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Seminario Dos Orillas: Generosidad en tiempos difíciles

Historias

Seminario Dos Orillas: Generosidad en tiempos difíciles

El seminario-homenaje "Dos Orillas" rindió tributo a dos funcionarios del ACNUR, Oldrich Haselman y Guy Prim, quienes trabajaron en la región en la época de las dictaduras latinoamericanas.
28 Junio 2011
La Representante Regional del ACNUR para el Sur de América Latina junto al Ministro Pablo Tettamanti, Director de Organismos Internacionales de la Cancillería Argentina durante la apertura del evento en Buenos Aires.

BUENOS AIRES, Argentina, 28 de junio (ACNUR) – Con el apoyo de las Cancillerías de Uruguay y Argentina y la organización de instituciones civiles, los días 16 y 22 de junio se realizó en las ciudades de Montevideo y Buenos Aires el seminario-homenaje "Dos Orillas" para rendir tributo a dos funcionarios del ACNUR, Oldrich Haselman y Guy Prim, quienes trabajaron en la región en la época de las dictaduras latinoamericanas.

En el marco de las conmemoraciones en torno al 60 aniversario de la Convención del Estatuto sobre los Refugiados, a celebrarse en julio próximo, se llevó a cabo una actividad, a un lado y otro del Río de la Plata, para recordar a quienes trascendieron sus responsabilidades y tuvieron un rol destacado asistiendo a perseguidos durante las dictaduras del Cono Sur, en la década del setenta.

En la apertura y cierre del seminario, estuvieron presentes en Montevideo Belela Herrera (ex funcionaria de ACNUR y Vice Canciller de Uruguay), el Ministro interino Roberto Conde y el Dr. Javier Miranda, Director de DDHH de Uruguay. En Buenos Aires, el Ministro Pablo Tettamanti, Director de Organismos Internacionales de la Cancillería Argentina, y el Embajador de Uruguay, Guillermo Barriola. Los acompañó en ambas instancias, Eva Demant, Representante Regional de ACNUR para el Sur de América Latina.

Participaron como panelistas otros representantes de los Ministerios de Exterior de Argentina y Uruguay, del campo de los derechos humanos, historiadores y juristas, quienes hablaron de la figura del asilo desde una perspectiva jurídica, histórica y testimonial para dar cuenta de las experiencias de asistencia y protección que se dieron en América Latina a los miles de refugiados que huían de los regímenes militares presentes en Argentina, Bolivia, Paraguay, Uruguay y, especialmente, en Chile.

Todas las intervenciones en Montevideo y Buenos Aires estuvieron marcadas por el agradecimiento hacia las personas conocidas y anónimas que brindaron su ayuda, aún a riesgo de la propia vida. Recordar el pasado, fue también recordar el miedo. "En 1977, a los 16, fui secuestrada. Estaba embarazada de 3 meses. En septiembre, huí a Brasil. Guy Prim fue la primera instancia oficial donde di mi testimonio. ¿Qué podía pasar en la cabeza de alguien que escuchaba estos relatos? No éramos concientes de la magnitud del terrorismo de estado", contó – durante el homenaje en Buenos Aires – la Directora del Instituto Espacio para la Memoria, Ana M. Careaga, quien fue auxiliada por Prim al salir del centro clandestino de detención.

"Salía de su escritorio. No se fijaba en el estricto mandato". Algunos invitados recordaron así a Oldrich Haselman, de origen checo, quien fue Representante de ACNUR en Argentina hasta 1975, él mismo un exiliado de la época en que la Unión Soviética extendió su influencia sobre Checoslovaquia en 1948. En 1973, y con su iniciativa desde ACNUR, se constituyó la Comisión Coordinadora de Acción Social, que nucleaba a varias instituciones de la sociedad civil que trabajaban con refugiados. Tras el derrocamiento del régimen del presidente chileno Salvador Allende en 1973, hubo gran incertidumbre. "¿Qué se hacía con el primer avión con asilados de la Embajada Argentina en Chile que aterrizaba en el aeropuerto de Ezeiza?", recordó M. Amelia Sosa (ex miembro de CAREF, Comisión Argentina para los Refugiados). Y se hizo mucho. Se brindó ayuda de emergencia, asistencia psico-social, becas de estudios y la posibilidad de reasentamiento, con el auspicio de ACNUR.

"Algunos sacerdotes y pastores se recluían para no arriesgar el cuero. Una parte de las iglesias luterana, católica y metodista estaba dispuesta a comprometerse con los refugiados que llegaban a Mendoza. Nos pusieron una bomba en la iglesia y nos planteamos si seguir o no con el trabajo de los refugiados. Decidimos seguir", señala el Obispo F. Pagura, a cargo entonces de la ayuda a asilados que escaparon de Chile, tras el golpe de estado, hacia la provincia argentina.

En Dos Orillas, se mencionó que el exilio no hubiera sido posible sin la solidaridad. Tampoco la construcción de identidad e integración es hoy posible sin la búsqueda común de la "memoria, verdad y justicia".