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Brasil: Una pareja de refugiados que da clases de taekwondo en un proyecto social sueña con vivir de este deporte

Historias

Brasil: Una pareja de refugiados que da clases de taekwondo en un proyecto social sueña con vivir de este deporte

Casados desde hace siete años, la pareja de venezolanos Antonio y Brenda llegó a Brasil en 2019 y trabaja para mantener a sus hijas.
13 Octubre 2023
Una pareja joven carga en brazos a dos niñas pequeñas. Los adultos y la niña mayos visten traje blanco de taekwondo.

Antonio, Brenda y sus hijas, Luciana y Siena.

Português

BRASILIA – Casados desde hace siete años y padres de dos niñas brasileñas, Antonio, de 27 años, y Brenda, de 23, se conocieron y se enamoraron en Venezuela, su país natal, mientras participaban en competencias nacionales de taekwondo. 

Juntos ganaron cinturones, podios y medallas, pero tuvieron que abandonar el país cuando entraron a la selección estatal. “Nos costó unos diez años de lucha llegar al equipo nacional y, cuando llegamos, ya no había oportunidades ni apoyo para quedarnos”, cuenta Brenda. 

En 2019, esperando a su primera hija y sin perspectivas de futuro, decidieron encontrarse con familiares de Brenda, quienes ya vivían en Brasil. Tres horas después de cruzar la frontera, la pequeña Luciana nació en Pacaraima. Su hija menor, Siena, nació dos años después que su hermana, en el Distrito Federal, donde la pareja se instaló con sus familiares. A pesar de su corta edad, las dos acompañan a sus padres a los entrenamientos y ya practican sus primeros golpes mientras juegan en las colchonetas. 

La pareja es cinturón negro y está altamente calificada: Brenda es 3º Dan y Antonio 2º Dan. Sin embargo, debido a su nacionalidad, ninguno de los dos puede participar en campeonatos relevantes en Brasil. 

Aun así, esperan poder vivir algún día de este deporte. “Todo el mundo sueña con vivir haciendo lo que le gusta”, comenta Antonio. 

Mientras tanto, la familia se mantiene trabajando en un negocio familiar de aperitivos.

Entrenadores voluntarios

Para mantener vivo su sueño, la pareja encontró la manera de seguir entrenando y devolver la acogida que recibieron en Brasilia.

Desde que llegaron a la capital, son instructores voluntarios del proyecto social “Feras do Cerrado” (Las Fieras del Cerrado), que ofrece clases gratuitas de taekwondo a niñas, niños y jóvenes vulnerables de la zona rural de São Sebastião, en el Distrito Federal. 

El proyecto fue fundado en 2016 y está dirigido por la profesora Jaqueline Silva, cinturón negro y graduada 4º Dan. La profesora dio la bienvenida a Brenda y Antonio al proyecto, y recuerda con cariño la llegada de la pareja y el apoyo que ofrecieron. 

“Teníamos 30 alumnos y dos instructores. Tuvimos que trabajar duro, y cuando ellos llegaron fue trascendental, porque trajeron una riqueza de conocimientos que añadió valor a nuestro equipo de profesores, por su capacidad de enseñar, sus conocimientos y su cultura. Es un valor inconmensurable tenerlos en el equipo”, asegura Jaqueline. 

Jaqueline dice que la pareja tiene conocimientos técnicos muy avanzados. “Nos resulta difícil encontrar personas con este nivel técnico aquí en Brasilia. Los conocimientos que aportan van un poco más allá de lo que tenemos aquí”. 

En el proyecto, la pareja también realiza tareas administrativas y entrena al equipo de competición. Gracias a su intervención, la niñez venezolanos también comenzó a asistir al proyecto. “A través de ellos, trajimos a los niños venezolanos que se sienten fuera de lugar y tienen dificultades con el idioma, e intentamos integrarlos. El deporte viene a abrazar a estos niños”, señala Jaqueline.  

Con Brenda y Antonio, el proyecto se amplió, y las niñas y los niños brasileños reciben ahora clases de español. Por otro lado, la niñez venezolana tuvo acceso a clases de portugués. Todos ellos también tenían acceso a clases de “cultura”, una especie de intercambio de conocimientos para promover la integración local. 

Sin embargo, debido a la falta de recursos y de un espacio físico adecuado, el proyecto, que comenzó en el balcón de la casa de Jaqueline en la zona rural de São Sebastião y atendía a 45 niños – 15 de ellos venezolanos – tuvo que interrumpirse el año pasado. 

De momento, los profesores entrenan a unos cinco alumnos del proyecto, quienes pueden permitirse ir a un gimnasio del centro de la ciudad, que ofrece gratuitamente el espacio para entrenar. 

“Todo el mundo sabe que el deporte puede cambiar la vida de las personas, así que no hay mejor manera de cambiar la vida de alguien que ofreciéndole deporte. Atendemos a niños de entornos familiares difíciles, pero cuando tienen un objetivo, una visión de futuro a través del deporte, se centran más en hacer cosas buenas”, afirma Antonio, quien está impaciente por reanudar plenamente el proyecto.

Dos mujeres y un hombre entrenan taekwondo.

Jaqueline, Brenda y Antonio entrenando.

La vida en el deporte

El hermano mayor de Brenda también fue entrenador voluntario en el proyecto. Después de pasar un tiempo en Brasil con su familia, pero deprimido por no poder competir, decidió regresar a Venezuela, en un contexto de incertidumbre, para buscar oportunidades en el taekwondo, que aquí eran limitadas debido a su nacionalidad. 

Con la ayuda y financiamiento de su familia, que vive en el Distrito Federal, logró entrenar y hoy representa a Venezuela en competencias internacionales. 

“Mi hermano y yo crecimos en este mundo. El deporte nos ha convertido en lo que somos ahora, y él ha podido seguir sus sueños”, comenta Brenda.  

Brenda y Antonio también quieren seguir sus sueños. Por eso ambos estudian portugués para nacionalizarse. Así podrán seguir trabajando con el taekwondo y, quizás, representar con orgullo a su país de acogida en las grandes competiciones.