Sur en la mayor crisis de refugiados en África, y la tercera mayor del mundo, después de las de Siria y Afganistán, que recibe menos atención y en la que la insuficiencia de recursos alcanza niveles crónicos.

En medio de una situación extremadamente volátil que obliga a huir a un número de refugiados cada vez mayor, la oleada más reciente está agotando la capacidad de los centros de tránsito y recepción, que son demasiado pequeños para el creciente número de refugiados.

"Caminé durante dos días hasta llegar a la frontera pero evité las carreteras principales"

Desde el mes de enero de 2017, han llegado a Uganda más de 52.000 refugiados, la mayoría de ellos a través de los pasos fronterizos como el de Busia, por el que entraron Sidah y su familia en busca de seguridad. Muchos refugiados recurren a puntos de entrada no oficiales y mencionan la presencia de grupos armadas en las rutas que conducen a los principales pasos fronterizos.

Otros miles de ellos, haciendo largos recorridos a pie para escapar de Sudán del Sur, se han dirigido hacia el sur, atravesando la República Democrática del Congo, y luego en dirección este hasta Uganda por temor a ser víctimas de los ataques de las fuerzas armadas presentes en las rutas directas. Según los testimonios, algunos han caminado durante más de un mes hasta llegar por fin a un lugar seguro.

La mayoría de los refugiados han sido acogidos en Uganda, país al que han llegado unos 698.000. En menos de seis meses, Uganda ha triplicado su población de refugiados de Sudán del Sur, acogiendo la mayor población de personas que han huido de sus hogares en el país vecino.

Etiopía también acoge a unos 342.000, más de 305.000 se encuentran en Sudán y unos 89.000 en Kenia, 68.000 en la República Democrática del Congo y 4.900 en la República Centroafricana.

Haciendo un llamado por más asistencia, William Spindler, portavoz del ACNUR, añadió: "Más del 60% de los refugiados son niños y muchos de ellos llegan con niveles de malnutrición alarmantes . . . Los recién llegados hablan de su sufrimiento en Sudán del Sur por los intensos combates, los secuestros, las violaciones, el temor a los grupos armados y las amenazas a la vida, así como la grave escasez de alimentos".

Sidah soportó un viaje de tres días hasta la frontera desde su hogar de Mogo, en el condado de Yei, en la región sudoccidental de Sudán del Sur, la cual gozaba de una estabilidad relativa hasta que los combates llegaron a esta región.

"Caminé durante dos días hasta la frontera pero no utilicé las carreteras principales", dice. "Caminamos a través del capo para huir de los soldados que habrían podido matarnos".

"Pasé seis días escondida en el monte con mis seis hijos"

Sarah Apayi es una de los 6.000 refugiados que, desde 2016, han seguido la ruta que atraviesa la República Democrática del Congo para llegar a Uganda. Debido a la existencia de puestos de control y al bandidaje en las carreteras principales, un mayor número de refugiados se ven obligados a utilizar esta ruta, que es más larga, y a caminar varios días para llegar a Uganda, normalmente con escasas pertenencias y un acceso limitado a alimentos, agua y otros recursos necesarios.

"Mi esposo fue secuestrado hace un año, después de que comenzara la guerra", dice Sarah. "Estuve seis días escondida en el monte con mis seis hijos intentando llegar a la República Democrática del Congo". Tardó otros dos días en llegar desde Bokolo (República Democrática del Congo) a Uganda. "Fue difícil porque el monte no es seguro. Me daban miedo los animales salvajes pero prefería correr ese riesgo a poder ser atacada por los rebeldes".

Al igual que Sidah y Sarah, las mujeres y los niños siguen siendo los más afectados por el conflicto y constituyen el 86% de los refugiados que llegan a Uganda.

"Esta ha sido una emergencia masiva y constante, dado que llegan diariamente a Uganda cerca de 2.000 refugiados", dice Nasir Fernandes, coordinador senior de operaciones de emergencia del ACNUR. "Nuestra principal prioridad es salvar vidas y garantizar que las necesidades básicas de los recién llegados queden cubiertas lo antes posible".

Para hacer frente a la creciente afluencia, los recién llegados son conducidos primero a un centro de recepción provisional en Kuluba, donde las autoridades gubernamentales registran a los refugiados a su llegada. Les proporcionan colchones para dormir, mantas y artículos sanitarios, y los niños son vacunados contra el sarampión y la polio, hasta poder ser transferidos al asentamiento de Palorinya.

El asentamiento de Palorinya abrió sus puertas en diciembre de 2016, después de que el de Bidibidi quedara saturado. El asentamiento de Bidibidi, que se inauguró en agosto de 2016, se ha convertido en unos meses en uno de los mayores centros de acogida de refugiados del mundo. Se está preparando la apertura de un nuevo asentamiento, ya que el de Palorinya está casi al límite de su capacidad.

Uganda es reconocido ampliamente por sus políticas progresivas y con visión de futuro en materia de refugiados y asilo. Tras obtener la condición de refugiados, se proporciona a los refugiados pequeñas parcelas de tierra en aldeas integradas en la comunidad de acogida local; un enfoque pionero que mejora la cohesión social y permite a los refugiados y a las comunidades de acogida vivir juntos en paz.

El proceso de recepción de los refugiados en la frontera y de su instalación en asentamientos tarda un promedio de tres días. Además, se otorga a los refugiados una serie de derechos y libertades que les permiten trabajar, emprender negocios y desplazarse libremente por el país.

"Estoy muy contenta de encontrarme por fin segura"

En menos de seis meses, Uganda ha aumentado más del triple su población de refugiados sursudaneses y actualmente acoge a más de la mitad de los 1,1 millones de personas que han huido de sus hogares en el país vecino.

"Los esfuerzos realizados por el Gobierno de Uganda para abordar esta situación de emergencia son encomiables", explica Nasir Fernandes. "Pero Uganda no puede hacer frente a esta crisis en solitario. Es absolutamente imprescindible que la comunidad internacional preste una mayor atención a lo que está ocurriendo y ayude a Uganda a proporcionar a estos refugiados un entorno en el que puedan vivir con seguridad y dignidad".

En 2016, el llamamiento humanitario para hacer frente a la crisis de Sudán del Sur recibió menos del 75% de los fondos necesarios para responder a las demandas. Si no aumentan las contribuciones, la capacidad de la respuesta humanitaria para proporcionar ayuda esencial y servicios básicos podría verse gravemente comprometida.

Sidah se siente agradecida por haber encontrado la paz en Uganda y una oportunidad de empezar desde cero.

"Estoy muy contenta de encontrarme por fin segura", dice. "Deseaba que acabaran mis sufrimientos y ahora creo que por fin van a terminar".

Por Catherine Wachiaya

Gracias a la Voluntaria en Línea Luisa Merchán por el apoyo ofrecido con la traducción del inglés de este texto.